8. Bob Esponja, enfrentaciones y Skittles.

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8. Bob Esponja, enfrentaciones y Skittles.

Estaba enfrascada en lo que hacía siempre, todos los sábados a la una de la tarde: absolutamente nada.

Acababa de venir de la playa, porque decidí correr un rato. "Para pensar" dirían algunas. Yo lo hice por puro antojo. Me gustaba correr y hacer ejercicio, más que todo bailar.

Metí una cucharada de yogurt de moras azules en mi boca y disfruté de su sabor antes de tragarlo por completo. Estaba viendo Bob Esponja.

Era tan jodidamente divertido el no hacer nada.

Estaba riendo porque Patricio era tan idiota, cuando escuché que Chase estaba gritándome. Joder, Chase molesto un sábado a la una de la tarde no me parecía algo bonito, y definitivamente eso no era "hacer nada".

Metí mis pies dentro de mis sandalias para andar por la casa y bajé corriendo las escaleras.

-¡Niña del demonio, te estoy llamand...!

-¡Ya estoy aquí, mierda! -Bajé los últimos dos escalones y miré a mi hermano, que estaba con unas bermudas y un suéter sin mangas.

-Dejaste tu bolso en el sofá, de nuevo. ¿Cuándo vas a entender que-Lo interrumpí.

-Eso te cabrea demasiado y te dan ganas de cortarme los pechos, lo sé, hermanito. Lo siento. -Él entrecerró un ojo y me señaló.

-Vuelves a hacerlo y te juro que cumplo con mi promesa. -Le tiré un beso.

-Claro que sí, campeón.-Él me empujó con su hombro al pasarme por al lado y yo reí.

-Ah, niña del demonio, hay un "amigo" tuyo en la puerta. No le abrí porque está muy guapo para ti. -Lo escuché mientras me volteé para mirarlo con una expresión de confusión. Chase siguió subiendo las escaleras y cuando iba a dar la vuelta para dirigirse al pasillo que conducía a su habitación, dijo:

-No olvides los condones.

¿Un amigo mío? Tate o Andrew. Bajé la mirada, juzgando mi atuendo. Tenía un short de franela color negro y una camiseta lisa color blanca, ñe. Me veía genial con todo. No me molesté en peinarme y abrí la puerta de la entrada.

Ya de por sí estaba molesta porque un "amigo mío" estaba interrumpiendo mis valiosas sesiones de hacer nada, para que ahora este gilipollas estuviese en frente mío. No me molesté, solo rodé los ojos y estaba a punto de cerrar la puerta cuando el idiota ese me llamó.

-¡No, June, por favor, quiero hablar! -Miré por el espacio entre abierto que quedaba y le lancé dagas con los ojos.

-¿De qué quieres hablar, Jonah? No quiero tener nada contigo, que te quede claro. Adiós, chao, goodbye, au revoir, bonne nuit. -Le cerré la puerta en las narices y me dirigí a la cocina en busca de algún bocadillo. Abrí el refrigerador y agarré una manzana verde. Cerré el refrigerador e iba a subir las escaleras cuando otro grito afuera de la puerta me llamó. Gruñí, me di la vuelta y abrí bruscamente la puerta.

-¿Qué? -Espeté. Se tomó su cabello rubio en las manos y suspiró. Sus cejas se alzaban hacia arriba, con un puchero. Uy, qué ganas me entraban de pegarle una bofetada.

-Sé que sonó horrible mi propuesta de la otra vez... de veras, lo siento. Pero me gustas. Eres tan decidida, firme, elegante y guapa y eso me vuelve loco. Y eres muy sexy. -Dejó de hablar y miró al suelo, frunciendo el ceño. -Muy sexy, la verdad. -Apreté los dientes y me tomó un gran autocontrol no lanzarle un puñete.

-¿Me ves cara de Kirsten o Amber para estar tan necesitada de tus halagos? Sé que no te gusto, Jonah, demonios. Eres un estúpido. -Me reí sin algún sentimiento. Sus ojos celestes me rogaban. Estaba siendo demasiada dura con él, pero ya me tenía harta.

El tímido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora