Resplandecer
____________________Akaashi brillaba.
Bokuto nunca se cansaría de decirlo u pensarlo, a veces estaba de lo más normal sentado comiendo cereal -claro ejemplo de esa mañana- y empezaba a hablar de Akaashi en un monólogo extenso y demasiado alabador que hacía que sus padres se murieran de diabetes con solo oírle.
A veces, Bokuto perdía la cabeza pensado en Akaashi, se transportaba a otra dimensión donde todo era color amarillo -a Akaashi no le gusta el rosa, así que Bokuto lo visualizaba amarillo- lleno de corazones y amor por todos lados, y si no fuese porque en ese mundo no hay un Akaashi real, ese sería su lugar favorito.
Por ejemplo, Bokuto ahora se encontraba totalmente ensoñado en la entrada de la cocina mirando a su madre hacer un sándwich, la mayor en un principio no se había dado cuenta, pero cuando empezó a babosear que Akaashi era perfecto y que seguramente haría sándwiches muy buenos, dejó lo que estaba haciendo de lado y miró a su hijo, que según ella, era un tontito enamorado en potencia.
— Kōtarō, ¿Qué haces aquí? ¿No tenías una cita? — le preguntó con sorna, su hijo miró a ambos lados por el despiste. — Vas justo, tu novio debe estar esperándote.
Bokuto asintió y se dio media vuelta sin alcanzar a oír la risa de su madre y corrió al recibidor para agarrar una chaqueta y sus llaves. El sol bajaba lentamente aquella tarde, hacía algo de frío pero el clima era agradable, y aunque hiciera muchísimo frío no lo notaría al estar tan eufórico por salir con Akaashi.
Quedaron en verse en la entrada de la feria, esa semana un festival cultural pasaría por la ciudad y habían quedado de verse para dar una vuelta y a pesar de que ya había salido varias veces con el omega se seguía emocionando con la misma intensidad.
Su romance era joven, florecía fuerte y rápido, con un exceso de cariño y confianza que endulzaba a ambos, la sensación de pertenencia era abrumadora y dulce, las miradas eran empalagosas y ahora más directas y claras de nunca.
Bokuto amaba a Akaashi, estaba seguro, tan seguro como que aquel omega era más brillante y hermoso que el sol, era perfecto.
No se conocían de toda la vida, pero muy en el fondo creía que así había sido y que estaban destinados a acompañarse por el resto de sus vidas, con felicidad y ese calorcito acogedor que sentía cada vez que estaban cerca.
Su madre le había mencionado hace que un tiempo que tenía suerte, que había sido cosa de algo superior al destino encontrarse y que sus almas seguramente estuvieron unidas desde más allá su memoria. Y Bokuto le creía porque lo sentía, sentía a Akaashi como su destinado, su alma gemela.
Cuando lo veía, brillaba, ese aire reservado, serio y culto pero a la vez tan expresivo e inocente le endulzaban el alma, sus ojos petróleo miraban a la nada, a veces fijamente, pero siempre se iluminaban, a Bokuto le encantaba cada razgo misterioso que tenía, cada expresión que había llegado a conocer y cada faceta que el menor pasaba.
Había cotejado a Akaashi desde que lo conoció y éste nunca se mostró reacio, sino que correspondió gustoso, sin quejas de por medio, siendo tan peculiar y sorprendente con cada acción.
Siendo tan perfecto para sus ojos.
Cuando lo tenía cerca, todos los problemas se iban, la sensación cambiaba, volviéndose cálida y no había necesidad de un beso para expresar tal felicidad, a veces solo era una mirada o una sonrisa, pero se alegraba tanto de ser él el que provoque dicho sentimiento y viceversa.
— Bokuto-san. — la voz aterciopelada del menor llegó a sus oídos, dio un respingo por lo repentino que fue y se dio vuelta ansioso, Akaashi le sonreía ligeramente, con ojos enamorados, tan calmado como siempre. — ¿Vamos? Quiero dar una vuelta antes de que empiecen los fuegos artificiales.
Bokuto asintió y tomó su mano, atrayendolo para darle un beso en la mejilla y empezar a caminar entre la multitud.
Akaashi extendió más su sonrisa y apretó el agarre, pegándose más al cuerpo del alfa para embriagarse con su aroma y de paso rodearlo con el suyo.
Era placentero, saber que encajaban con el otro de manera tan única era satisfactorio. Eran ellos dos.
Bokuto y Akaashi.
Kōtarō y Keiji.
Alfa y omega, ambos enamorados hasta las puntas del pelo, con cada parte de sus pieles y cada fragmento de sus almas, era amor joven, más fuerte que ninguno, tan idílico y soñado, pero real.
Los dedos entrelazados y las sonrisas siguieron por todo lo que quedó del atardecer, y cuando las primeras estrellas adornaron el cielo, Akaashi cambió abruptamente el rumbo y caminó buscando un buen lugar para ver los fuegos artificiales, al final terminaron en la subida de una montaña, habían más parejas, grupos de amigos y familias al rededor, todos sentados mientras conversaban amenamente esperando el espectáculo, se sentaron en una zona que no tenía tanta ocupación, mirando al cielo oscuro y profundo.
Sus manos no se separaron y lentamente Akaashi dejó caer su cabeza en el hombro del alfa que miraba espectante las estrellas, permanecieron en un silencio cómodo, la respiración al par y entregándose calor corporal mutuamente.
Entonces, un ruido potente se oyó a la lejanía y en el instante el cielo nocturno se bañó de luces y colores resplandecientes, los ojos se ambos se iluminaron mirando la cantidad de colores reventar una y otra vez en el cielo estrellado, en ese momento lo único que podían escuchar eran los latidos de sus corazones, acelerados, llenos de emoción al estar con el otro.
Akaashi se dio media vuelta, mirando directamente a su pareja, con los iris dilatados y un leve sonrojo, sus manos subieron a las mejillas del peliblanco y las cariciaron con timidez.
— Es perfecto, Bokuto-san. — el menor apretó los labios, quería desviar la mirada, pero se mantuvo fija, con desición.
Bokuto sonrió, Akaashi se preguntó si podía existir algo más hermoso que eso y no pudo encontrar una respuesta afirmativa, su corazón se exaltó y la emoción le hizo sentir que se le apretaba el pecho, Bokuto se acercó lentamente hasta que sus labios se fundieron con los del contrario en un beso suave e inocente lleno de las sensaciones más puras de ambos.
Cuando se separaron, Bokuto se sonrojó, se quedó mirando a Akaashi por unos segundos y sus ojos parecieron tener más vida que antes.
— También eres perfecto, Keiji. — Akaashi aspiró aire nerviosamente y bajo la mirada, su nombre saliendo de los labios de Bokuto se escuchaba tan bien que podía morirse y estaría feliz. — Te amo.
El mayor atrapó el cuerpo de Akaashi en un abrazo y éste correspondió.
— También te amo.
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¿hay alguien con vida?.jpgHOLIWIS, CUÁNTO TIEMPO.
¡este es el penúltimo capítulo del primer arco! Bokuto se nos irá a la universidad <3.
lamentablemente el haitus no se irá todavía, pero la inspiración para escribir vuelve lentamente.
gracias por leer, votar y comentar, nos vemos cuando se me quite la flojera.
Lunes 9 de noviembre.
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Perfect | BokuAka
FanfictionEl amor a primera vista es un fenómeno bastante peculiar, dos miradas se encuentran, dos almas se cruzan y dos corazones se enamoran en un fragmento efímero de segundos. Bokuto es el alfa destinado de Akaashi, Akaashi es el omega destinado de Bokuto...