Lo que fue. (Final)

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Lo que fue.
Cuando te vas a graduar sinceramente sólo dos cosas pasan por tu cabeza:

"Dios, quiero vomitar."
Y
"¿Esto cuánto demorará?"

O al menos eso era lo que me pasaba a mí.

—Bailey Ceemers.

El aire se había escapado de mis pulmones, y un peso se hundió en la boca del estómago.

—June Charleston.

Escuchaba los gritos de mis amigos, los aplausos de mis papás, de Chase y de Ottis. Sabía que mis pies se estaban moviendo pero no realmente.

Subí las escaleras del podium, respirando con dificultad pero sintiéndome tan bien.

Tomar el certificado, saludar a la directora y tomarme una foto son lo que recuerdo. No fue tan traumante como pensé que sería.
Bajé del escenario y el primero en abrazarme fue Sam.

—¡Lo hemos logrado, bebé! —Después de decir eso, me besó.

Luego de la cena que tuvimos con mis padres Sammuel y yo nos unimos más. Mucho más de lo que ya estábamos. Yo aprendí a ser más sensible, menos hostil. Y él aprendió a ser más suelto, más relajado. Supongo que nos complementábamos bien.

—¡Sí, joder! —Salté encima de él frente a todo el mundo. Él soltó una gran carcajada antes de devolverme el beso. Creo que incluso alguien nos aplaudió.

Mi familia me abrazó y mi madre estaba llorando. Nunca se lo dije a nadie, pero al llegar a casa me encerré en el baño a llorar también.

Esa noche mis amigos, junto con Sam y Spencer fuimos al Club 107. Porque, Dios, ¡Nos habíamos graduado!

—¡Por el maldito alcohol y porque salimos de esa maldita posilga! —Josh gritó a todo pulmón y todos lo seguimos, alzando nuestros shots de Ron con Cranberry.

—Hasta el fondo, niñas. —Brooke ordenó, siendo la primera. Greg, Paul y Spencer vitorearon y Brooke agradeció deformando el rostro. Reí, un tanto ebria.

Fui la próxima. Fue mi primer shot de unos... No sé. No recuerdo eso.

Poco a poco fuimos vaciando las copitas y lo poco que sí logro recordar era que Phoebs, Brooke y yo bailamos encima de una mesa. También veo un borrón en el que Mare y Andrew estaban besándose en una esquina, y que Josh se quitó los pantalones a eso de las cinco de la mañana, pero no estoy muy segura.

Lo que recuerdo con suma claridad es esto:

—Saaaam. Sam. Cariño. —Le decía a él. Él estaba sobrio y me miraba con burla y un poquito de ternura.

Me estaba acomodando en mi cama, con la ayuda de Chase. Este último se fue insultándome por ser tan estúpida y sólo quedábamos Sammuel y yo.

—¿Sí, bebé? —Me había derretido, pues fue la primera vez que me dijo así, y además el alcohol me hacía verlo y escucharlo mucho más sexy. Además de que él de por sí ya lo era.

Fui gateando hasta Sammuel y le besé la boca como si hubiese estado en el desierto y él fuese la única fuente de agua.

Lo besé, fuerte. Él respondió de inmediato y sus manos fueron a parar en mi pecho. Justo encima del corazón, donde él estaba. De todas las maneras posibles.

Apretó ahí y yo sentí que el mundo se desvanecía.

—¿Lo... vamos a hacer? Porque quiero. Estoy lista. —Le susurré sobre los labios. Tenía vergüenza, aún estando borracha. Pero lo amaba. Y lo deseaba con todas mis fuerzas.

En ese momento fue como si él se diera cuenta de dónde estaba. Paró de mordisquearme el lóbulo de la oreja y me miró a los ojos.

Estaban más oscuros de lo normal, de una manera carnal. Pero seguía reflejando su cariño, solamente él podía lograr aquello.

—No.

Iba a llorar. Unas dos letras me hicieron sentir tan horrible en sólo unos cuantos segundos. ¿Es que él no me amaba? ¿No le gustaba?

Así que lloré. Y le pregunté eso en voz alta; fue un simple desliz producto del maldito ron.

—¿Qué? ¿Estás preguntándolo en serio? —Parpadeé. Sí. Demonios que estaba hablando en serio. —June, vaya...Yo te amo.

Y así de rápido mis ganas de llorar se disolvieron en el aire. Él me amaba.

—Te amo, te amo, y te amo pero no podemos hacer esto. No contigo así. Mereces lo mejor, y yo quiero dártelo. —Yo estaba mirándolo. Se veía doble. Era tan guapo, tan tierno, me soportaba... Y me amaba. Como yo a él. ¿Cómo fui tan afortunada?

—Sammy... —Murmuré, antes de reír. El mundo empezaba a girar. —Tienes dos camisas. —Volví a reír como estúpida.

—¿June? —Se levantó y me tomó en brazos, llevándome al baño.

—Maldita sea. —Fue lo que dije antes de vomitar la vida en el retrete. Después de eso, todo es un hoyo negro.

Esa noche fue muy poco comparado con la noche de nuestra Luna de Miel en Alemania. Múnich. Todos los gastos pagos, cortesía de Chase Charleston.

No voy a contarles lo que pasó detalladamente, pervertidos. Pero sí les diré que la magia existe. Lo confirmé cuando él dijo sí, cuando yo le correspondí frente al monje, y cuando él y yo nos unimos como uno solo.

¿Que si el amor existe?
Sí, es que él existe.

FIN

El tímido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora