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– ¿Hace cuánto falleció tu padre, Mike?

– Ya ha pasado un tiempo... 

– Mm, no importa si no quieres contar, tranquilo. No quiero presionarte a nada.

– Nah, está bien. Él se llamaba Lei, Lei Bernal.

– Es un tanto peculiar.

T-Trollino... – ya no estaba nada confundido, ya tenía todo claro.

– Sí – suspiró. – lo amaba demasiado.

El azabache chasqueó su lengua de nuevo.

¿Tu chico es castaño? bebe de tu vaso si es un sí y sécate con la servilleta si es un no.

Pero ahora Trolli era el confundido, ¿acaso las almas no pueden ver? Ignoró eso y bebió del vaso. El alma se quedó en completo silencio.

– ¿Amabas a tu hermana, Trolli?

– Pff, pero qué pregunta. Claro que sí.

– Disculpa, me expresé mal, quise decir... ¿Cuánto la amabas?

– Del 1 al 100, infinito...

– No debió suicidarse, te dejó solo. Fue demasiado egoísta.

– No hablaré de esto ahora. – dijo en tono cortante.

– Eh, lo siento. – desvió la mirada. 

Terminaron su comida.

– Fue bueno hablar, pero ya tengo que irme.

– E-espera, Trolli tú... 

– ¿Yo qué? – sabía por donde iba la conversación, así que sonrió y lo dijo en un tono burlón.

– Me gustas mucho, ¿podemos... salir?

– ¿Quieres ser mi novio? bueno, dije que te harías importante para mí. Parece que tenía razón.

... – el alma no sabía si hablar o guardar silencio.

– Gracias – sonrío.

– Nos vemos. – le besó la mejilla.

– Adiós, espero poder verte pronto.

El mayor volvió lo más rápido que pudo.

– ¿Por qué me preguntaste su color de pelo? – preguntó mientras se cambiaba la camiseta.

– No debí hacerlo, no quería revelar el detalle. Soy ciego, siempre lo fui. La ceguera me siguió hasta más allá de la muerte, por increíble que sea.

– Desarrollaste un oído excelente... por eso veías cosas que yo no. Sentiste el temblor del suelo, dedujiste lo que era y me advertiste sobre el autobús. Escuchaste el desespero de esa señora al ser asaltada, dedujiste siempre, no necesitas ojos para saber lo que pasa. 

– Estás en lo correcto.

– Pero hay algo que no concuerda, ¿Cómo supiste qué pasillo? – hablaba de cuando buscaba sus libros para estudiar.

– Jeje, de eso no me gustaría decirte.

– ¿Por qué? 

– Porque tiene que ver con mi vida pasada.

– Apuesto, ¿trabajaste ahí?

– Las bibliotecas, la mayoría son viejas. Hace tantos años... y aún recuerdo los pasillos. Pensé que ordenarían los libros y los cambiarían pero me di cuenta que seguía igual ya que te saltabas los pasillos que no eran. Así que no quedaban muchas opciones, también fue como una apuesta.

– Viejo listo. – se burló. – ¿eres megamente o qué?

– De no ser porque vi esa película contigo muchas veces no sabría lo que es.

– Me inquieta que conozcas todo lo que he hecho.

– Mmm, ese... Mike, ¿te gusta en verdad?

– Pues sí, sino no hubiera aceptado la relación. 

– Miguel Bernal, Lei Bernal... – murmuró con una voz átona.

– ¿Pasa algo con esos nombres que no me estés diciendo?

– Chico, te queda 1 hora para entrar a esa cama y dormir.

– Hablaremos de esto después. – decidió hacerle caso.

Apenas descansó, estaba emocionado por ser novio de Mike, aunque no lo demostraba tanto.

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