No es que las cosas salieran mal, es que Liu Jin Xi tenía otros planes, dejando atrás el manto que la cubría corrió por las callejuelas, descuidando por completo su seguridad. Li Zhe le entrego una cuchilla no más larga que su mano, era solo una pequeña protección no serviría de mucho pero deberían seguir improvisando.
- Por aquí.
La guio ágilmente, perfectamente coordinado entre los callejones, la nieve comenzó a caer, descendiendo gradualmente la temperatura.
- ¿Esta fue su segunda alternativa?
- Si. – La Hu Die no vacilo en responder, ella era su Ama.
Una inexplicable tristeza se asomó en la mirada de la princesa, ver a Jin Xi siendo tomado prisionero mientras dejo pasó para que lograra escapar de la mano de Zhi Le, lo reconocieron a él, no a ella. Pensando que solo era un daño colateral en aquella escaramuza que se convirtió en una batalla ganada para Yan. Liu Jin Xi era consciente de que mejor el que ella, por eso la saco de allí.
Corrieron mucho antes de perder a los guardias, en el camino perdió algunas de las horquillas que terminaron en el cuerpo de alguno de ellos que casi pusieron sus manos en ellas.
Ahora con un poco más se seguridad aun entre las callejuelas pudo hablar.
- Dime que por lo menos algo salió bien.
- Alteza, todo salió bien.
Ala su mano.
- ¿Todo?
Zhi Le asintió, tomo la mano de su señora y la ayudo a saltar el muro.
Odiaba a aquel Guo Hundun, la sonrisa odiosa con la que la deseo y la misma con la que le vio golpear a Liu Jin Xi como un premio entregado en bandeja de plata. No le importaban los complicados planes que Liu Jin Xi se planificara, a ella no le importaban.
Odiaba a todos aquellos que por años conspiraron y la apartaron de todo lo que debía ser suyo, no se arrepentía, pero tampoco les agradecía.
Lloro mucho, durante tantos años actuó fuerte y en pequeños momentos desahogaba todo su dolor, pero por alguna extraña razón en este momento la ira no le permitía soltar ni una sola lagrima.
¿Acaso sus lágrimas se habían secado?
¿Su corazón se endurecia?
Ella no era alguien que ofreciera obedientemente su otra mejilla tras recibir una bofetada. La venganza era un deber sagrado, el filósofo lo escribió, no se podía vivir bajo el mismo cielo que asesino del padre, ni dejar de empuñar la espada contra el matador de un hermano.
Les haría pagar y ella misma azotaría a aquel bastardo.
- Princesa, debemos marchar.
- ¡Jin Xi! – susurro en su pesar antes de dar la media vuelta.
- Su alteza ordeno que la sacáramos de Yan. Él tiene un plan de respaldo, su gente también está aquí.
- No podemos regresar a la posada.
Los papeles se encontraban en posesión de las dos mujeres, tal y como Liu Jin Xi le menciono la noche anterior se recordó a si misma cuán importante era que mantuvieran aquella lista y regresaran a Xia.
Cambiaron sus ropas por las de hombre, dos campesinos con sombrero de paja salieron del edificio sosteniendo una carreta, a ellos se les acercó una niña asustada y su hermano, al intentar hablar se quedó en blanco, antes de que Zhi Le le entregara una cesta con comida, en ella las instrucciones para que pudieran escapar de Yanying.
Aquellos que eran un daño colateral de su escaramuza no podían ser dejados atrás.
- ¿Se siente culpable?
- Si y no, también quiero vivir, así que no debería.
Ventoso invierno en la montaña nevada que esperaba a su gente, el caballo de guerra relinchaba mientras la mujer envuelta en pieles miraba el horizonte, una mirada triste que se mezclaba con dureza y el fuego que revolvía su sangre. El vestido carmesí se ocultaba bajo todas esas pieles blancas como la nieve misma, su cabello perdió la tintura que lo ocultaba en tonos de negra brea, dejándolo ahora la vista con pequeños rayos de sol que se iluminaban con sus ajiles ojos violetas volvían a ver la luz del día, princesa sin mascara dorada para ocultar esos ojos y las facciones que nadie conocía.
Tras ella los de Bai Lang la miraba como su más grande esperanza, aquellos soldados que habían esperado en el paso el regreso de su príncipe y decepcionados solo vieron a la joven princesa.
El rumor de que el Duque de Li Yun era la princesa se extendió entre las tropas ahí establecidas, las noticias llegaron desde la ciudad frontera, en menos de un día comenzaron a verla con otros ojos, ojos llenos de esperanza.
Eran pocos, pero a la vez muchos. Eran los que hablarían tras retornar, eran los que llamarían a los suyos y la adoraran. Su fiel Mariscal nunca le decepciono, a su llegada al paso fronterizo ya la esperaba. Ese Murong Wan que la admiraba montaba a su lado, seguido de los fieles subordinados de Bai Lang, un Jin Xi Ho y un Ren Zhong Wan dispuestos a seguir sus órdenes y sin una orden regresar a la capital.
- Le dije que no me gustaban este tipo de tácticas. Pero el muy obstinado me arrastro a todo su lio. – Se volteó, expectantes todos, su voz se alzó hasta lo más alto – aquellos que esperaban que me sigan, aquellos que perdieron la esperanza... que se queden, no espero nada de ellos.
El sonido de las lanzas sonando el suelo en un golpe fue uno solo. La de violeta mirada montada en corcel escucho las voces unirse como una, remover el suelo y mover la nieve entre sus palabras como llamado a avalanchas que descendían la montaña.
- Gloria a la Princesa, Gloria al Duque de Li Yun.
Aquel día, nadie quedo para proteger la frontera.
La historia la escriben los vencedores, la noticia de la captura del Príncipe de Bai Lang llego tarde, muy tarde, aun mas por el afán de silenciarla entre los enemigos de este en la corte de Xia, la culpa debía caer en él, no se podían cambiar los planes.
Aquella mano pálida y antes delicada comenzó a retorcer el papel luego de leerlo una y otra vez.
- Esto es claramente una amenaza.
- ¿Me importa? Solo has lo que te ordenan.
- ¿Irme?
- ¿Acaso piensas que eres alguien? Esta viva por pura casualidad, gánate lo que comes. No eres más que un peón.
Odiaba aquella mirada socarrona con que la miraba, la solterona descartada la miraba como si fuera alguien, ella era la Princesa Consorte de Bai Lang.
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Fin de la Primera Parte, El sol de Xia
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La Diosa de la Guerra - El Sol de Xia ✔️
RomanceCuando despertó estaba en el cuerpo de una niña, una niña que flotaba en una barcaza fúnebre, fue llamada hada, fue venerada, era la 4ta Princesa de Xia. Pero no lo tenía todo. Un prometido que la abandona para casarse con otra, esa mujer intenta m...