5. De compras

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—P perdón, señor, no me voy a volver a enojar más. —Respondí.

Me soltó la pierna, se volvió a sentar derecho, agarró sus llaves, su billetera y salió. Me abrió la puerta, me ayudó a bajar y comenzó a caminar hacia adentro… como si nada hubiera pasado.

Yo me quejo de que yo estoy loca, pero no creo que él esté muy bien tampoco.

Primero entró en un negocio de ropa interior, me preguntó mi talle y comenzó a buscar un corpiño que le gustara. Cuando encontró tres me los dio, para que vaya al probador y entró conmigo.

—¿Puedo privacidad?

—Primero, eso no es manera de preguntar y segundo ¿Quién manda acá?

—Perdón, usted, señor. —Respondí con timidez.

No dijo nada más y se sentó en la silla que había adentro.

Me dio mucha vergüenza que me viera así, porque nunca fui muy fan de mis pezo*nes, no quería que nadie los viera. Así que intenté darme vuelta, para que no los vea y así también esconder las marcas de cortaduras que tenía en las manos y en las muñecas por las dudas.

Me cambié lo más rápido que pude, pero no tenía mucho lugar en donde esconderme.

¿Sabe lo que es espacio personal? Nos conocimos ayer ¿No puede solo dejarme cambiar tranquila? Si hubiera sabido que iba a mirarme el cuerpo desde el primer día hubiera agregado tener privacidad a mis límites.

Los tres corpiños me quedaron bien, pero eran demasiado caros así que solo me fijé el más barato y lo elegí, pero él me saco los tres de las manos y los fue a pagar mientras me ponía mi ropa. Me dio un poco de malestar y vergüenza que haga eso, no quería que parezca que me quiero aprovechar de su dinero. No me interesan esas cosas realmente. Creo que fui criada en el sentido de intentar no pedir nada de nadie y no dejar que nadie pague por mis cosas.

Después de entrar a unos negocios más yo ya estaba con cinco bolsas y estaba muy cansada, esto era AGOTADOR. Quería tirarme en mi colchón y disfrutar mi sábado. Pero se nota que él no tenía el mismo plan. Nunca camino tanto, así que no tengo el estado físico para seguirle el paso de este modo.

Creo que voy a tener que empezar a hacer algún tipo de ejercicio…

Cuando se hizo la hora del almuerzo mi panza no daba más, y yo ya no tenía fuerza para caminar. Sentía que estaba con la presión un poco baja así que lo agarré y tiré un poco de la manga de su camisa, para que me viera. Cuando se dio vuelta me miró un poco asustado, y se puso de cuclillas delante de mí.

—¿Qué pasa? Estas un poco pálida ¿Te sentís bien?—Preguntó preocupado.

Por un segundo no respondí y sentí que cada vez me bajaba más la presión hasta que dejé de ver del todo. Siempre me pasaba eso cuando no me sentía bien, primero comenzaba a ver todo borroso y después ya veía todo negro. Intenté agarrar su manga devuelta para sentirme un poco más protegida pero no la encontré.

—No me siento bien, nos podemos sentar.—Dije ya sin fuerzas.

Creo que se dio cuenta que mis ojos ya no estaban enfocando que me alzó en sus brazos y caminó al banco más cercano. Me acomodó arriba de su regazo, con una de sus manos me empezó a acariciar la espalda y con la otra agarró una de mis piernas para sostenerme contra él.

Unos minutos después me corrió la cara para que lo mire y al ver que ya había recuperado un poco el color se levantó y se fue dejándome ahí sentada.

Cuando volvió traía una CocaCo*la, que realmente no me gustaba, pero no podía cuestionario. Se volvió a sentar, me volvió a su regazo, me pasó la gaseosa y ordenó que la tome toda. Cuando llegué a la mitad ya no podía tomar más.

La Respuesta (Mi Decisión I) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora