9. Los chicos buenos tienen malas historias pt 1.

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9. Los chicos buenos tienen malas historias pt 1.

Sammuel POV.

Abrí la puerta de mi apartamento con la llave y me adentré a la sala. La misma estaba en completa oscuridad, así que tanteé la pared en busca del interruptor, cuando lo encontré prendí las luces y un grito femenino alegre provino de el cuarto de huéspedes.

Sonreí porque ya sabía de quién se trataba antes de que ella traspasara el umbral.

-¡Samy! -Pam se me lanzó encima y yo la cargué en brazos, y le di vueltas, haciendo que mi hermana soltara risitas. Sonreí y me quedé quieto. Ella echó su cabecita hacia atrás y soltó varias carcajadas. Me reí con ella.

-¡Pam! ¿Qué haces por acá? ¿Mamá también está ac... -Cielos. Hablé demasiado rápido. Cogí aire y apreté los dientes al escuchar los tacones de mi madre resonando por el lugar.

Ahí estaba ella. Con su cabello chocolate y sus ojos color miel, que me recordaban un poco a June.
En mi interior sonreí.

No obstante, mi madre -a diferencia de June- era la persona más fría y cínica del mundo.

No me gustaba referirme así de ella, pero era la verdad.

Era así desde que lo de mi papá sucedió. Y de cómo yo reaccioné a ello.

Pammela se bajó de mis brazos con una sonrisa, le faltaba un diente. Le sonreí, y mi hermana de cinco años caminó hasta donde mi madre.

Mi progenitora me examinó por unos segundos. Luego una sonrisa que me pareció muy falsa apareció en su cara.

-Sammuel, has crecido mucho. Y este... -Buscó las palabras e hizo un ademán con la mano, señalando el lugar. -Apartamento se ve hermoso, espacioso y muy organizado. Me alegra ver que sabes valerte por ti mismo. -Esa sonrisa seguía allí, haciendo que yo borrara la mía.

¿Por qué fingía que le importaba si quiera un poco? Hice una nota mental, tenía que cambiar la cerradura de la puerta.

Observé la gran sala. Los tres sillones marrón oscuro estaban en un círculo alrededor de una mesa redonda. El televisor de pantalla plana, incrustado en la pared color beige. Y los mosaicos con estilo rústico que se esparcían alrededor del televisor, dándole un aire sofisticado al espacio. Y la ventana francesa por la cual tenías una hermosa vista hacia la playa.

Miré el mostrador, y el comedor al lado de este. Y la pared que separaba la cocina del mostrador.

Sí, era espacioso, y bonito. Solía ser cómodo hasta que mi madre llegó. Por Pam no me molestaba. La extrañaba demasiado.

Le dediqué una mirada de soslayo a mi mamá.

-Sí, lo es. -Fue mi corta respuesta. No la quería aquí. Quería hablar con Pam y preguntarle por el kinder, por Pit (nuestro pug, que no veía desde hace como un mes y medio) y por cómo estaba llevando lo de papá.
Pero no podía. No tenía ni las fuerzas para ayudarme a mí.

Mamá asintió quedamente. Caminó despreocupadamente desde el pasillo que comunicaba a las habitaciones hasta mi cocina. Abrió el refrigerador y se sirvió un vaso de agua para luego sentarse en uno de los sofás, cruzando su pierna sobre el muslo.

¿Siempre tenía que ponerse vestidos para ir a cualquier parte? Mi madre bebió del vaso, seguramente dejando una marca de su labial rojo en el vidrio.

-Me molestó mucho que no me dijeras que te mudarías de tu loft en Santa Monica para acá. Y además te cambiaste de escuela. -Ese tono de reprimienda iba en crescendo, y lo detestaba. Yo estaba mucho mejor de cuando estaba en Santa Monica, había conocido a una chica espectacular, un amigo espectacular y había empezado desde cero. Ella tendría que intentar lo mismo.

El tímido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora