capitulo 16.

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Anticipación
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Bokuto no despertó hasta después de un par de horas, el estómago le rugió de hambre y él era conocedor de lo que podía hacer el instinto si no se le complacía incluso en esas cosas que eran tan banales, pasaba ya del medio día y no había probado bocado alguno, Akaashi dormía profunda y pacíficamente a su lado como nunca lo había hecho, así que con extremo cuidado abandonó la cama y se estiró logrando destensar los músculos y empezar a ponerse el pijama otra vez porque no pensaba salir de casa ese día.

Había despertado con una felicidad -y hambre- inmensa, así que con una que sonrisa se resbalaba por sus labios salió de la habitación caminando alegremente a la cocina.

Se le hizo extraño que al pasar frente al pasillo de la entrada vio una silla empotrada contra la puerta, quiso creer que era una ilusión pero después de frotarse los ojos la silla seguía ahí. Sin embargo, no quiso quemarse las neuronas tratando de adivinar que hacía la silla contra la puerta, así que le restó importancia y lo dejó estar.

El llegar a la cocina no pudo ser más fatal recordar cada mañana que no sabía cocinar y haberse levantado antes que Kuroo era una pesadilla, primero porque no sabía como llamar a un delivery sin morir de vergüenza, haciendo así que ordene todo mal y segundo porque se sentía mal ir a rogarle que se levantara para que hiciera algo de comer que no termine en incendio.

Pero Bokuto se decía improvisa, adaptate y sobrevive, porque sino moría de hambre y muerto no podía jugar volley ni pedirle matrimonio a Akaashi.

Bueno, sí que podía, pero eso no era un método cristiano -Diosito no aprueba que ocupen la ouija ni otros rituales satánicos, no lo hagan en casa, criaturas del señor- y seguro mata a Akaashi de un infarto.

Así que toda su desventura en el ámbito culinario se resumía a comer chucherías en bolsa, amurrado por recibir el odio injustificado de la cocina que tanto le gustaba ponerse violenta cuando él estaba enfrente.

Sí, había seguido tutoriales, recetas, consejos y esas cosas que hacían las personas normales, igualmente todo salía terriblemente quemado, incomestible y posiblemente venenoso. Todo ese talento que pudo tener en la cocina se lo gastó en el volley sin dudarlo un solo segundo.

Pero bueno, sin el afán de seguir humillándolo, el asunto era que Bokuto no se llevaba con la cocina y viceversa. Ahora se sentía un desastre, ¿Cómo le haría cuando tenga hijos con Akaashi y deba cocinar? ¿¡Los mataría de hambre o se intoxicarían!? Si se ponía a pensar, ¿Siquiera Akaashi se casaría con él si le contaba que hizo explotar agua en el microondas?

Mejor ocultaba su desgracia antes de que lo dejaran triste y abandonado, después aprendería a pedir delivery y compraría comida instantánea, por lo menos podía ocupar el hervidor sin hacer un cortocircuito.

Una de las ventajas de no saber cocinar sin poner en peligro a medida docena de personas era que tenía una buena excusa para llevar a Akaashi a cenar más seguido... Ya sabía que iba a hacer esa noche.

Pero por mientras, se concentraba en sobrevivir, engullir una bolsa de papas fritas era su objetivo en ese instante.

Por otro lado Akaashi estaba lejos de querer levantarse, se sentía tan cómodo entre las colchas suaves y las almohadas de plumas con el olor de su alfa impregnando en su cuerpo y en la cama.

Sentía el cuerpo liviano y húmedo, tenía una sensación cálida que resbalaba por su columna, el sudor seco también estaba impregnando en las sábanas siendo evidencia de lo que había pasado hace pocas horas.

Entre el mundo de la conciencia y el sueño Akaashi se hizo el recordatorio mental de que le diría a Bokuto que cambie las sábanas, vagando igualmente en la idea de despegar los ojos de una buena vez y dejar de dar la vuelta en la cama gozando de la sensación.

Perfect | BokuAka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora