Capítulo 20: Ojos Violetas.

83 5 0
                                        


- Eran pasada la media noche – explicaba Ruyi Xian mientras se acomodaban en la tienda, sus palabras eran ásperas – los caballos estaban nerviosos, envié por mas centinelas, algo estaba mal, encontraron dos de mis hombres degollados, sonó la alarma y comenzó el baño de sangre. Los muy tontos entraron a la tienda de mi hermana mayor y trataron de tomarla de rehén.

Ni siquiera pestañeo, conocía bien a la hermana mayor de Ruyi Xian, Zhi. Esa si era una mujer dura de roer, incluso ella lo pensaría dos veces antes de ofenderla. Era alta, tan alta como su hermano, había criado a todos sus hermanos por la falta de una madre, les había enseñado personalmente a pelear y montar a caballo, su propio padre la valoraba mejor que a sus hijos varones, su esposo era un hombre grande y torpe el cual se volvía manso en las manos de esa mujer.

- Imagino que esos son los que no pudo regalarme.

- Si bueno, no estaba en mis manos.

- No lo discuto. – tomo algo de la carne que le ofrecían – ¿Lograron que hablaran?

- Hasta por los codos. Aunque quizás las preguntas de Su Alteza sean diferentes a las mías. – la sonrisa diabólica se dibujó en su rostro marcado por las cicatrices – Esa gente de Yan de verdad cree que aquí solo hay salvajes. Son un poco molestos, imagino que Su Alteza se prepara para darles más trabajo.

- Supone bien, supone bien. Quiero pasar un tranquilo invierno, vino, comida, música, buenas fiestas mientras me envuelvo en pieles, así que planeo que sea rapidito, a ver si se van rápido.

- Siempre me ha gustado como piensa. El día que Su Alteza decida casarse le aseguro que la procesión de boda llenara las calles. – soltó en medio de la risa.

- No bromee así, solo soy la hija de alguien, me casare cuando mis padres decidan, no es mi decisión.

- Hija filiar, hija filiar, debería ser más rebelde. – acuso.

- Esas mismas palabras les aconsejare a sus hijas.

Ruyi Xian casi escupe la bebida, derramándola en el suelo y la miro esta vez aterrado, él era padre de cuatro hijas, aún era pronto para bodas, según él.

La guio hasta la carpa donde tenían al prisionero, ni siquiera custodiaban el lugar, al entrar o hallaron en el mismo lugar donde el señor de los Ruyi lo había dejado, amarrado y amordazado al pilar del centro de la tienda.

¿Por qué no había escapado?

Fácil. Los Ruyi tenían un extraño sistema para prevenir esto, no utilizaban ni grilletes ni cadenas, solo simples cuerdas, pero a los pies del prisionero permanecían echados dos magníficos lobos blancos, dándole justicia a los Ruyi como domadores que eran. Con el mínimo movimiento los animales gruñeron antes de ser silenciados por su amo, al mismo tiempo recompensados con carne seca.

- ¿Está seguro de que lo dejo vivo? Yo lo veo demasiado magullado.

- No lo está tanto, miré usted, aún tiene sus ojos y la lengua... tampoco le falta ninguna extremidad, solo le di unos ligeros golpecitos para animarle a hablar.

La muchacha volvió a echar un vistazo, no entendía la definición de "ligeros" de Ruyi Xian, lo habían molido a golpes.

- Despiértenlo. – ordeno.

El agua fue salpicada sobre este, debía estar completa helada ya que despertado tiritando del frio mezclado con el dolor.

Lo primero que vio este fue la misma gente que lo habían golpeado, busco por instinto a las dos bestias que lo resguardaron, ahora al verlos lejos se sintió menos ansioso, pero solo hasta que vio un rostro desconocido.

Se aterrorizó con el muchacho menudo y de aspecto hermoso que lo estudiaba, aquel chiquillo no tenía una presencia tan amenazadora como sus compañeros allí presentes, pero fue la mirada la que temió, sus ojos no eran comunes, la mirada violeta era fría y calculadora, sin un ápice de humanidad, no reflejaba ninguna emoción.

Temió... había escuchado los rumores del diablo de aquellas tierras, un hombre tan hermoso como un hada, pero sanguinario como un demonio, con una mirada fuera de este mundo. Todos sabían de él, pero muchos simplemente exageraron en las palabras contadas, ignorando completamente al verdadero hombre que como una fiera protegía aquella frontera.

- Sabes quién soy, ¿verdad? – asintió – Bien, solo dime lo que quiero saber, si mueres de mi mano habrá misericordia, si te dejo en manos de los Ruyi no quedará nada para que pueda llegar al palacio del Rey Yama*.

Ni una palabra, seguía perdido en el color de sus ojos.

- Es realmente molesto cuando no son lo suficiente inteligentes como para responder. – dio dos pasos y se posiciono enfrente – Puedo ser realmente cruel, lo peor es que garantizare que siempre puedas vivir al día siguiente para continuar con el mismo ciclo una y otra vez. Tranquilo, yo podré dormir bien cada noche, tu muerte no ensuciara mis manos.

Ruyi Xian escuchaba atentamente las palabras del monarca de esas tierras, era fuerte, la admiraba, aquella chiquilla tenia mano de hierro y temperamento templado, sabia cuando utilizarlos. Había ganado la confianza de todos, era de temer, se había adaptado al lugar y no trato de cambiarlo, tomo lo mejor de ambos mundos y lo había hecho suyo.

Envuelta en su capa de pieles no toco ni un dedo del prisionero, dos soldados de sus propias tropas colocaron un asiento para que se acomodara frente a este mientras otro de ellos traía hierro caliente.

- Le agradezco a Ruyi Xian, me ha dejado las partes del cuerpo intactas, el olor de la carne quemada no me molesta. – señalo al prisionero – procedan, los ojos no, quiero que se me vea bien, es más emocionante así. Ahora dime, ¿Cuál es realmente el objetivo de tu gente? No creo que mis tierras sean el verdadero objetivo, hay algo más.

Nadie sabría diferenciar entre un engaño y la realidad, era fría y tranquila, no mostraba ninguna emoción en aquella mirada.

- Bai Lang – susurro aterrado mirando al soldado que se acercaba con el hierro caliente – Bai Lang es el verdadero objetivo, sitiar Tongwancheng es nuestra tarea, debemos impedir que den refuerzos a Bai Lang.

- Vez, no era tan difícil.

Liu Shui Yue se retiró dejando al prisionero en manos de los Ruyi. El los ofendió, tenía que pagar el precio de sus acciones, ahora ellos tomarían la decisión, serian juez y verdugo. Tenía que agradecer a Ruyi Xian, toda la tortura realizada anteriormente lo había dejado sin ápices de esperanza, había hablado, era lo único que importaba.

La princesa/duquesa sonrió satisfecha, se acercó a su caballo y volvió a montarlo. Ruyi Xian caminaba tras ella, se acercó para despedirla.

- Espero verlo en Tongwancheng, no prometo un gran banquete, deje a buen reguardo a las damas en la capital.

- Entonces no iré, la ventaja de ir a sus banquetes aparte del buen vino son las mujeres.

Liu Shui Yue se carcajeo sin ninguna educación, saludo con la cabeza y galopo mientras se unía a sus soldados para regresar a la ciudadela. No se detuvieron para nada durante todo el viaje de regreso, la pensativa mujer permaneció concentrada, recordando cada una de las palabras de Ruyi Xian y los ojos aterrados del prisionero cuando supo quién era ella.

- Alteza

El grito vino de uno de sus hombres, se volteó para ver la dirección que le señalaban, ahí lejos de la visión de las murallas de Tongwancheng una avanzada de soldados de Yan marchaban directamente hacia la ciudadela.

- No se detengan, suenen los cuernos.

Acatando la orden, cuatro de sus jinetes tomaron los cuernos en su cintura y los sonaron, el sonido desgarrador rompió el silencio del ocaso, la alarma fue escuchada por ambos francos, que más daba si ella se delataba en aquel momento, lo importante era la seguridad de Tongwancheng. 



*Rey Yama o Iama: Rey del Inframundo. 

La Diosa de la Guerra - El Sol de Xia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora