Prólogo

13.5K 501 118
                                    


Camila's Pov

-¿De verdad no te importa quedarte con todo esto? –me preguntó Verónica, entrando un par de cajas más en el departamento.

-No, no pasa nada –le aseguré con una sonrisa. Ésa era una de las ventajas de vivir sola. Aparte de tener espacio para mí y para mis cosas, también lo tenía para las cosas de mis amigas. O para las cosas de las hermanas de mis amigas.

-Es que yo no entiendo de dónde saca tantas cajas mi hermana. Desde que se vino a vivir con Keana y conmigo, no doy a basto. Como si no tuviera ya bastante con Scott y con Keana, ahora también tengo que ocuparme de las cosas de Lauren –murmuró, dejando la última caja en el suelo.

Sonreí de nuevo y negué lentamente con la cabeza, acompañándola interiormente en el sentimiento. Aunque le dijera que la entendía, no era así. Yo vivía sola. Vero, en cambio, tenía que cuidar de su esposa, de su hijo, y en aquel momento, también de su hermana.

-¿Cuánto tiempo va a quedarse con ustedes?

-No lo sé. Ella dice que no demasiado, hasta que encuentre otro lugar en dónde vivir, pero estoy segura de que ese momento tardará en llegar –suspiró con resignación. Yo sabía que quería con locura a su hermana, pero podía llegar a comprender lo cansado que sería ocuparse de tres personas ella sola. –Aunque no pienso reprocharle nada. Últimamente está insoportable, y lo último que necesito es una discusión con ella.

Asentí lentamente, en silencio. Yo conocía a Lauren desde que íbamos al instituto, pero tampoco demasiado. Hacía un par de años que no la veía a pesar de que suponía que vivíamos en la misma ciudad, pero Verónica me mantenía informada sobre la vida de su hermana. De todas formas, agradecía el hecho de que no nos encontrásemos a menudo. Nunca habíamos tenido mucha relación, ya que ella era dos años mayor, pero yo sabía que siempre había sido muy independiente. No se llevaba nada bien con sus padres, más o menos como Vero, y decidió independizarse cuando alcanzó la mayoría de edad. Por esa razón, dejé de verla cuando iba de visita a casa de ellas. Además, en toda nuestra vida sólo habíamos intercambiado un par de palabras, así que se podía decir que ni siquiera habíamos mantenido ninguna conversación.

-¿Estás segura de que no va a necesitar nada de lo que hay en las cajas? –le pregunté, retomando de nuevo la tarea de llevar las cajas hasta el pequeño desván que había.

-Supongo que no, así que por esa razón te las he traído. No sabes lo mucho que te agradezco que te las quedes –me dio las gracias por enésima vez.

-No, no es nada. No me importa, ya ves todo el espacio que me queda.

-Claro, si tuvieras ha alguien con quien compartir ese espacio que queda en tu casa, pero sobretodo en tu cama… –insinuó Verónica con una sonrisa traviesa a la que contesté con un fruncimiento de ceño.

-No empieces con eso –me crucé de brazos.

-Vamos, Camila, admite que tengo razón.

-No, no tienes razón. Me gusta mi espacio. Me gusta vivir sola.

-¿Y hasta cuándo será eso? ¿Hasta que seas una viejecita solitaria, llena de arrugas y acompañada por seis o siete gatos?

Entrecerré los ojos ante su positiva visión de mi futuro y suspiré, cansada de tener que soportar esa conversación cada vez que nos veíamos.

-Me encanta que opines eso de mí, Vero, pero no creo que mi situación sea tan horrible. Aún soy joven, déjame disfrutar de mi soltería.

-Si no me importa que estés soltera. Lo que me sorprende es tu poco interés por el tema sexual. Porque dime, ¿cuándo fue la última vez que mantuviste una buena sesión de sexo con alguien que valga la pena?

Burning Heart (Adaptación Camren G!P) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora