XXIII. LA NIÑA.

2 1 0
                                    

CAMPO MARÍTIMO DE RECREO TRITÓN 12:30 PM.

EQUIPO 1:
    ALAN CHAGNUT: Líder de escuadrón.
HELICÓPTERO DE ATAQUE:
    CHARLES JOMA: Piloto.
    SANTIAGO RAMES: Copiloto.
    MARCO MIRALLES: Cañón PEM.
    ROMAN GARCÍA: Cañón PEM.
HELICÓPTERO DE EVACUACIÓN:
    ÁNGEL GUILLÉN: Piloto.
    GUILLERMO BATISTA: Copiloto.
    GRACIELA MONTIEL: comunicación.
    KYLE ZABALETA: Infantería.
    FRED FRANKLIN: Infantería.
    BUSTER TONDLE: Ingeniero Petroquímico.

    EL océano estaba en calma, el horizonte despejado sin amenaza de tormenta. Según el reporte meteorológico, las condiciones climáticas eran idóneas para el ataque; aunque Malcom Layne le advirtió no fiarse... ¡Él y su maldita teoría del caos!
    —Señor, la señal Tbs 8 ha caído —declaró Graciela Montiel, muchacha de veinticuatro años, tiradora regular, pero experta en comunicaciones; mirando el medidor de señal.
    —Bien, todos enciendan sus comunicadores y vinculen conexión a la unidad de transmisión Hz86-FMP; recuerden que de no hacerlo, no podrán comunicarse con el resto del equipo.
    »Graciela, confirma activos —ordenó Chagnut.
    —Todos están conectados, el sistema de comunicación funciona correctamente —confirmó la chica.
    Alan Chagnut respiró tranquilo y tomó su tablet para mostrar un plano tridimensional a través del proyector del dispositivo.
    En él se mostraba La Niña, la primera plataforma petrolífera central; más próxima. La estructura era de concreto, anclada al lecho submarino, contaba con seis niveles más allá de la superficie. Uno de ellos era destinado a los servicios administrativos y de comunicación. Otros dos, a los dormitorios, comedor, baños y duchas, salas de descanso y enfermería de los empleados; que laboraban jornadas de tres meses, equivalentes a 100 horas de trabajo.
    Sin embargo los tres pisos inferiores eran ocupados por toda la maquinaria necesaria para que la plataforma funcionara, entre bombas de extracción, tuberías de presión, planta de desalinización, generadores hidroeléctricos y tanques de almacenamiento de crudo y gas.
    —Éste es el plano de La Niña, cortesía de nuestro ingeniero estrella Malcom Layne.
    »La unidad de evacuación aterrizará en el helipuerto, dispararemos al aire para ahuyentar a los investigadores. Entonces, habremos de conducirnos al nivel cuatro; que es donde está la sala de máquinas —informó Chagnut, al tiempo que trazaba una ruta en rojo a través del plano.
    »Allí, Buster echará a andar la plataforma; ¿qué tanto tardarán los tanques de reserva en llenarse? —le preguntó.
    —Según los informes de Layne, las condiciones del subsuelo son exelentes —declaró Buster Tondle, un hombre calvo de treinta años, ingeniero geólogo, químico y petroquímico; mientras revisaba el folder con el informe, proporcionado a los ingenieros de cada grupo. Éstos jugaban un papel importante dentro de los equipos, pues eran las únicas personas que conocían el funcionamiento de una plataforma petrolífera; sin ellas, el plan sería un fracaso.
    »Las Tres Carabelas hubieran podido continuar operando durante lustros; el yacimiento de petróleo no está vaciado ni a mitad. Yo calculo que no llevará más de una hora y media si forzamos la producción al máximo; total, será la última operación de La Niña ¡qué importa quemar la maquinaria!
    »Estoy seguro que podremos activarla con mucha facilidad —concluyó.
    —Bien, mientras te encargas de eso, el resto de nosotros buscará la forma de acelerar la evacuación del personal abordo; quiero que se pierdan el menor número de vidas posibles.
    »¿Entendido? —cuestionó Chagnut.
    —¡Sí, señor! —confirmó su equipo.
    Para Alan era importante preservar la vida. Aunque militara en una guerrilla insurgente, entendía el valor y la importancia de la vida pues día con día la veía pasar frente a sus ojos; pensando siempre en su pequeña hija Annie. La única razón que le daba sentido a su vida, por la que seguía combatiendo al frente de los Saigos.
    Todo con la esperanza de que ella pudiera ver, algún día, un mejor futuro, aunque fuera sólo un poco; una tierra donde todos se tendieran la mano sin importar lo diferente que pudieran pensar, un lugar justo para todos. Una nación en paz. Porqué a pesar de las nuevas leyes, tecnologías y el desarrollo mundial en general, nada había cambiado realmente; los problemas de hoy son los mismos de hace 100 años, y esos a su vez eran iguales a los de hace 2,000 años atrás.
    La indiferencia, la incomprensión, la falta de humanidad y empatía eran males perennes, y había que luchar para eliminarlos. Ya lo dijeron hace tiempo: «Si quieres paz, prepárate para la guerra».
    Sin mencionar que también se lo había prometido a Nikolay antes de despegar.
    —Señor, entramos en campo marítimo Tritón; avistamos la primera plataforma a 200 m.
    »1,200 m para arribar al objetivo —confirmó el piloto, por encima del ruido de las hélices.
    Por las ventanillas del helicóptero era posible ver a lo lejos, los pequeños paraísos vacacionales sobre las "islas" en medio de las aguas azules del golfo. Eran lugares muy elegantes y preciosos, lástima que tuvieran las horas contadas.

JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora