Capítulo 8

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Camila's Pov

De acuerdo. ¿Qué demonios me había ocurrido? ¿Por qué me sentía como si un camión de unas cuantas toneladas acabara de pasar por encima de mí? Me costó varios intentos abrir los ojos, que parecían pegados con pegamento a mis párpados. Cuando lo hice, estuve a punto de quedarme ciega. La luz que entraba por las rendijas de la persiana me dio de lleno en el rostro, y lo único que pude hacer fue rodar por la cama hasta que conseguí enterrar mi rostro en la almohada. Poco a poco, estiré mis brazos y mis piernas, abrí y cerré todos mis dedos. Me dolía todo el cuerpo pero, definitivamente, en mi cabeza se estaba librando una cruenta batalla. Parecía que tenía mil agujas clavadas en el cerebro, y para colmo, no recordaba gran cosa de la noche anterior. Abrí los ojos de pleno, levanté la cabeza y me incorporé hasta que logré sentarme en la cama. La noche anterior. ¿Qué había pasado la noche anterior?

Me rasqué la cabeza, confundida, e intenté salir de la cama. Cuando lo hice, mis ojos se abrieron de par en par. ¡Estaba desnuda! Bueno, quizá no tanto, pero me faltaba ropa. Claro que me faltaba ropa. Recordaba a la perfección que me había puesto un suéter fino sobre la blusa de tirantes, y en aquel momento, el suéter no estaba por ninguna parte. Y lo peor de todo. Tampoco llevaba puesta la falda.

¿Alguien podía explicarme qué mierda había ocurrido? Sólo había una persona que podía aclararme por qué me encontraba tan mal y por qué me faltaban prendas de ropa. Pero claro, no iba a salir de la habitación en ropa interior. Continuaba siendo mi casa, pero no era necesario que Lauren viera más de lo debido. Aunque, tal vez, ya lo había visto… Sacudí la cabeza. Me negaba a creer eso. Me coloqué mis pantalones de la pijama y salí de la habitación sin más miramientos, agarrándome un poco a las paredes. Todavía estaba algo mareada. Genial.

Encontré a Lauren recostada en el sofá, leyendo el periódico. Lo habría ido a comprar ella, porque yo nunca solía comprar el diario.

-Vaya, buenos días, borrachita – ¿Borrachita? No, por favor. – ¿Qué tal la resaca? –me dedicó una sonrisa burlona mientras dejaba el periódico doblado en la mesilla que había delante del sofá.

-Pues… estoy perfectamente. –quise quitarle importancia al asunto. No quería que supiera que estaba a punto de explotarme la cabeza. – ¿Qué demonios ocurrió? –fui directa al grano.

Ella se rió entre dientes, pero después se levantó y se estiró como un gato.

-Creo que vas a necesitar una buena dosis de café para escuchar lo que ocurrió. ¿Te gustaría un poco?

Mmmm… café… Eso era justo lo que necesitaba, por lo que asentí con rapidez, ávida de algo de cafeína. Mi cuerpo necesitaba despertarse. Seguí a Lauren hasta la cocina, donde me sirvió una taza de café, previamente calentada en el microondas. Por lo menos había sido amable y había puesto una cafetera. Yo no me veía con fuerzas ni para hacer eso.

-¿Te encuentras bien? –preguntó, echándole un par de cucharadas de azúcar a mi desayuno.

-Pues… creo que mi cerebro va a explotar de un momento a otro, y tengo la sensación de haber arrastrado la lengua por el barro. Creo que eso no es encontrarse bien –me resigné, tomando la taza de café entre mis manos. En aquel momento, lo necesitaba como el aire que respiraba. – ¿Vas a contarme lo que pasó o tengo que esperar aún más?

-Creo que ya intuyes lo que sucedió. Te emborrachaste con cinco cervezas.

Cerré los ojos. Vaya mierda, qué triste que era mi vida.

-¿Y por qué me he despertado casi desnuda? –aquello era lo que más miedo me daba preguntar, pero necesitaba respuestas. No sabía lo que había hecho, y temía que la respuesta de ella fuese algo tremendamente humillante, pero aún así, necesitaba saberlo. Tal vez se hubiera atrevido a abusar de mí, aprovechando mi bochornoso estado de embriaguez.

Burning Heart (Adaptación Camren G!P) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora