CAPÍTULO 02

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–R.M–

Ecos de llantos de los internos flotaban a través de la celda de concreto en la noche. La mayoría de estos sujetos eran duros gansters en el día y charcos de inútil miseria en la noche. Parecía que con las luces fuera era el único momento aceptable para revolcarse en la mierda en la que has estado tratando.

Yo no.

En mi juego yo era ambos, el jugador y el tratador, y sabía que cartas sostenía antes de que alguien más lo hiciera.

Especialmente Jinnie.

Me dolía recordar la mirada en su rostro cuando me pusieron las esposas que pensó eran para él. Su rostro arrugándose en confusión, seguido por sus ojos agrandándose en sorpresa. Cuando él me llamó casi no volví la mirada, pensando en que él podría nunca perdonarme por lo que había hecho. Pero tenía que hacerlo. Una última vez quien sabe por cuánto tiempo. Y cuando lo hice, no esperaba que él saltara sobre mis esposados brazos y presionara esos perfectos labios rosados contra los míos.

Esos putos labios.

Pensé que el tiempo lejos de Jinnie me haría olvidar. No a él, sólo los pequeños detalles. Las cosas que podrían volver a un hombre loco cuando no pudiera estar con la persona que más quiere. Pensé que tal vez mientras el tiempo pasara su hermoso rostro comenzaría a ponerse borroso y sería más difícil para mí imaginarlo. Que tal vez no recordaría la increíble manera en que él olía.

Sus suaves gemidos.

La forma en que sus mejillas se ruborizaban cuando estaba a punto de venirse.

No, eso no pasó.

Lo que pasó fue que recordaba todo, con brillante y vívido detalle. Entre más pensaba en él más recordaba.

Con tanto tiempo en mis manos, era posible recordarlo con incluso más detalle del que tenía cuando él estaba de pie justo enfrente de mí. Como la forma en que él cambiaba de pie cuando estaba incómodo. La forma en que él mordía el lado de su pulgar cuando estaba nervioso. Nunca había tenido la necesidad de reclamar a una persona en mi vida entera. Pero entonces lo probé en la fogata y supe ahí que no había retorno. No para mí. No algún día. La primera vez con él en la camioneta, juro que yo estaba cantando MÍO en mi cabeza mientras empujaba dentro y fuera de su increíble culo.

Si pensaba mucho tiempo y lo suficientemente duro todavía podía olerlo en mí.

Seguido tenía que recordarle a mi verga donde estábamos y de las amenazas inmediatas a la mano porque era fácil perderse en los recuerdos. Desnudo. Retorciéndose. Jadeando.

Joder.

* * *

Tan fácil como era perderse en los pensamientos sobre él, no era fácil olvidar la inmediata amenaza que podía estar avecinándose cada turno. Ninguna celda era segura. Ningún pasillo. Ningún baño. Ni siquiera el patio.

Cuando YeSeul me dijo que tenían suficiente evidencia para arrestar a Jinnie, no había manera que fuera a dejarlos tomarlo y no escatimé un puto segundo al pensar en tomar su lugar. Lo cual era más que una razón para asegurarme de que mi guardia está puesta y enseñarle a cada Bastard, que pensó que podía llegar a mí a la cárcel, que terminaría estropeado o muerto. Realmente no importaba la forma, no sería Jinnie.

Incapaz de dormir, me puse de pie en la puerta de la celda y me incliné contra las barras. A través de la celda, a través de la ventana alta, la ÚNICA ventana, estaba la luna llena oscurecida por unas delgadas nubes pasando, ofreciendo el único vistazo de libertad que estaba seguro de tener por un largo rato.

04. SIN ALMA ||NAMJIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora