Prólogo

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– ¡Fue una buena noche! 

– Gracias por los tragos. – un azabache bromeaba con sus amigos. – ya debo volver, mi hermana debe estar preocupada.

– Bueno, adiós. 

– Adiós – se despidió y partió caminando. 

Llegó a su casa y abrió la puerta.

– Tardaste un poco en llegar. 

– Sí... lo siento, Scarlett. – saludó a su hermana con una sonrisa.

– No te preocupes. Te dejé comida, solo debes calentarla. 

– Ya vete a dormir, pareces cansada. 

– Eso iba a hacer, pendejo. 

– ¡Oye! – reclamó.

– Jaja, buenas noches. – le revolvió el pelo y se fue a su habitación. 

Trolli se calentó la comida. Tardó un poco en comer, pues estaba pensando profundamente en lo que haría ahora. Entraría a la universidad y no sabía ni que estudiar. No se decidía. Estaba entre administración de empresas o medicina.

Subió a su habitación y tiró sus cosas a la silla. Se tiró en la cama con celular en mano, cuando de pronto escuchó una voz que nunca antes había oído.

– Trollino... 

– ¿Scarlett? – pensó que quizás era una broma o algo parecido. 

Intentaba descifrar de donde venía aquella voz.

– Trollino... 

– ¿Quién eres? 

– Soy un alma, me quedé suspendida en este mundo. 

– ¡PFF, JAJJAJA! ¡Timba! ¿¡eres tú con un filtro de voz?!

– ... 

– Te descubrí, idiota. 

– No soy tu amigo Timba. 

– Epa, ¿Cómo sabes que es mi amigo? podría ser mi padre, mi hermano, mi primo, mi tío, ¿estás tan seguro de que es mi amigo? 

– Sé todo de ti. 

– Sí claro. 

– Tienes una hermana, se llama Scarlett. Tus padres murieron en un derrumbe hace 5 años y tu hermana se tuvo que hacer cargo de ti. 

– Mmmm, algo sabes. – estaba sorprendido. – Víctor, ¿eres tú? 

– No soy ninguno de tus amigos. 

– Ya me estoy poniendo nervioso. – abrió su armario.

– No me busques, no estoy en ninguna parte.

– Dices tonterías, todo el mundo está en algún sitio. – buscó hasta debajo de su cama. – ¿¡dónde estás?! 

– Ya te dije, en ninguna parte.

– Me estás empezando a cansar.

– Solo deja de buscar y siéntate a hablar conmigo.

Trolli le hizo caso. 

– Si dices ser un alma, ¿Por qué estás en esta habitación?

– Te he seguido durante todo el día, pero no te he hablado ni mucho menos. 

– ¿Entonces? – seguía sin creérselo. – ¿Por qué no antes y ahora sí? 

– Porque los demás me podrían escuchar y solo quiero que tú lo hagas. 

Life Answers •| Los CoMPaSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora