Ya era viernes y yo ya no sangraba para nada. Por lo general tenía mucha cantidad, pero pocos días, ya ayer no tenía nada, pero quería dar un día más por las dudas, para ya no tener que usar toallitas.
Hoy quería ir al departamento de Javier y hacer como que no pasó nada. Espero que funcione…
Estaba saliendo del trabajo cuando encontré a Javier en la puerta... David le habrá dado la dirección de vuelta. Estaba apoyado contra su auto y sus manos estaban en sus bolsillos.
Me miró un poco raro y suspiró.
—¿Laila, de verdad no pasa nada? ¿Hice algo mal que no querés venir a mi departamento? Necesito que me lo digas, si es que no querés volver. No hay nada de malo, pero necesito que lo digas, para que yo sepa… Hoy es el último día y me gustaría saber por qué no viniste en toda la semana. —Quedé congelada no sabía que decir.
Todo era mi culpa, lo había hecho sentir mal por una idio*tez mía. Me sentía mal y sentí que lágrimas empezaron a caer de mis ojos. Él me miró aterrado, me agarró de los hombros y me tiró a su pecho para abrazarme.
Se quedó acariciando mi espalda hasta que me susurró.
—Shhh ya está. No pasa nada, todo está bien. —Dijo tranquilizándome.
No estaba muy orgullosa de andar llorando adelante de él y mucho menos en la puerta de mi trabajo. Hay dios, doy vergüenza ajena. Siempre fui muy sensible y toda la vida me puse a llorar por cualquier cosa. No es algo que pueda evitar o controlar.
Esperó un poco a que me calmara y se agachó. Me limpió las lágrimas, me pidió que le de la mano y eso hice. Ya me había calmado un poco después de llorar.
Me abrió la puerta del auto, me subió y me puso el cinturón de seguridad. Me acarició con gentileza la mejilla y cerró con cuidado la puerta. Se subió del lado del conductor y me agarró la mano y la puso sobre la caja de cambio con la mano de él por encima. No sacó la mano de ahí todo el camino y cuando podía me acariciaba con su pulgar.
Eso hizo que terminara de calmarme.
Cuando llegamos a su departamento me llevó arriba, me sentó en la cama y bajó por un vaso con agua. Cuando me lo dió me dijo que lo tomara todo y que íbamos a hablar.
Después de que terminé, me sacó el vaso y lo puso en la mesa de luz.
—Primero lo primero, ¿Por qué no volviste desde el lunes?
Dudé, pero le tenía que decir la verdad. No quería que se ponga mal por algo como eso. No es su culpa.
—Es que es eh me había, estaba… me había venido. —La última palabra la dije susurrando para que no se escuche esperando que él entienda.
—Perdón, gatita, no escuche bien ¿Que vino? —Lo miré toda colorada y creo que se dió cuenta, porque se rió. —Gatita, no hay nada de malo en que estés menstruando ¿Era eso? ¿Por qué no me lo querías decir?—Dudé un poco y no sabía que decir.
—No sé.—Respondí.
Porque claramente no le iba a decir, “perdón es que me sale una catarata de ahí y no te quería manchar la cama” ¿No? Tampoco estoy tan loca. Además, tenía muchísima vergüenza.
—¿Qué te parece si alargamos unos días la semana? Hasta el domingo y después tenés hasta el próximo domingo para elegir ¿Te parece bien? —Me dijo mientras me acariciaba la espalda.
—Si, perdón, eso me gustaría mucho. —Afirmé.
Todavía no sabía a cuál quería y cada día me enamoraba más de los dos, aun sin ver a David.
—Muy bien, no pasa nada.
Nos quedamos juntos en el sillón mirando la tele unas horas y cuando se hizo de noche David vino para verme, porque no le habíamos avisado que al final no era el último día.
—Gatita, subí un poco, que tengo que hablar con mi hermano. —Asentí y me fui arriba a revisar mi celular.
Tenía mucha hambre así que quería bajar, pero no sabía si podía. Me acerqué un poco a la escalera para ver si ya podía, pero no los vi, ni los escuché.
Bajé despacito sin hacer ruido, miré para todos lados y no vi a nadie. Fui a la heladera y encontré un tupper con unos fideos… espero que yo pueda comerlos. Me lo calenté en el microondas y me lo comí todo. Después lavé todo y me fui al baño a lavar los dientes. Fui al sillón y esperé ahí a que vuelvan, pero no pasó nada.
¿Habrán salido y no los escuché o estarán en el estudio?
El sueño ya era mucho así que solo me dormí ahí.
Cuando me desperté estaba encima de David y él me estaba agarrando de los glúteos con mi pecho contra el suyo. Estábamos subiendo las escaleras y teníamos atrás a Javier subiendo también.
—Quieta. —Me susurró David.
Estaba tan cansada así que volví a cerrar los ojos y me relajé. Sentí como me acostaba en la cama y me tapaba.
Después escuché a Javier hablarle a David.
—Gracias por subirla, yo puedo cargarla unos pasos, pero no me animo por la escalera. —David respondió algo que no llegué a escuchar y Javier siguió. —Es muy linda y tenías razón, se porta muy bien, es la primera en mucho tiempo que no está interesada en nuestra plata... —Ahí fue cuando dejé de escuchar y me dormí completamente. Saber que ellos estaban cerca que calmó demasiado.
Me sentía más protegida de lo que me sentí en toda mi vida. Aunque si debo ser honesta nunca me sentí protegida antes de conocerlos. Ellos me hicieron conocer algo que no creía que existía, nunca pensé que alguien podría inspirar este tipo de cuidado y protección.
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¡¡Hola!! ¿Les está gustando?
No tengan miedo de corregirme si encuentran un error.
Gracias por llegar hasta acá con la historia, espero que por ahora esté todo claro.
➡️Aunque de los secretos y de los pasados vamos a hablar recién en el libro 2⬅️
Nos leemos 🦊
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La Respuesta (Mi Decisión I) +21✔
RomantizmLaila era una chica con grandes sueños. ¿Qué hará cuando tenga la oportunidad de cumplirlos? Si tuvieras la oportunidad de elegir entre un dominante y un sadista ¿qué elegirías? Quedan advertidos que la historia es +21, porque tiene violencia, si no...