10. Los chicos buenos tienen malas historias pt. 2
-No, Tate, no quiero conocer a Justin Bieber. -Rodé los ojos, a punto de reír por la forma tan estúpida de mi amigo, de tratar de convencerme de ir a eso.
Tate puso una cara de fastidio, y se recostó de su locker.
-Mierda, June. -Se quejó mi mejor amigo.
-Vamos, oye, ve. -Greg, chicos, ¡Greg me estaba rogando! Marquen esta fecha en sus calendarios. Si es que alguien todavía utilizaba eso...
-Tal vez si invitan a Sammuel ella vaya. -Brooke comentó, limándose las uñas. Le lancé dagas con los ojos. Ella quitó su atención de sus uñas, para mirarme con una sonrisa traviesa tanto como mala.
Sigo pensando que ella debería estar con Greg en vez de Olive, pero por algo dicen que los opuestos se atraen.
Perras fáciles con gatos sigilosos y oscuros, ajá.
-Mira, sé que una fiesta de Tate en un Martes. -America hizo un énfasis en el día de la semana, dándole una mirada de reprimienda al susodicho. -Puede afectar con tus cosas del periódico, tu blog, y tus preciadas notas en Literatura. Pero una pequeña fiesta nunca mató a nadie. [2]. -Mare me dijo, con una inclinación de cabeza y una sonrisa, alentándome. Para después morder su empanada de pollo.
Yo le di un sorbo a mi típico café negro y crucé mis brazos, apartándome del centro del círculo en donde Greg, Brooke, Tate y America estaban aprisionándome.
Eran las siete de la mañana, tenía un jodido sueño de puta madre, quería ver a Sammuel y tenía alergia. Vaya Martes.
Alisé mi pelo con la mano que tenía libre y me acomodé la chaqueta denim.-Si digo que sí, ¿Quién me garantiza que no me emborracharé como la última vez y terminaré besando a un deportista sin uso neuronal? -Brooke, Greg y Tate miraron al suelo, con inocencia y haciéndose los desentendidos. Pensé que America diría algo, pero ella estaba mirando al suelo también.
Reí en mis adentros, había ganado la discusión. Aunque era solo una excusa. Sé que soy más inteligente que cuando llegué para no volver a hacer algo taan estúpido.
Entonces este era el momento donde yo me hacía la pregunta del millón. ¿Quería de veras ausentarme a las benditas fiestas de Tate Kingston? No. Me gustaban las fiestas, y merecía salir de mi zona de comfort de vez en cuando.
-De acuerdo, iré. -Mis amigos hicieron vítores y mucha bulla al instante, llamando la atención de varios de nuestros compañeros en los pasillos. Solté una risita para después dar un sorbo a mi café.
Negro, oscuro, y amargo. Como Brooke.
-¡Bien, maldita sea! -Gritó Tate. Mare, Greg y Brooke también me estaban diciendo cosas como "no lo lamentarás". Suspiré. Ojalá tuvieran razón.
-Y bien, Tate, ¿Cómo le harás saber a esta gente sobre la fiesta? -Él dejó de hacer un baile extraño, se puso en una posición normal y sonrió malévolamente.
-En el descanso lo verás. -Mis otros amigos sonrieron ampliamente, consediéndole la razón. Rodé los ojos y sonreí.
-Una fiesta en un Martes, eres un genio amigo, en serio. -Mis palabras goteaban sarcasmo. Greg soltó una carcajada.
-Ni lo dudes.
💦💦💦
Puedo jurarles por mi vida, que odiaba a los números tanto como a Oregón. Tal vez odiaba a los números un poco más.
Habían veces que me gustaría alardear sobre cosas como: "Oh, sí, rayos, sé Matemáticas y Álgebra, mucho. El libro de Baldor es mi favorito, amo los números y probablemente sea una Einstein o una Edison femenina". Pero no, me convertía en una dislexica en cuanto entraba al aula del profesor Hinnigan.
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El tímido.
Novela JuvenilJune Charleston era ese tipo de chica que veías por la calle, y si eras mujer, probablemente dos cosas podrían pasar por tu cabeza: Envidia o admiración. Era solo con ver su caminar, su paso tan decidido y seguro, que hacía que los chicos quedasen h...