No importa que tan desesperada se esté hay cosas que no se deben hacer.
Ella simplemente lo ignoro. Sin estar al corriente de quién le ayudo a salir de aquel hueco en el que había estado.
¿Cuánto tiempo?
No lo sabía.
Que más daba, durante varias lunas su destino fue incierto. Pero todo había pasado, caminar nuevamente por las calles de la capital le dio un poco de seguridad en sí misma, "nadie la reconocería" – se dijo, efectivamente, dos veces se cruzó con su hermano mayor, ni la había mirado.
Aquella tarde mientras cargaba agua la noticia de una inminente guerra comenzó a expandirse, dejando a un lado su tarea salió al callejón a escuchar mejor las palabras del vendedor.
- ... escuche la noticia frente a la guarnición, el decreto de Su Majestad fue escuchado...
- ¿Yan ataca? ¿después de varios años de paz? – murmullos no dejaban escuchar las palabras del hombre.
- Justo cuando el Duque llego a la capital...
- ... es el príncipe, el príncipe de Bai Lang ira a la guerra... - afirmo el hombre
- ¿Un mensajero de la Mansión del Príncipe de Bai Lang?
- Si Alteza, debe entregar personalmente el mensaje a la Princesa, fueron sus palabras.
Eso era extraño, Liu Jin Xi no era de los que enviaba mensajes, desde su llegada a la capital solía encontrarlo a donde quiera que se moviera.
A paso seguro no perdió el tiempo, llego al recibidor de su propia mansión, el mensajero portaba armadura, retiro su casco al verla, ni se inmuto al verla con ropas de hombre, se inclinó y dio un saludo marcial.
Un soldado inteligente era siempre bien recibido.
Sin una palabra recibió el sobre, sin demora leyó, al terminar arrugo el papel y lo lanzo, inmediatamente pidió un caballo despidiendo así al mensajero.
No tardo mucho para que se pusiera en marcha, sola, algunos de sus guardias caminaron tras ella, pero fueron detenidos. No era imprudente pero necesitaba llegar rápido, la noticia recibida le molestaba.
No le extraño ver que la esperaban en la entrada, la misma prisa con le escribió a ella era la misma por la que debía ir con tanta urgencia a su encuentro. Él vestía su armadura, la espada en la mano derecha, una espada que envainaba todo ceremonial al salir de la Mansión. La conocía bien, que más daban aquellos más de diez años sin verse, ella nunca dejaría su naturaleza imprudente y temeraria. La que una vez no fue más que una niña mimada que solo le llamaba "hermano" ahora le regalaba una mirada triste, llena de pesar.
- ¿...guerra...? – agitada al desmontar y correr hacia él.
- Su Majestad dio la orden, era partir de inmediato. – una media sonrisa – la princesa fue más allá de mis expectativas, imagine que me haría esperar.
- Aunque le informes a Su Majestad envíame noticias, mantenme al tanto, en caso de necesitarlo Li Yun ira.
Él sonrió, adorándola. ¿Nunca lo miraría con romance? Solo hablaba de fraternidad, molesto consigo mismo por ser un tonto trato de no perturbarla.
- No me gusta cómo suena eso princesa, acaso me dice que lo soldados de Li Yun son mejores que los de Bai Lang.
- Los Lobos de Li Yun son grandes y mortales, espero que el príncipe tenga eso en cuanta.
- Los tigres de Bai Lang no tienen comparación, son señores de las montañas, la princesa no debe olvidar eso.
Intercambio de palabras mordaces llenas de todo y de nada, ella hablaba con sinceridad, él simplemente estaba molesto.
Olvidando las apariencias y solo pensando en el presente la llevo hacia él, la tomo en sus brazos, por primera vez Liu Shui Yue noto lo alto que era, su cabeza apenas llegaba a su hombro, vacilo, su instinto le decía que le abrazara, pero la razón decía otras palabras.
Sin preámbulos y por primera vez Liu Jin Xi hizo lo que realmente quería hacer, allí mismo en la entrada de su mansión frente a todos sus hombres tomo la cintura de aquella mujer obstinada y la beso.
Fue sido besada, en esta vida y en aquella otra que recordaba a su pesar; pero aquel primer beso con Jin Xi la tomó por sorpresa, no fue un beso casto y mucho menos el de un niño. Aquel hombre la envolvió en sus brazos siendo tomada por el, arrastrada en un torbellino de emociones que habían sido olvidadas.
Sintió el hambre, el hambre de sus besos, seguir allí entre sus brazos, de ser mujer.
La mujer en ella que era olvidada termino aferrándose a él, por primera vez en aquel simple momento Jin Xi no quiso marcharse.
Nadie respiro, articulo o soltó algún sonido, se voltearon dándole intimidad a su príncipe, entendieron todos, aquella era la futura consorte.
Desde el otro lado de la calle lo vio todo, cada movimiento. Lo vio salir y esperar, todos los soldados estaban preparados pero el simplemente los había hecho esperar. Poco después ese alguien llego, la reconoció nada más verla, esa odiosa aún seguía allí como una sombra persistente.
La vio lanzarse ágilmente del caballo y correr hacia él, lo vio sonreír, él no debía sonreírle él no era de ella, era suyo, le pertenecía. Aquella maldita mujer pagaría, pagaría, la mataría, si esta vez lo lograría y el sería del todo suyo.
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La Diosa de la Guerra - El Sol de Xia ✔️
RomanceCuando despertó estaba en el cuerpo de una niña, una niña que flotaba en una barcaza fúnebre, fue llamada hada, fue venerada, era la 4ta Princesa de Xia. Pero no lo tenía todo. Un prometido que la abandona para casarse con otra, esa mujer intenta m...