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Mi historia no es del tipo cliché. No soy la popular que es zorra y se acuesta con todos sus pretendientes, como supongo que ustedes pensaron al leer la intro. Sí, envidia cegadora de parte de las chicas, nenes encaprichados conmigo. Eso sí era cierto, era la abeja reina, aún sin ser una perra. No era como Kirsten Osscar, que era conocida por su fama de acostarse con todos. Ya saben, la típica hueca, idiota, y necesitada chica de las películas, con su novio de película y todo ese rollo de mierda.

Yo tenía dieciocho años. Iba a último año y solía vivir con mi hermano rico de veinticinco años. Chicas, era bastaaante guapo.
Pero era gay.
Papá y mamá lo echaron de casa a los dieciséis, el fatídico año que se enteraron del secreto de mi hermano.

Me juré que nunca lo dejaría solo, aunque como ya dije, Chase tenía veinticinco, tenía una mansión en la playa de Malibú (que compartía con su hermana menor) y un novio llamado Ottis.

No le temía al caminar sola por el mundo. Pero me gustaba tener mi círculo de amigos. Éste constaba de America Stevenson, Phoebe Urnal, Tate Kingston y Andrew O' Connor.

Estudiaba Fotografía y Letras. Me gustaba escribir y tomar fotos.
Yo formaba parte del periódico escolar, y fotografiaba cosas para mi blog y como hobbie.

Hace poco un chico llamado Jonah Ronalds (el popular chico buenísimo) me hizo una propuesta un poco indecente.

**Redobles de tambores, señores y señoras**

¡Sexo sin compromiso, yupi!

Como si una propuesta así me faltara. Yo me reí justo en su cara y me di la vuelta. Esa noche los chicos y yo hicimos una llamada grupal en Skype, y todos nos destornillamos de risa.

Ahh, mi vida era tranquila, divertida y muy buena, si puedo decirlo. Aunque mi relación con mis padres era una mierda. Mas yo no extrañaba Oregón.

A nadie de allí, para ser sincera. No me molestó el largarme de allí.

Chase me recibió con los brazos abiertos, el sabía lo intenso y molestos que podían ser nuestros papás. Pero con todo y eso... los queríamos.

Me gustaría decir que los chicos no me llamaban la atención, pero sería una vil mentira.

Una sola (y espero sea la última) vez, me emborraché en la fiesta de fin de curso el año pasado, y en un momento... bueno, intenso, con Finn Winter casi pierdo mi virginidad. Pero era virgen a los dieciocho aún, gracias al cielo.

Ningún chico era lo suficientemente merecedor de captar mi atención... hasta que este tipo llegó a mi vida tan inesperadamente como la noticia de que mi hermano era gay.

Anímense a conocer la fatídica, hermosa y jodidamente cursi historia del Chico Tímido y yo.

El tímido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora