capitulo 2.

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Lluvia
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Era la primera vez que otro alfa que no sea su madre se encontraba en su habitación. esto podría tomarse como algo particularmente extraño, o en el buen sentido, sorprendente.

No pasaron ni dos semanas para que Bokuto tomara confianza con Akaashi y se le pegara como abeja a la miel, se demostraban lo felices -inconcientemente- que estaban cuando sus olores se fundían en uno dulcemente y Akaashi no tardó mucho en presentarle a sus madres, fue rápido y espontáneo, pues en realidad no lo tenía planeado. Fue un día en que el otoño hacía su transición con el invierno y de manera repentina se había puesto a llover. Bokuto, como muchas otras veces iba pegado a él para ir a dejarlo a la puerta de su casa, cuando la lluvia, ni piadosa ni suave, les cayó a ambos encima.

Tuvieron que correr cinco cuadras completas o quizá un poco más, el alfa iba tirando del omega para ir más rápido y mojarse menos. Iban a la casa de Akaashi, pues era la más cercana a la posición actual que tenían y Bokuto seguramente insistiría en ir a dejarlo incluso mientras seguía lloviendo, por lo que se ahorraría un berrinche de su parte. Akaashi se preguntaba internamente por qué el alfa era tan terco cuando se trataba de él.

Cuando llegaron al porche de la casa de Akaashi, Bokuto se pegó a él en el intento de manter el calor, un viento frío y ruidoso acompañó el tormenta en el momento exacto en el sus brazos lo protegieron de la ventisca, sintiendo su calor corporal mientras el olor a nuez y fresas inundaba sus sentidos, por lo que puramente por inconsciencia logró sacar las llaves de su mochila y abrir la puerta sin caer ante la embriagante sensación que provocaba el albino con solo el hecho de estar cerca.

Se supone que ese día sus madres no volvían hasta tarde del trabajo, pero por algún encantamiento malvado del destino o simple casualidad, ahí estaban las dos, mirando curiosas la puerta de la entrada al sentir el aroma de un alfa cercano al de su hijo.

Akaashi se maldijo internamente al verlas a las dos, con las perlas muertas, redondeas y bien abiertas mirando a Bokuto que tiritaba un poquito por el cambio de temparuta atrás de él. Trató de llevárselo al segundo piso, pero aquel búho era una criatura social y escandalosa, por lo que lo inevitable tuvo que pasar.

Bokuto las vio inmediatamente al pasar frente a la puerta de la sala, sus ojos brillaron como cuando conocía a alguien nuevo y miró a ambas mujeres, después a Akaashi y repitió varias veces el procedimiento con el encanto y la ternura plasmadas en el rostro.

— ¡AKAGSHEEEE ERES IGUAL A TUS MAMÁS! — terminó por gritar, era eufórico y emocionado, su madre omega sonrió de lado al ver la energía del joven, recordándole brevemente a su pareja.

Las dos mujeres en sí era muy diferentes, Mikoto, la alfa, tenía la piel clara y el café oscuro —casi negro—, era alta y tenía los ojos redondos y con un azul semejante a la gasolina. Yukiko, la omega, tenía la piel tostada y el pelo café claro, los ojos verdes y media un poco menos que Akaashi, pero su hijo era una mezcla equilibrada de ambas.

— Sí, Bokuto-san, son mis mamás después de todo. — le respondió, Akaashi tomó la mano de Bokuto por inercia y se dirigió a sus madres. — Oka-san, Oka-chan, si me disculpan, me llevaré a Bokuto-san arriba, está empapado y necesita cambiarse por algo seco.

No esperó respuesta para subir jaloneando a Bokuto, quién hablaba y hablaba de lo parecido que era a sus madres, pero igualmente antes de cerrar la puerta de su cuarto escuchó la contestación.

— ¡Bajen para cenar después! Oh... ¡Keiji no cierres la puerta! — gritó Mikoto, pero segundo después escuchó un fuerte estruendo. — ¡Auch! ¡Yuki no seas tan bruta, duele!

Perfect | BokuAka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora