DIERON las 4:00 pm, cuando el helicóptero "cóndor" aterrizó de nuevo en el helipuerto 3. La mayor parte del escuadrón estaba bien comida, agusto con ser la vigilancia designada para la misión; siempre era igual cuando iban a Dometech. El viejo Mauricio Domínguez les trataba de maravilla.
Sin embargo, Alan Chagnut, estaba inquieto; demasiado como para disfrutar el rastro del helado de fresas que aún continuaba en su boca. Primero, tenía un traidor confeso en sus filas; ese muchacho Ginneorie que buscaba excusas para acabar con los Saigos. Segundo, la supuesta conspiración que se cocinaba entre las esferas más altas del poder de la UAN, según Nikolay. Tercero, y más importante, quién era ese misterioso comprador de Domínguez, que tenía trato con los Warden; ¿quién necesitaría un compuesto químico que enferme a las personas en un radio de 800 metros a la redonda?
Tenía mucho en que pensar, con lo que aborrecía hacerlo.
Apenas el helicóptero tocó puerto, de la escalera se acercó una silueta verde, con una coleta roja moviéndose al ritmo del vaivén; no podía ser nada bueno. Laila Howard era la mejor piloto que tenía, además de ser la teniente acargo de los reclutas; no había situación que no pudiera controlar.
—¿Qué ocurre Howard? —preguntó, bajando del helicóptero; sosteniendo el mismo maletín con el que se fue.
—¿La venta no se concretó? Veo que trae el dinero consigo.
—Al contrario, fue tan fructífera que Domínguez nos hizo un descuento —respondió Chagnut—. ¿Qué pasa Howard? Supongo que no has venido a recibirme.
—Ocurrió algo urgente y necesito que vaya a control de inmediato —informó la teniente, hablando bajo.
Alan miró a su equipo, ya todos habían descendido de la unidad.
—Escuchen, todos entreguen sus armas a Carlton, descarguen el helicóptero y lleven la carga al almacén de suministros; déjenlo con cuidado en la cámara frigorífica. Después siéntase libres de hacer lo que les venga en gana el resto del día, o hasta que se requería su presencia; y tú, lleva las armas a la armería —ordenó.
Los uniformados asintieron y comenzaron a entregar los sub-rifles al miembro más joven del grupo.
»Y Nikolay, dame a tu smarthear. Lo voy a necesitar.
—No, no confió en usted —replicó el castaño.
—¿Debo recordarte los términos de nuestro convenio? Dame a Épsilon —ordenó nuevamente Chagnut.
Nikolay apretó su mano contra su oreja y luego de un minuto se retiró el auricular para entregárselo.
—Cuídalo; más allá de lo irremplazable que es ésta tecnología, es la única cosa que conservo de mi padre —declaró el recluta.
—Así será —le aseguró Alan.
Con la IA en la palma de su mano, él y Howard bajaron por la escalera del helipuerto, con rumbo a Control, en el centro de operaciones.
—¿Porqué le encargó al charal de Reno llevarse las armas? —preguntó Laila—. Es un cobarde.
—Cierto, es un mocoso enclenque tan asustadizo como un cachorro; pero aún así no cantó en la prueba. Su lealtad pudo más que su miedo.
»El miedo se quita con confianza, pero la lealtad es algo que si lo tienes, lo tienes; si no... —respondió Alan, caminando hacia la entrada principal del edificio de operaciones.
Ambos paramilitares avanzaron hacía el ascensor, y descendieron hasta el último nivel del complejo.
Cómo siempre, fueron recibidos por Martinillo y su particular risita, preguntando si querían un "cafecito". Los dos rechazaron el ofrecimiento y continuaron al corredor de espejos y después a Control, donde fueron anunciados por el guardia que custodiaba la puerta; hasta llegar ante un gran monitor al centro de la habitación.
En la pantalla, un hombre alto, flaco, un tanto maduro, hablaba desde un podio, en una conferencia de prensa. Se trataba de Dick McKlein, el alcalde en turno de Ancina, y líder del Consejo de Estados de la región sur; el típico político "honesto y científico", que pretendía innovar la ciudad; que como todos, no hacía sino gastar recursos públicos en sus intereses propios.
—El día de hoy, hemos hecho algo que no se creía posible; es una fecha histórica para la región sur de la Unión de América del Norte.
»Y es que se nos ha informado que a las 13:00 pm, la guardia civil de seguridad regional, o Warden, como se le conoce, recuperó el control de Larpa, una pequeña ciudad que se encontraba bajo el control de la sociedad anti-progresista insurgente del golfo occidente, Saigos.
»Como recordaran, la milicia rebelde tomó la ciudad hace seis años, echaron a todos los funcionarios y colocaron retenes para evitar el acceso de los grupos de ataque pertenecientes a la ODM.
»Sembraron el terror en la comunidad e hicieron caer su economía. Sin embargo, el día de hoy podrá volver la justicia, la paz y tranquilidad a Larpa. Por fin, luego de un exhaustivo operativo, la amenaza fue neutralizada —anunció el alcalde.
»Les dejo con el Gral William T. Terrazas, secretario general de la ODM; quien tiene más información sobre esto.
Dick Mcklein dejó el podio para ceder el turno al viejo general, quién habló de especificaciones técnicas del operativo.
—¿Esto es cierto? ¿Tenemos confirmación de Larpa? —preguntó Alan.
—Por desgracia sí, nuestro informante confirmó la pérdida total de ese territorio.
»Contrario a lo que se hizo creer, lo ocurrido en Larpa fue una masacre. Ambos grupos de choque se enfrentaron en la explanada central del municipio; fue letal para nuestras tropas.
»El alcalde designado, Horacio Gámez, fue acribillado; se confirman 167 decesos, entre nuestros elementos y civiles —confirmó Howard.
—¡Maldita sea! —exclamó Chagnut, golpeando la mesa con rabia.
—Lo que no entiendo es ¿porqué Larpa? Es un territorio muy ínfimo para los intereses de la UAN. Poseemos al menos cuatro ciudades más importantes que esa —señaló Laila.
Era cierto, Larpa era considerado como un punto estratégico por sus caminos, sólo lo ocupaban para...
—Porqué van sobre El Claro —respondió Alan.
El Claro era la capital del bloque de los Saigos, una ciudad que daba al pacífico y contaba con infraestructura aérea, y portuaria; era el principal acceso de las exportaciones e importaciones que mantenían en funcionamiento a la organización. El comercio informal era la sabia vital, la única fuente de ingresos de los Saigos; sin ella, difícilmente podrían continuar con sus pactos comerciales.
—Sigo sin entender ¿qué tiene que ver Larpa con El Claro?
—La ODM no se había atrevido a atacar El Claro, porqué los refuerzos podrían llegar de Larpa; su conectividad terrestre y cercanía garantizaban su apoyo. Sin embargo, ahora prácticamente tienen la ciudad rodeada.
»Un ataque bien coordinado y nos sería imposible llegar a tiempo; si perdemos El Claro, será cuestión de tiempo para que la organización caiga.
—Entonces ¿Qué hacemos, señor? —inquirió la teniente.
—Organice un grupo de apoyo, cien elementos capaces; que vayan por mar, aire y tierra, y que se pongan a disposición de Kingsley —ordenó Chagnut.
»Luego vuelva, y llame a Layne; de seguro está en los laboratorios.
La mujer asintió y salió a toda prisa de la sala de control. Mientras Alan se acercaba al intercomunicador.
»Martinillo, programa una videoconferencia con Kingsley para dentro de una hora; y tráeme ese café, ahora sí lo necesito.
—En éste instante, señor —respondió.
La situación era precaria, y bastante curiosa; recién descubría a un traidor y la resistencia perdía un importante territorio estratégico. La casualidad era algo en lo que Alan Chagnut no creía.
Tomó el smarthear y se lo colocó en el oído izquierdo.
—IA, reporte confirmación —ordenó. Era un comando estándar para cualquier inteligencia artificial, una forma elegante de decir: «¿Hay alguien ahí dentro?»
—Capitán Alan Chagnut, un gusto —saludó Épsilon.
—¿Cómo sabes quién soy?
—El smarthear no cuenta con un aislador de sonido, por lo que puedo escuchar con facilidad el entorno; y gracias a mi multiprocesador interno, y a mi retroalimentación, soy capaz de identificar diferentes frecuencias de voz y almacemarlas en mi memoria —explicó Épsilon.
»La identificación fue cortesía de Nikolay. ¿Dónde está él?
—Está bien, le di el resto del día —contestó Alan.
—Es una pena, lamento informarle que no estoy autorizado para obedecer comandos de personas no autorizadas.
»Sólo respondí por, lo que los humanos llaman, cortesía —dijo la IA.
—Y si amenazara con cortarle el cuello a Nikolay, ¿entonces sí responderías mis preguntas? —intentó retar Alan.
—No se lo aconsejo Capitán Chagnut, según su sistema de videovigilancia, Nikolay se encuentra en el almacén a 54.65 m de éste punto.
»Encuanto usted salga de ésta habitación, sellaré el almacén y cortaré las comunicaciones. Además emitiré una alerta, señalando su posición en un mapa satelital, revelando su escondite. Sin mencionar que eso contraría el pacto entre ustedes dos.
»Supongo que no le convendría a nadie; ¿o sí Capitán? —declaró Épsilon.
Enumerar las habilidades de la inteligencia artificial era imposible. Iban desde reconocimiento facial, insubordinación, hasta control remoto de sistemas; sin duda era un artefacto de lo más notable. No obstante, ¿cómo ingresó a la red local?
En eso, Malcom Layne entró a la sala tan rápido que el guardia no tuvo tiempo de anunciarlo.
—Laila me informó de forma parcial; ¿qué ocurre? —preguntó el rubio de bata.
—Perdimos Larpa, El Claro está expuesta; necesito que entres a la red e interceptes los últimos mensajes en ese cuadrante.
»Quiero saber a qué hora fue el ataque, quién dió la orden y, de ser posible, saber que armas usaron. ¡Lo quiero todo! —ordenó Chagnut.
Malcom se acercó a la computadora central y comenzó con su labor.
La sala de control contaba con la tecnología suficiente para hackear la red global de comunicaciones, o la gran red, y conseguir fragmentos de llamadas, mensajes, correos, y cualquier otro tipo de archivo multimedia conectado al ciberespacio en ese momento.
No obstante, incluso para un ingeniero de la talla de Layne, era un poco tardado; eso sin mencionar que la UAN podía poner candados de seguridad, lo que retrasaría el tiempo estimado.
—Malcom, ¿sabes cómo la IA de Nikolay Ginneorie entró en nuestra Tbs? —preguntó Chagnut.
Sabía que no era el momento oportuno, sin embargo era una inquietud que quería sacar antes de involucrarse más en el asunto de Larpa.
—Yo le dí la contraseña; de cualquier forma hubiera logrado burlar la seguridad. Épsilon es un AIP muy avanzado —respondió Malcom mientras, el sudor caía por su frente.
»De hecho, él podría hacer éste trabajo más rápido que yo.
—Es una lástima, porque lo tengo aquí, conmigo, y se niega a hacer algo a menos que Nikolay se lo ordene —contestó Alan.
—Pues le convendría llamarlo, el sistema está sobresaturado; será casi imposible conseguir algo.
»El asunto de Larpa conmocionó a toda la región —declaró Malcom.
Chagnut aceptó la sugerencia del ingeniero, no tenía otra opción; el asunto era importante y no podía detenerse por consideraciones absurdas.
En tanto Alan hablaba por el comunicador, pidiendo la presencia de Nikolay; Layne conectaba el smarthear a la computadora central, así le sería más fácil a Épsilon entrar a la red Tbs.
Treinta minutos después, Laila y Nikolay entraron al mismo tiempo; seguidos por Martinillo, quien sostenía una taza de café. Juntos, cruzaron el pasillo y bajaron por la escalera hasta encontrarse con Alan.
—Nikolay, ordena a tu cosa esa que me obedezca; o has que consiga información del ataque a Larpa y registros telefónicos, o de vídeo de la región; todo lo que pueda —ordenó Alan.
—Está conectado al sistema de altavoces, puedes hablar y él te escuchará —agregó Malcom, tomando asiento en la gran mesa al centro de la habitación.
—Épsilon, ya escuchaste al capitán; obtén cualquier registro de llamadas, vídeos, mensajes e imágenes recientes de Larpa —pidió Nikolay.
—Sólo hay registros; 23 llamadas se realizaron a las 13:00 pm, sin embargo la señal se cayó a las 13:01. Toda la región quedó incomunicada por casi dos horas; no hay nada —respondió la IA.
—Imposible, ¿cómo se cae una red Tbs en un solo cuadrante? —cuestionó Alan.
—No es tan difícil, con un anulador de señal; y quizás con una antena podrían intensificar su efecto —comentó Malcom, cómo si fuera lo más obvio del mundo.
—Aunque suena muy inteligente ¿cómo se hace un operativo tan efectivo y coordinado sin comunicación entre los activos? —cuestionó Laila. Malcom se encogió de hombros.
—Bueno, podríamos rastrear las rutas de acceso a Larpa; autopistas y carreteras. Saber cuántos Warden entraron y con base en eso, trazar hipótesis de su estrategia —sugirió Chagnut.
—Házlo Épsilon, por favor —pidió Nikolay.
De inmediato, la pantalla se dividió en seis fragmentos, mostrando las principales carreras de acceso a Larpa. Ninguna mostró nada extraño, hasta que una flota de cruceros de tierra negros fueron captados por la cámara 2-6A, que daba a la carrera 56-sur; a las 12:50 pm.
Algo no pintaba bien, ninguno de los tres cruceros tenían logotipos a los costados; era ley federal que todos los vehículos oficiales, sin excepción, debían de contar con el emblema de la institución gubernamental correspondiente. Incluso los Warden tenían que apegarse a ese estatuto.
—¿Quién diablos son esos? —preguntó Laila.
—Estos no son Warden; deben de ser otra cosa —sugirió Alan.
»Nikolay, pide ver todas las grabaciones de las cámaras de esa ruta.
El castaño se lo pidió a Épsilon, y la IA hizo lo propio. Mostró las cuatro grabaciones que seguían el paso del convoy hasta llegar a la cercanía de Larpa.
Entonces, según mostró la grabación, un grupo de 30 hombres bajaron de los tres cruceros, todos con capuchas y vestidos de negro; sosteniendo martillos neumáticos, igual que si se tratara de un simple sub-rifle. Los extraños se agruparon y, por un momento, un destello cegó la lente de la cámara; segundos después la señal se cayó.
—¿Qué fue eso? ¿Los anuladores de señal emiten destellos? —cuestionó la teniente.
—En lo absoluto, son como pequeños modems; eso fue un efecto de refracción de la luz, causado por algo en el traje del solado. Un espejo, una navaja o algún objeto de imagen reversible —respondió Malcom, mirando con atención el vídeo.
—Épsilon, repite el último minuto de vídeo y congela la imagen cuando lo indique —pidió Nikolay.
La enorme pantalla mostró de nueva cuenta la imagen, y un segundo antes del destello, el castaño dió la señal.
»Bien, has un acercamiento a la sección 6-F.
En automático, las secciones no seleccionadas desaparecieron; dejando sólo una, que ocupó toda la pantalla. El brillo era causado por un distintivo al pecho del soldado, no obstante aún no era identificable.
ȃpsilon, reproduce la imagen en cuadro por cuadro, a 20 FPS.
La imagen transcurrió más lenta, pero no lo necesario para observar con precisión dicho distintivo.
»Regresa la imagen, ahora a 12 FPS —ordenó Nikolay.
Fue que el distintivo tomó forma, antes que el rayo del sol se reflejara en él. Era un águila de plata, muy parecida al escudo oficial de la UAN; de hecho cada dependencia de gobierno, desde la suprema corte de justicia hasta hacienda, contaban con un águila diferente. Sin embargo está era nueva.
—No conozco ese emblema. Épsilon ¿puedes identificar el emblema?
La imagen fue suprimida a diminuto recuadro en el lado superior derecho de la pantalla, y aparecieron los nueve emblemas de las instituciones más relevantes de gobierno. No había coincidencias.
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JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.
Science FictionNikolay es un chico que ha pasado toda la vida siguiendo los pasos de su hermano mayor, incluso después de que éste fuera asesinado en un atentado orquestado por un grupo de insurgentes rebeldes. Como militar ha jurado proteger la paz y el biene...