capitulo 11.

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Mundo.
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Por mucho que Bokuto haya tratado de esquivar ese momento, era inevitable; era parte de crecer, pero Bokuto no estaba listo, quizá emocionado, muy emocionado, pero también tenía miedo.

Fue imposible de evitar el hecho de que se graduaría y así lo hizo, consiguió una beca deportiva en la Universidad Estatal de Tokio y ahora hacía un berrinche monumental porque no quería irse del Fukurodani.

¿Y por qué? Porque Bokuto sabía que a Akaashi le quedaba un año en el Fukurodani y si a Akaashi le quedaba un año y a él no, no podría acompañarlo cada mañana ni estar con él para protegerlo de los omegas envidiosos y los betas y alfas calientes que tenían en la mira a Akaashi.

Para Bokuto, ir a la universidad, más que una oportunidad para forjar su futuro, era un problemita algo grande. Según él, la universidad era mala; limitaba su tiempo con Akaashi y lo alejaba de él de manera considerable.

Así que ahora, con toda la paciencia del mundo, Akaashi trataba de explicarle que ir a la universidad no era el fin del mundo y ya se empezaba a cansar porque cada vez que encontraba un buen detalle, Bokuto lo mandaba por la borda.

El que se supone que debía tener miedo por su relación era él, pero Akaashi no tenía tiempo para tener miedo con Bokuto cerca, así que con la cabeza del albino en su regazo se encargaba de acariciar sus cabellos, sonriéndole con calma.

Estaban en la habitación de Bokuto y próximamente sería el estudio de arte de la madre del mayor, supuestamente había ido a ayudarle a empacar pues se mudaría con Kuroo esa misma semana y tan pronto como Akaashi apareció en el cuarto, Bokuto decayó en un montón de inseguridades. Así fue como llegaron a recostarse en la cama para calmar a Bokuto que estaba a nada de tener un ataque de pánico con sus pensamientos autodestructivos.

Akaashi nunca en la vida había odiado tanto algo inanimado como odiaba a la universidad por desesperar a Bokuto.

— No es el fin del mundo, Bokuto-san. — el mencionado hizo un puchero como por novena vez en los últimos quince minutos y hundió más su rostro en el torso del menor, abrazándolo mientras soltaba un aroma amargo.

« Siempre tan infantil » pensó Akaashi, pero así lo amaba.

Amaba cada una de sus facetas tal como Bokuto amaba todas las suyas.

— Sí lo es. — se quejó sacando la cabeza del torso de Akaashi, mirándolo con los ojos cristalinos . —; Eres mi mundo.

En ese preciso instante su estómago se revolvió a causa de las mil emociones que experimentaba al minuto.

Su mundo.

Es su mundo. Bokuto creía que era su mundo.

Su sonrisa se extendió mucho más allá del límite al oír con fragilidad esas palabras, en su interior revoloteaba toda clase de animal revolviendo sus intestinos de la emoción, y aunque suene muy raro era la forma más normal se describir el sentimiento.

Por un minuto el albino creyó haberla cagado y estaba listísimo para tirarse de la ventana, ¿Lo había dicho muy pronto, verdad? Así que decidió pararse para realizar su cometido. Sin embargo, su plan se vio frustrado cuando Akaashi acunó su rostro entre sus manos y lo sorprendió con un beso acelerado y casto debido a la adrenalina.

Su corazón latía tan rápido que creía que en cualquier minuto se le escaparía por la garganta o terminaría por salir de su pecho así nada más. Los ojos de ambos brillaban, a Akaashi se le escapó una risa mientras veía a Bokuto completamente sonrojado.

— No me iré a ninguna parte, Bokuto-san. — la mano de Akaashi acarició el rostro de Bokuto, bajando lenta y puramente. — Yo siempre estaré aquí.

Entonces señaló el corazón del semi albino. Akaashi no decía aquellas palabras al aire, sino que las decía como algo muchísimo más allá de una promesa, no lo veía como un deber o una necesidad, tampoco como una forma de vida, era mejor dicho como una elección propia e indudable.

Porque Bokuto y Akaashi eran almas gemelas y tenían mucho que aprender del otro, al igual que disfrutar y compartir.

Lentamente el miedo fue desalojando su interior, sus brazos dejaron de apretar con fuerza y propiedad la cintura de Akaashi y su aroma empezó a estabilizarse, un calor interno crecía con la insistencia del fuego, propagándose calurosamente por cada lugar de su cuerpo y alma.

Confiaba. Sí Akaashi decía que estaría en su corazón siempre Bokuto le creería porque sabía que el omega no juraba en vano. Muy en su interior había un algo que simplemente no le permitía desconfiar, sentía que era imposible, entonces cuando los ojos del rostro estoico de su pareja quedaban mirando fijamente los suyos lograba comprender; lo amaba, tenía una confianza ciega en él.

Y así sería sin importar cuanto tiempo pase.

Akaashi era magnífico, la persona más sorprendente que pudiese tocar la tierra, era tan perfecto que Bokuto se llegaba a preguntar cómo fue que llegó a fijar en él.

Entonces, los ojos de Akaashi brillaban con únicamente mirarlo a él y solo a él y una diminuta sonrisa se abría paso, así se daba cuenta de que Akaashi lo amaba tanto como él lo hacía.

Y se sentía dichoso, su alfa interno se retorcía de felicidad sintiendo el olorcito que expedía el omega igual de enamorado, Bokuto juraba ser la persona más afortunada del mundo.

Así que con solo esa mirada lo deducía todo, sabía perfectamente que Akaashi siempre estaría ahí y el miedo se iba. Una vez calmado lo abrazó con todas las fuerzas que tuvo haciendo la promesa silenciosa de que se verían en todos sus ratos libres, que llegarían a mimarse y a contarse el día del otro hasta que cayera la noche y les pesen los párpados.

Y entonces Bokuto soltaba un poquito a Akaashi para ir caminando a un paso decidido a la independencia y a un futuro que prontamente construirían juntos.

Porque ellos siempre estarían juntos.

Porque ellos siempre estarían juntos

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FIN










del primer arco :D.

¡Holiwi! ¿cómo están?

10K 10K 10K 10K 10K LLEGAMOS A LOS 10K  DE LECTURAS QUÉ EMOCIÓN AKDJSKJDKSJDJ, MUCHAS GRACIAS ESTOY LLORANDO BRILLITOS REALMENTE CREÍ QUE ESTO NUNCA PASARÍA, TODAVÍA RECUEDO LA INSEGURIDAD QUE TUVE AL PUBLICAR ESTO TuT.

¡En fin! MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LEER.

nos vemos pronto~
Lunes 23 de noviembre.
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