4. Reglas

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Cuando desperté no había nadie a mi lado, me levanté, fui al baño y cuando salí vi que todavía estaba el bolso de David ¿No se fue entonces?...

Toqué el lado de su cama y ya estaba frio.

Cuando revisé la mesada, vi que no estaban mis llaves y que en el refri había una nota "ya vuelvo", uf OKEY ¡Gracias por toda esa información! ¡Cuidado que no se le quede sin tinta la lapicera! Cof cof, nótese mi encantador sarcasmo cof cof...

Se ve que era un hombre de pocas palabras. Pocas y bruscas palabras.

Decidí irme a bañar para ponerme algo más decente y no quedarme con un pijama de ovejita con mi bata azul... Uh si es un conjunto demasiado sexy, ya lo sé. Pero no me iba a poner a aparentar algo que no soy solo porque él esté acá. Si me quería aceptar, lo debía hacer conociéndome de verdad. Todas mis facetas.

Cuando salí me puse la ropa interior, un jean negro con las rodillas cortadas, una remera blanca lisa y un buzo azul.

Mientras hacia la cama entró David con dos tazas descartables de café y una bolsita de papel madera, que espero tenga medialunas... Cuando me vió me hizo señas para que me siente en la mesa arriba de él. Me pasó una de las tazas y lo que tenía no era café, era chocolatada, lo que me sorprendió, pero la tomé contenta igual. No era un mal cambio y el chocolate es una de las cosas que más amo.

Cuando terminé le agradecí y me acarició la cabeza. Al principio me asusté que me tocara la cabeza, pero no estaba mal. Espero que lo haga seguido porque me está gustando esto.

—Buena chica.—Me dijo.

Eso hizo que algo en mi se prendiera, quería hacer todo lo que él me diga con tal de que me vuelva a decir eso… No lo quería, lo necesitaba… necesitaba que esas manos me aprieten el cuello y que vuelva a decirme que soy buena chica. Tuve que calmarme y dejar de pensar en esas cosas, no podía mostrar ese lado de mí. Solo yo lo conozco. Era demasiado pronto para que él me conozca de esa manera.

Me pasó la bolsa que había traído como si fuera mi recompensa y dentro había unas medialunas y unas galletas. Sonreí y le agradecí devuelta… es como la primera vez que alguien me compra algo en unos 2 o 3 años. Estaba muy feliz y no quería que este momento termine nunca así que intenté comer lo más lento que podía, mientras le convidaba un poco a David.

Cuando terminamos empezamos a hablar de los límites, él me dijo que su único límite es que le toquen la cabeza, lo que me pareció algo raro, pero no le di importancia. Me dijo que igualmente podía tocarle la cara y el cuello, pero su límite era la cabeza. Después acordamos que la palabra clave para salir del juego debía ser "cappuccino de vainilla" y solo "cappuccino" para cuando eso no nos esté gustando y si se sigue vamos a querer parar. Me gustó que me deje elegir a mí las palabras, aunque me dijo que probablemente las íbamos a tener que cambiar en algún momento porque era preferible utilizar palabras más cortas.

También acordamos las reglas que son básicamente las normales en una relación DS:

• Nunca decirle que no a tu dominante, a menos que haya una muy buena razón.
• Nunca insultar ni golpear a tu dominante.
• Nunca gritar, engañar ni mentirle a tu dominante.
• Nunca venirse o tocarse sin permiso.
• Siempre decir por favor y gracias a tu dominante.
• La sumisa no debe asentir o negar con la cabeza para comunicarse, debe usar palabras siempre que pueda.
• Siempre seguir la palabra del dominante, que es la definitiva, y no cuestionarla.

Le pregunté si él golpeaba de otra manera que no fuera castigo o con connotación sexual y anotó la última regla.

• El dominante nunca golpeará a la sumisa a menos que sea por su placer, acordado o en forma de castigo.

Y también decidimos que los castigos y recompensas las va a elegir él dependiendo del momento y la situación.

Me hubiera gustado al menos poder decidir sobre mis recompensas, pero realmente todavía no sabía bien lo que quería.

Cuando terminamos me contó que él trabaja con Javier en una empresa de seguridad, que era de su padre y que enseñaba protección contra incendios en mi universidad, lo que me sorprendió, pero igualmente no era profesor en mi carrera así que seguramente no íbamos a vernos.

Me levantó de encima de él y me sentó en el colchón.

Abrió mi armario y se quedó con la puerta en la mano.

—¿Qué cara*jo? —Espetó con desagrado.

Ay, pero que vergüenza…

—Perdón, señor, está rota así que la apoyo. —Me levanté y la agarré para apoyarla contra la pared.

Me miró como si estuviera loca… Pero tampoco dijo nada al respecto. No es mi culpa que se le rompieran las dos bisagras... Aunque si es mi culpa que no me tome el tiempo para comprar nuevas y colocárselas.

Comenzó a revisar mi armario y cuando terminó, se dio vuelta y me miró de arriba a abajo. Negó con la cabeza mientras pensaba y yo no entendía que estaba pasando.

—Levántate, nos vamos.—Ordenó.

—Si, señor—Respondí un poco dudando, pero sabía que era mejor quedarme callada, no quería enojarlo. Agarré mi celular, mi billetera y mis llaves.

Salimos, me abrió la puerta de la camioneta y me ayudó a subir devuelta. Realmente era muy alta, no era muy complicado bajar, pero subir me costaba. Él dejo su bolso en el asiento trasero y después fue al asiento del conductor.

Creo que ya hacía media hora desde que salimos y todavía no llegábamos a ningún lado así que no aguante más. Me quería portar bien, pero necesitaba preguntar.

—¿A dónde vamos?—Pregunté y no me contestó.

Siguió manejando con los ojos en el camino y cada tanto en el GPS. Me ofendí porque no me quería contestar, resoplé y miré enojada para la ventana, dándome vuelta para que no vea mi cara.

—Las chicas buenas no andan enojadas.—Dijo y yo no contesté nada, pero vi por el reflejo del vidrio que él estaba sonriendo. No sé por qué en realidad, porque la actitud que yo había tomado en ese momento era desafiante y yo lo sabía. Sabía muy bien que esa actitud amerita un castigo, pero realmente estaba enojada, no me gusta que no me contesten.

Le quería demostrar que no me gustaba eso de algún modo.

Después de otra media hora de silencio, detuvo el auto en un shopping. Nunca había venido, pero lo conocía y era gigante, por un momento me emocioné, pero recordé que estaba enojada y dejé la cara con una expresión neutra.

David posó una de sus manos en mi pierna y apretó, me asusté un segundo, casi que salté del asiento, hasta que lo miré y no apretó más. Seguía teniendo esa sonrisa que me estaba dando un poco de miedo. Pasó su mano por un mechón de mi pelo, para correrlo detrás de mi oreja. Se acercó y me susurró al oído.

—Te dejas YA de comportar como una nena y decís "perdón, señor, no me voy a volver a enojar más" o te saco del auto, te arranco ese jean asqueroso que tenés y te doy adelante de todos hasta que me duela la mano. Vos elegís.—Me congelé y sentía como todo el calor del cuerpo subía hasta mis mejillas.

¿Tan mal me porté?

Ni que esto estuviera en las reglas…

¿Por qué siento que cada vez que dice que es mi elección solo me da una opción?

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Hola! Espero que les esté gustando, prometo que la historia mejora desde el primer 🔞

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La Respuesta (Mi Decisión I) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora