16. ¿Vive en una caverna o qué?
−¡Silencio! −Miraba con aburrimiento la escena, ya acostumbrada al numerito de siempre. La señorita Samantha cerró los ojos, juntando sus puños a los costados; clamándole al Todopoderoso por un poco de paciencia. No la culpaba. Yo ella, ya hubiese renunciado hace años.
−¡He dicho silencio! −Gritó con tanta fuerza, que me dio un poco de gracia la expresión de sorpresa que cruzó por el rostro de Mazzie. Bajé la vista hacia mi mesa y reí entredientes, esperando a que la profesora no se diese cuenta.
La profesora Samantha suspiró con frustración.
−¿Es que no puedo dar mi clase sin que usted, señor Kingston, haga tantas estupideces en una sola hora? −Todos hicieron un sonido de "Oohh" a coro. Yo me les uní porque, ¿Por qué no?
Tate no se inmutó.
−Es mi naturaleza, cariño. ¿Qué se le va a hacer? −Volví a reír y me acomodé en la silla, preparándome para la reacción de la señorita. Ella jadeó ofendida, abriendo su boca y haciendo que sus ojos celestes se estrecharan. Solté una carcajada junto a Mazzie, quien no paraba de reír.
Pobre señora Raik.
−¡Qué insolencia! −Exclamó la profesora, caminando al lado opuesto del aula. Muchos compañeros aún seguían de pie, mas no la mayoría. −Se va. Ahora. −Señaló hacia la puerta, con los ojos chispeando de furia. Tate alzó las cejas, fingiendo rendirse y se fue. No sin antes lanzarle un beso a la señorita Samantha.
Un coro de risas emanó desde el fondo del aula.
−Santo Dios. No sé cómo los profesores los soportan. Estoy tan feliz de que en poco tiempo se gradúen. −No era la única, profe. Reí, porque era todo tan gracioso. La señorita Samantha negó con la cabeza, se dio la vuelta y empezó a escribir en el tablero.
−Estoy cansada de siempre intentar hacerlos entrar en razón. ¡Son una pérdida de aliento! −Escribía con tanta rudeza, como si el piloto fuese un cuchillo y la cara de Tate el tablero. Ahogué una risotada.
Empecé a jugar con mis labios, mientras garabateaba dibujitos y canciones en el fondo de mi libreta. Al final, Inglés me era una materia tan fácil que la teoría no la necesitaba copiar. Pero esta vez no era teoría.
Solté mis labios de mis dientes, para dejar caer mi quijada como la señorita Raik había echo hace un rato.
−Tienes que estarme jodiendo. −Murmuré por lo bajo. Finn me disparó una mirada, la sentía quemándome en el hombro izquierdo. Pero me negaba rotundamente a mirarlo. O a mirar a Jonah, quien estaba a mi derecha. La señorita Samantha estaba en mi lista de "Hay que asesinar a" justo después de Kirsten Osscar, y arriba de Olive Penderghast.
Era simplemente increíble, denigrante e incómodo.
−Oh, ni lo piense, señorita Raik; con todo respeto. Pero no puedo ir con Charleston en un grupo. −Casi ni escuché a Finn, pues mi mirada aún estaba fija al rastro de marcador azul que escribía con una bonita caligrafía "Grupo #3: Jonah Ronalds, Finn Winter, June Charleston y Wade Marchall". Como si mirando con tanto odio a las letras, estas pudiesen borrarse.
Estaba en un grupo con tres de los chicos más cotizados de Prep. Y a juzgar por las miradas furtivas de Irina y muchas tipas más del lugar, ninguna estaba muy contenta con el hecho.
Cerré al fin mi boca, lista para atacar. Ya basta. Me levanté de mi asiento al igual que Finn.
−No, simplemente no. No estaré en un grupo con ninguno de ellos dos. ¿Es que vive en una caverna o qué? −Dios sabía que no quería sonar tan grosera, solamente estaba cabreada y no sabía cómo no hablar golpeado cuando estaba cabreada.
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El tímido.
Teen FictionJune Charleston era ese tipo de chica que veías por la calle, y si eras mujer, probablemente dos cosas podrían pasar por tu cabeza: Envidia o admiración. Era solo con ver su caminar, su paso tan decidido y seguro, que hacía que los chicos quedasen h...