20. Qué más da.
El clima se había puesto de acuerdo con mi estado de ánimo. Tenía un frío helado instalado en mi habitación y muy dentro de mí. Estaba calada hasta los huesos.
Mis ojos aún tenían un toque de color rojo, mis piernas tenían cicatrices de los aruñazos que yo misma me hice, y mis labios estaban rotos.
Decidí hacer una maratón de t.v: Bones, Criminal Minds, Skins, Gossip Girl, The Vampire Diaries y una que otra película de Adam Sandler. Porque, ¿Qué era una maratón de t.v sin Adam Sandler?
No tenía apetito, Chase se había ido hacía ya dos días, y sabía que ellos iban a venir mañana. Lo único que había comido desde el sábado era un caldo de sopa un poco rancio que compré en un puesto cerca de la playa. America me venía a visitar junto con Phoebe, Andrew y Tate y luego me dejaban sola.
Sola, a merced de mí misma y de mis propios pensamientos. Lo peor que alguien le podía hacer a una persona que estaba en profunda tristeza.
Sin embargo; yo en este momento solo podía pensar en que Derek y Reid eran tan condenadamente calientes. No saben cuánto los amaba.
Cuando veía televisión, sentía que por un lapso de tiempo dejaba de ser yo. Estaba en otro lugar, con personas diferentes, con ambisiones diferentes. Y no era yo.
No me movía de mi cama a penas llegaba a casa. Se había vuelto una rutina.
Casa, escuela, bañarse, tomar un vaso de jugo, dormir, escuela. Y el proceso se repetía.
En los almuerzos, yo me sentaba a mirar al vacío, mientras todos mis amigos hablaban, reían, y tenían todo controlado. Y ahí estaba yo. Tan en otro lugar, tan en la nebulosa. Sin saber exactamente qué hacer.
No sabía que me iba a ayudar. ¿Hablar con mis padres? ¿Llorar más? ¿Hacer ejercicio? Ni puta idea.
Las ganas de llorar se habían transformado en ganas de golpear a alguien desde el sábado pasado. Ése jodido día en que todo pasó.
Del celular, que estaba a mi lado comenzó a sonar la cancioncita estúpida que una vez Tate puso como mi ringtone.
-Oye, June. -Escuché la voz de Andrew. Inmediatamente me sentí mejor.
-Drew, hijo. -Hablé con un tono maternal. El estómago me ardió al recordar esa palabra.
-June, mamá. -Los dos reímos y por un segundo me sentí como antes. Lo malo era que un segundo no era eterno, por más que lo pareciera.
-Dime con lujo de detalles lo que estás haciendo ahora mismo.
Suspiré.
-Estoy preguntándome a mí misma por qué Spencer Reid y Derek Morgan son tan perfectamente violables, mientras me repito que mi vida es una mierda, y muero de hambre. -Me encogí de hombros. -Pero respiro, eso es algo.
-¡Come algo, June, por Dios! No me hagas ir para allá. -Hice un puchero y me quejé como una niña pequeña, todo por celular.
-No, ¿Sabes algo? Voy para allá con Tate. Ponte ropa bonita.
-Pero-Y me cortó. Spencer estaba secuestrado, mientras Penelope estaba apunto de arrancarse los pelos por descubrir su ubicación.
¿Reid... o Andrew?
Reid.
Aún así, me levanté de la cama, mareándome, y con la cabeza muy pesada. Debía lavarme el cabello y tal vez seguir haciéndome mis mascarillas. Pero ya nada me importaba.
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El tímido.
Teen FictionJune Charleston era ese tipo de chica que veías por la calle, y si eras mujer, probablemente dos cosas podrían pasar por tu cabeza: Envidia o admiración. Era solo con ver su caminar, su paso tan decidido y seguro, que hacía que los chicos quedasen h...