Extra 1 "La zanahoria"

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Hoy nos encontrábamos en el piso de arriba y yo ya me estaba cansando de que él no paraba de trabajar ni un segundo.

Se quedó a trabajar en casa porque no necesitaba ir a la oficina, pero igual no me hablaba desde que se levantó. Así que pensé un plan... Podía funcionar, como también podía no hacerlo, pero debía que probarlo. Quería estar acostada otro ratito con él. Solo espero que, si no funciona, no se enoje...

Me metí adentro de la manta con mi cabeza y todo. Subí mis brazos para sostener la manta y quedé con un hermoso "fuerte" a esperar. En algún momento se tenía que desconcentrar y me tendría que ver... Y en cuanto lo haga va a querer preguntar qué es lo que estoy haciendo...

Después de un minuto escuché que se levantó de la silla. Caminó hasta llegar a la cama y abrió un poquito la manta.

—No te voy a dejar subir más si solo venís a distraerme ¿Se puede saber qué estás haciendo? —Me preguntó con una sonrisa en su rostro.

Bien. No estaba enojado y el plan estaba funcionando exactamente como yo quería...

Le sonreí.

—Si mi señor quiere saber eso, va a tener que entrar y se va a dar cuenta.

Me miró por unos segundos debatiendo que debía hacer... Pero lo hizo, con cuidado entró y me sonrió.

¡Siiiii!

Ay David, David… Que presa fácil que sos. Te acabo de poner una zanahoria adelante y la agarraste como conejo.

Solté la manta y me subí arriba de él abrazándolo fuerte.

—Caíste en mi trampa. —Admití con una sonrisa de oreja a oreja.

Se rió y con una mano levantó el "techo" del fuerte y con la otra me abrazó. No estábamos a oscuras así que nos podíamos ver bien así.

Siempre me gustó que a él no le importara que a veces actúe como una niña. Lo aceptaba y me mimaba.

Me quedé mirándolo y él tenía una sonrisa.

—¿Y por qué me tendiste una trampa?

—Porque hoy mi señor trabajó demasiado y ya necesita mimos. —Le respondí y él se volvió a reír.

—¿Estás segura que no sos vos la que necesita mimos?

—Muy segura. Instinto de sumisa.

Se rió y me pellizcó el cachete.

—Me saliste mentirosa me parece… Está bien, pero cinco minutos y tengo que volver a trabajar.

Me quedé ahí arriba de su pecho con mis piernas a sus costados y escuché su corazón.

Yo acariciaba suavemente uno de sus hombros y él me acariciaba la espalda.

Ya sentía que me estaba durmiendo un poco, porque esto era muy relajante. Me encantaba que estemos así juntos.

Moví mi cabeza para poder ver su cara y me sorprendí... Él me estaba mirando como si yo fuera algo preciado... Su tesoro... Tenía una leve sonrisa y su cara estaba relajada.

—¿Siesta?—Pregunté y se rió.

—Nada de siesta ahora, tengo que terminar de trabajar y vos tenés que hacer el almuerzo... Vamos, levantate antes de que te duermas.

Bajó la mano que estaba en mi espalda y me dio unos golpecitos en la co*la, para que le haga caso. Me moví abajo, a su lado, ya derrotada... Al menos mi plan funcionó. Aunque solo sean unos minutos, eso era suficiente para mí.

Bajó su brazo y corrió la manta abajo de nuestros cuellos. Me dio un beso en la frente y se volvió a trabajar.

Después me levanté y fui a la heladera a ver qué podía hacer. Me decidí por una tarta y saqué la masa, que ya había hecho, del freezer.

Cuando ya estaba lista fui arriba a buscar a David y bajamos a comer.

—¿Qué va a querer mi zorrita de premio por cocinarme tan rico? —Me dijo después de probar la porción que se sirvió.

—Que mi señor no me castigue una semana entera. —Se rió y trago lo que tenía en la boca.

—No puedo malcriar a mi zorrita una semana entera... Eso lo logras si te portas muy bien y me haces caso.

Bueno, al menos lo intenté, no perdí nada.

—... Está bien... ¿Entonces que hoy no trabaje más?

—... No puedo hacer eso tampoco, tengo que terminar el contrato antes de que termine el día. Solo esperame unas horas y ya estoy con vos. —Me agarró mi mano y me miró.

—Está bien...

Cuando terminamos fui arriba a dormir un poco y él fue a su escritorio a terminar de trabajar.

Sentí unos brazos que me agarraban y al despertar vi a David que vino conmigo.

—¿Ya terminó, mi señor?—Le pregunté todavía medio dormida.

—Ajá.

Llevé mi cabeza a su pecho me acurruqué ahí para seguir durmiendo. En cuanto su calor me inundó me sentí en paz para volver a dormir. No puedo creer que antes no me gustaba sentir el calor ajeno en la cama. Ahora es algo tan reconfortante y mucho más si es la calidez de mi señor.

—Te quiero. —Susurré contra su pecho, pensando que no me iba a escuchar.

—Yo también te quiero, Laila.

Ahhh que bien que se siente escuchar esas palabras salir de su boca.

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Ayyy espero que este les guste tanto como a mi! ❤

Si no leyeron mis comentarios, del cap anterior, vayan a leer la info importante.<<<<<

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🦊 xoxo 🦊

La Respuesta (Mi Decisión I) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora