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– Iré por mi ansiada pista. – le avisó a su novio.

– Ya. Cuídate Trolli. – le plantó un beso en los labios.

– Sabes que haré lo que sea necesario.

– ... ¿Harías lo que sea necesario para saber quién la mató?

– Por supuesto. Se lo debo, me cuidó por varios años como si fuera mi madre.

– Solo... regresa en una pieza.

– Vale, adiós. – salió de la casa.

Parece que se preocupa.

– ¿Cómo no? Sabe que ese tío tiene un arma. Parece tan dolido y aún no me mata, solo se divierte como un gato con su presa.

Quién sabe, quizás... tú harías lo mismo.

El alma se sintió muy mal de un momento a otro. Esas palabras, "solo se divierte como un gato con su presa", él no podía criticar en ese sentido al tío del polo. Porque sería hipócrita. Él se divertía en cierto punto experimentando y manipulando a Trolli de manera disimulada.

Pero a veces en verdad se preocupaba por el azabache.

– Lo dudo. ¿Sería tan cínico? ¿lo crees?

– ... No, no eres así. Eres estúpido pero no psicópata.

– ¡Oye! – el contrario solo soltó una carcajada. Llegó a la construcción. No pasaron muchos minutos hasta que el tipo vino. – hola. Llegaste más pronto de lo habitual. ¿Será que está interesante la pista que me darás y estás emocionado?

– Ay Trollino, no tienes idea. – escribió en su celular. Sacó un sobre de carta. – ábrelo cuando llegues a casa. – se lo entregó. – y no te preocupes, no explotará ni mucho menos. – pareció divertirse.

– Eh, no siento nada dentro.

– Es muy delgado.

– En fin, pistas son pistas.

– Adiós – se largó tan rápido como llegó.

No le creas una sola palabra a este hombre, chico. 

– No es bomba. No se siente nada, literalmente. Es algo tan delgado, que la idea de que estalle me parece estúpida.

Vale

Comenzó su camino a casa. Realmente no le había tardado nada esta vez, aún le quedaban un par de horas para estudiar, dormir, o simplemente pasarlas con Mike. 

– Wow, que rápido. – se sorprendió al verlo llegar. 

– Sí, ¿verdad? Me dio este sobre y ya. – lo sacó de su bolsillo.

– ¿Sabes que contiene?

– No. No se alcanza a ver y es muy delgado. 

– Ábrelo. Debe ser importante.

– ... – le tiró de una esquina y se puso pálido al hurgar dentro. 

Era un mechón de pelo.

– Uh, es azul. ¿Quién tiene el pelo azul?

– Timba – cayó sentado en el sofá.

– ¿Quién es él?

– Un amigo con el que ya no me hablo. Es de hace poco, de después de que le hiciera eso a Raptor. P-pero no entiendo, ¿Por qué tiene un mechón suyo? es obvio que quería hacerle referencia a Timba, y dudo que sea falso. Sabiendo que siempre examino con el ADN las cosas no creo que se arriesgaría a algo así, además el cabello parece muy real. Tiene exactamente el mismo tono que el que recuerdo.

– Ya veo. 

– Argh, no le he hecho nada a Timba, ni él a mí. N-no entiendo... – se estiró hacia atrás, apoyándose en el respaldo del sofá.

– ... – se sentó en las piernas de Trolli. – te acompaño a verle.

– No. Dijimos que no te seguirías entrometiendo con lo de Scarlett. Es peligroso.

– Esto es diferente. Solo es Timba.

– ¡No, no solo es Timba! ¡es una persona más involucrada! así que no.

– Por favor, es por tu bien. Pareces muy confundido y... mal. – se recostó en su pecho.

Quizás no sea mala idea que venga, chico.

 – Mikel, no hagas eso. – sintió un abrazo.

– ¿Que no te abrace?

– No, que no me tientes.

– Solo esta vez, quiero ir por si algo sale mal. Me preocupa que algo pase con Timba y me necesites.

– Vale, como tu dijiste: solo por esta vez.

    

✦ .✧. ✩.

      
– Esta es su casa. – dudó en tocar el timbre.

– Venga, ya estamos aquí. – le alentó el castaño.

– Ok – lo tocó.

Unos minutos más tarde, un peliazul se asomaba por el marco de la puerta.

– ¿Trollino? hombre, no creí que nos volveríamos a ver. Y estás con... o vaya, pero si eres tú.

– ¿Qué?... ¡¿Se conocen?! ¡MIKE!

– ¡Oye! ¡yo no te conozco! 

– JAJAJA ¿PERO QUÉ ES ESTO? – el alma se reía por la sorpresa.

– ¿A que no? – rodó los ojos.

– Pero si es verdad. Trolli, yo no lo conozco, te lo prometo, nunca había visto a este hombre.

– Y-yo... – se inclinaba más a creerle a Mike, pero no estaba del todo seguro. 

– Vamos, pasen. – Timba les abrió más la puerta.

El par entró.

– ¿Por qué dices que me conoces?

– Pues porque nos conocemos. ¿Acaso ya lo olvidaste? – se acercó. – la verdad es que... – le acarició el mentón. – me ofendes. La pasamos muy bien juntos.

– Me lo vas soltando, ¿sí? – ya no confiaba en Timba, así que ese toque era inaceptable.

– Ok. No me había enterado de que eran novios. Aah, pero ya entiendo, ¿por eso no confiesas, querido Mike? ¿no quieres admitir lo que hicimos frente a tu novio?

– ¡No te he visto antes! ¡no insinúes cosas indecentes conmigo! seguramente te confundiste de persona. 

– Oh, no lo creo. Reconocería esa clavícula donde sea.

– ... – Trolli no lo iba a negar, estaba molesto. Pero prefería reprimir el sentimiento para no hacer algo sin pensar. – ¿se acostaron...? dios, ¿cuándo?

– ¡¡No me acosté con él!! ¿¡Cómo hubiera podido?! ¡no le conozco!

– ¿¡Pero por qué mientes?! – el peliazul se enfadó también. 

– Bueno, a ver, me explicarán todo con lujo de detalles. Claro que... ignorando... "eso".

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