capitulo 5.

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Verano
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El verano al fin había llegado y con eso las ansiadas vacaciones, por lo que era normal ver niños jugando a pleno sol o tener las piscinas comunitarias apunto de explotar por la cantidad de gente que había en ellas, los centros comerciales estaban llenos y los adolescentes aprovechaban de salir con sus amigos.

O su pareja.

Pero bueno, el punto es que Akaashi, como cualquier adolescente normal, también saldría de su casa, con un amigo. Bokuto para ser precisos.

Llevaban una semana de vacaciones y solo habían tenido encuentros casuales, que eran básicamente Bokuto irrumpiendo en su casa a cualquier hora, todos los días, incluso en la madrugada -una vez trató de entrar por la ventana de su cuarto, pero lo empujó con una escoba pensado que era un ladrón-, pero ayer, después llegar posterior a la hora de almuerzo y jugar una partida de monopoly con sus madres, Bokuto le había planteado, de manera demasiado escandalosa, ir a dar una vuelta por ahí.

Puede que haya sido poco y algo de nula importancia, pero para Akaashi fue un acontecimiento histórico que merecía la atención de la galaxia entera, y por esa misma razón ya llevaba un par de horas revolviéndose el pelo frente el espejo mientras se cambiaba la camiseta una y otra vez.

Al parecer ese día, nada, absolutamente nada, le quedaba bien. Y lo deprimía, en especial cuando generalmente ni se miraba al espejo cuando se vestía.

Tan pronto como se terminó de probar la última polera de su clóset soltó un aroma desesperado, había hecho su habitación un desastre antinatural, tenía todo el pelo desordenado y por poco rompe el espejo debido a la impaciencia, por muy extraño que suene.

Ahora se encontraba recostado entre toda la ropa, mirando al techo mientras suspiraba exahusto. ¿Cuánto llevaba arreglándose? ¿Unas cuatro horas, quizá? No lo sabía. Perdió la cuenta cuando se cambió por tercera vez, pero había algo que estaba claro. Bokuto llegaría, y lo haría pronto.

Estaba apunto de levantarse cuando sintió que la puerta de su habitación era abierta de par en par y por solo más que inercia logró darse vuelta en el piso hasta quedar sentado en éste y mirar al invasor que interrumpió en sus crisis.

No era nadie más que Bokuto Kōtarō.

—¿¡AKAGSHE NOS VAMOS YA!?

Sonrió por acto reflejo evitando mostrarse nervioso al ser atrapado en su pequeña crisis por el mismísimo epicentro de ésta y se levantó rápidamente quedando frente a él.

— Espere un minuto, Bokuto-san.

Y lo empujó fuera del cuarto cerrando la puerta de golpe y se apoyó contra ésta, Bokuto, al otro lado, quedó medio confundido mientras susurraba.

— ¡Aquí te espero, Akagsheee!

Más bien lo gritó, pero con un tono más bajito de lo normal, así que Akaashi lo sintió como un susurro.

Lo primero que hizo fue correr hasta su ventana para abrirla y disipar su olor a albaricoque desesperado y cereza indecisa y calmarse un poco para agarrar a una velocidad anormal los montones de ropa que estaban en todas partes y estamparlos de una en su clóset con la promesa de ordenar todo después. Se paró en frente del espejo, revisándose de manera fugas para al menos observar si iría con decencia por la calle.

Jeans azules, una camiseta con rayas negras y blancas que no llegaba a ser ceñida y unos zapatos que compró en una barata. Después de arreglar la camiseta -la tenía al revés- se acomodó el pelo como normalmente lo traía, se dijo a sí mismo que no se veía mal y se puso sus lentes que residían sobre el velador dispuesto a salir de una vez, pues sacar a la fuerza a una persona y dejarla esperando, según su punto de vista, era de muy mala educación.

Perfect | BokuAka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora