CAPÍTULO 17

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—R.M—

Dieciocho años de edad...

Había Una Fiesta.

Había una fiesta cada noche.

Si no es en el recinto, entonces en la casa de Suga. Los tres de nosotros, Suga, JHope y yo estábamos siempre puestos para un buen rato y cuando el sol se metía nosotros celebrábamos hasta que salía otra vez. Mi club siempre era bienvenido, el licor siempre estaba fluyendo y los úteros siempre estaban más que dispuestos.

—Hola, chico lindo —le dije a un chico a el que nunca antes había visto con cabello castaño y oscuros, casi oscuros, ojos. Él estaba vestido conservadoramente para una de nuestras fiestas, y a lo que me refiero por conservador es que él no estaba semidesnudo o en la mitad de un juego de finger-cuffs* con los chicos en la fogata. Él era probablemente un spring breaker*. Su piel bronceada fue el primer indicio. La mayoría de los úteros locales, incluso aunque trabajaran en el exterior no eran bronceados, a menos que nacieras con ello. El chico tenía un brillo en él que decía que había estado tendido en el sol todo el día, la punta de su nariz estaba ligeramente enrojecida. Sip, visitante. Lo cual era genial para mí porque eso significaba que él estaría haciendo mi segunda cosa favorita, un hijo de perra que lo hace sin mucho alegato o lío.

Irse.

Él definitivamente estaba aventurándose del lado equivocado de la calzada, pero no importaba porque sus bermudas eran cortas, sus piernas largas, y con toda honestidad, mi lista de comprobación para en quien metía mi pene durante estos días no era mucho más larga que eso.

De hecho, lo era.

—Hola —dijo él, dándole un trago a lo que sea que estaba en su vaso rojo de plástico. Esperaba que él no lo obtuviera de Hope, porque si era así, no había manera de decir qué coño había allí.

—Tengo una habitación aquí —le dije, cortando el rollo y porque nunca había tenido que poner algún esfuerzo real en alguien para follar—. ¿Quieres verla?

—Muestra el camino —susurró él seductoramente. Agarré su mano y lo arrastré hacia mi apartamento. Me reí en voz baja mientras él luchaba por verse todavía sexy mientras caminaba sobre el césped desigual. Lo encaminé al garaje y me detuve justo antes de la puerta del apartamento. Lo levanté sobre las cajas de herramientas en el garaje. Mi caja favorita. Era de altura perfecta para lo que la necesitaba.

—¿Pensé que tenías un apartamento? —preguntó él.

—Lo tengo, está ahí —dije señalando a la puerta que estaba tan cerca que si me estiraba podía tocar la manija—. Pero no podía esperar, chico — mentí, diciendo la misma cosa que les había dicho a incontables personas que se preguntaban por qué estaban siendo folladas encima de un montón de grasosos trapos en el oscuro garaje que olía a aceite y oxidación.

Los úteros nunca llegaban más allá de la caja de herramientas y en algunos casos, nunca más allá del muelle, o incluso de ese espacio vacío en el bosque. Acaricié con la boca su cuello e hice el mínimo de juegos requeridos para no hacer enojar a el chico antes de enfundar mi pene y empujarlo.

El chico Spring Break era bueno. No excelente.

Los excelentes no llegarían a mí en años.

Sin embargo para esos días, él era tan bueno como lo tenía yo, aunque él había tratado besarme lo cual no era lo mío. Lo de besarse apasionadamente era para los putos adolescentes. Yo tenía dieciocho y bien puesto en la etapa de 'enterrar mi pene o nada'.

Esa noche no era la primera noche que sentía que estaba siendo observado mientras estaba con alguien. Miré afuera de la ventana del garaje hacia los asistentes de la fiesta y sabía a ciencia cierta que la gente en la fogata no podía ver. Siempre hice la señalización de no encender las luces, pero aún, la sensación no se iría.

04. SIN ALMA ||NAMJIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora