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– Analicemos la situación. – le habló el alma. Estaban solos, Mike no había ido a la casa. – hay sangre de Mike en un cuchillo, pero Mike no está herido. La idea de que haya vomitado la sangre sinceramente parece estúpida.

– Concuerdo

– Bien, con eso claro; Raptor parece no tener nada que ver, ¿pero deberíamos dejar el tema de Raptor cerrado por completo?

– No. Nunca.

– Por supuesto que no podemos dar por hecho y confiarnos. De nadie...

– Mmm

– ¿Y Timba?

– ¿Ese hombre? pues nada. No hubieron problemas entre nosotros, simplemente dejamos de hablar. Nuestra relación de amistad nunca fue seria.

– Los dos se daban igual.

– Sí. La idea de que él sea el del polo sí que es absurda. Su cuerpo es muy diferente; Timba es un tipo alto, tiene la espalda ancha, piernas entrenadas en el deporte... El del polo es débil, son lo más opuesto que hay. Raptor calzaría mucho mejor.

– Chico, no necesariamente puede ser él en persona. Me refiero a que Raptor, por ejemplo, pudo mandar a alguien a hacer todo. Lo mismo para Timba. 

– Lo sé. Eso lo hace todo más difícil. Agh, me hace doler la cabeza.

– Porque te da miedo... Siento decirlo pero el hombre el polo logró lo que quería. 

– Aterrarme. Es horrible. 

– Mantén la cabeza fría y esperemos la próxima pista.


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– No fue. – bufó. – ¿¡Por qué no me entregó pista?! – caminaba por la acera mientras hablaba con su compañero de alma. 

– Chico, atrás, viene alguien caminando a paso rápido, creo que el cuerpo es bajo, delgado...

– ... – se mantuvo impasible, esperando de manera alerta alguna amenaza. Pero el chico pasó a un lado. – creo que estamos muy-... – se quedó admirando esa caminata, ese polerón, ese físico. – ¡eres tú! 

– ¡¿AH?! – chilló al ser agarrado bruscamente del brazo.

– ¿Será posible que...? – que sea el mismo. Era muy parecido, una gran coincidencia. – ¿Cómo te llamas?

– Andrés 

– ¿Me conoces?

– No sé...

– ¿¡No sabes?! ¿¡Cómo mierda no vas a saber?!

– E-es que me pareces conocido. Siento que he escuchado sobre ti, ¿podrías decirme ahora tú quién eres?

– Javier, pero me dicen Trollino.

– Sí te conozco... 

– ¿Por quién?

– ¡Suéltame! – se zafó. – ¡le hiciste daño!

– ¿¡A quién?! 

– ¿¡Acaso querías matarlo?!

Siento como sus latidos se aceleran. Está muy tenso.

– ¿Matar a quién?

– ¡Odio que seas tan violento siempre!

Life Answers •| Los CoMPaSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora