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– No entiendo por qué me hiciste comprarlos.

– No te vas a arrepentir.

– Más te vale. – volvió a casa y fue a avisarle a su hermana. – volví.

– Oh, que bueno. ¿Todo bien?

– Sí...

Díselo, dile que lo mataste.

– ¿Por qué pediste tantos?

– Los compré.

– ¿¡Qué?! ¿¡con qué dinero?! se ven costosos.

– Con mis ahorros.

– Eso está muy mal, idiota...

– Tranquila, tuve mis motivos. – fue a su habitación.

Cerró la puerta y dejó los libros.

– Debiste habérselo dicho.

– No. ¿Para qué? ya está todo resuelto.

– Es lo único que tienes, ¿y le mientes?

– ...

– Debes decirle la verdad. Si no, no la estás valorando como se debe.

– No sé lo que piense cuando le diga.

– Fue defensa propia.

– Aún así, es bastante impactante que tu hermano llegue y te diga "oye, le disparé a un tío. No te preocupes, ya está muerto."

– Como quieras, no le digas. Pero debes ser más sincero con ella.

– Voy a dormir, mejor guarda silencio.

– Buenas noches. 

.

.

.

Al otro día, Scarlett fue como siempre a trabajar bien temprano.

– Me voy a inscribir. – Trolli tomó su computador y comenzó a rellenar la página. – ¿por qué tan callado?

– Por nada.

Completó la información y la envió.

– Deberían mandarme un correo mañana aprobando esto.

– Ve a la universidad y no te pierdas una sola clase.

– ¿Por qué lo dices?

– ¿Necesitas un por qué? 

– ... No, olvídalo.

– No preguntes si sabes la respuesta. Es idiota.

– Tienes razón. Es como... "¿Venden pan?" y lo preguntas en una panadería. O "¿Cuántos años cumples?" y estás en una fiesta de quinceañera.

Trolli pasó el día intentando buscar un trabajo de medio tiempo, estaba dispuesto a ayudar a su hermana cueste lo que cueste.
Iba a trabajar de empaquetador en un supermercado. Era mejor que nada.

– Debes guardar todo de manera eficiente, sonreír todo el tiempo, ser atento y simpático.

– Sé como hacerlo. ¿Y por qué sonreír como idiota todo el maldito día?

– Para la propina.

– ¿Me darán más propina si parezco idiota?

– No, pero si pareces sociable sí. Son trucos psicológicos. Tienes un buen rostro, úsalo.

– He escuchado sobre la técnica, la usan más los meseros.

– Funcionará de igual manera en este caso.

Al igual que su hermana, partió a trabajar. Y tras varias horas, se dio cuenta que efectivamente, funcionaba. Había ganado una buena suma de dinero después de empaquetar las compras de más de 20 clientes.

– Hola, me llamo Javier. – le habían dicho que decir su nombre también ayudaba.

– Oh, bueno, yo Miguel. 

Intercambiaron una sonrisa.

– Veo que llevas varios productos de cocina.

– Estudio gastronomía.

– Eso parecía.

– ¿Y tú?

– Espero estar estudiando administración de empresas en unos días.

– ¡Eso es muy interesante!

– Sí... – "pero no me motiva", pensó.

Pídele su número. 

– ... – Trolli lo admiró unos segundos. – disculpa... ¿me darías tu número?

– Claro – le comenzó a dictar al mismo tiempo que Trolli lo añadía.

– Gracias, ¿puedo enviarte un mensaje más tarde?

– ¡Cuando quieras!

– Vale, adiós.

– Adiós

Vio que no hubiera nadie cerca y comenzó a hablar en voz baja.

– ¿Por qué me hiciste pedir su número?

– Porque tu corazón latió más rápido, lo sentí.

– ¿Me dices que estoy enamorado?

– No necesariamente, pudiste solo ponerte nervioso porque lo encontraste lindo. La mayoría de personas nunca se enamora, solo tiene miedo de morir solo.

– ... wow...

– Así es.

– Bueno, seguiré trabajando.

Life Answers •| Los CoMPaSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora