#128: Frontera (parte 1)

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Suspiró al ver a una de sus copias regresar hacia ellos y levantar el pulgar en forma de confirmación.

-parece que al fin abandonaron el edificio-

-¿se cansaron de buscarnos?- la cobriza solo miró, por segunda vez, el laboratorio con cierto temor a que aquellos hombres aún estén al acecho.

-la tensión entre el gobierno local y la autonomía de esos idiotas disfrazados de soldados cada vez está chocando más- reflexionó chocando los puños con su clon para que luego este solo desaparezca -puede que en medio de ese conflicto hayan tenido que retirarse- el pelinegro, entonces, comenzó a adentrarse en el edificio tomando por sorpresa a la castaña.

-espera!- gritó mientras lo alcanzaba. Tal vez si era paciente podría volver a ver a todas otra vez.

Ambos decidieron ingresar por el estacionamiento, trantando de evitar cualquier emboscada sorpresa que los clones del joven pelinegro no hayan detectado.

La sorpresa de este ultimo no pudo ser ocultada al ver el desastre gelido que estaba presente en el lugar. En lugar de hombres solo podía ver estatuas de hielo derritiendose por el calor del subterraneo ¿Quién podría hacer algo así?

La cobriza, por su parte, inspeccionó cada rincón esperando ver alguna pista de su prima, pero no encontró ninguna. Pensó que tal vez fue capturada tratando de darle la oportunidad de huir y esconderse. Una razón más para sentirse una completa inútil.

Finalmente llegaron al laboratorio principal, donde previamente intentaron llamar a más como ellos, de no haber fallado...

-escuche una voz que provenía de aquí, ¿sabes?- y aquellas palabras fueron un escalofrío que perduró al fijar su vista en su pequeño instrumento -aunque creo que no sabría decir como sé que vino de aquí o si solo fue mi imaginación-

La cobriza presionó con fuerza el arco contra su pecho e ignorando las palabras del pelinegro se colocó en el mismo lugar en el que previamente trató de canalizar la suficiente energía para llamar a un ejercito. ¿Y qué si no llamaba a un ejercito? Tal vez si podía tocar y sostener el control lo suficiente podría llegar a su hermano o a Tweek... alguien que pudiera ayudarlos.

Por su lado, el menor de los Broflovski se preguntaba si aquel era el mejor momento para que la cobriza practicara con el instrumento... Hasta que escucho aquella melodía.

Un melancólico sonido que hacia que le doliera el corazón.

Aquellas luces que rodeaban a la joven violinista no era otra cosa que su don en la más pura de sus expresiones.

Él se sentía hipnotizado. Quería escuchar aquella pieza para toda la vida. Pero su atención también se dirigió a aquella energia que despedía. Parecía que la cobriza no podía manejarla, parecía que estaba tratando de controlar algo fuera de su alcance.

El quejido que salió de su boca fue el que le advirtió que ella no podría sostener lo que sea que estuviera formando por más tiempo.

-Tricia!-

-No!- gritó antes de escuchar al pelinegro decir que debía detenerse. Por más duro y doloroso que sea, debía hacer algo. Ya no quería ser la damisela en peligro, ya no la carta de la que siempre los villanos pueden aprovecharse.

-No lo controles!- y aquellas palabras la desconcertaron por un segundo, ¿qué quizo decir? -no trates de detenerte, no lo retengas...- habló desde su propia experiencia, pues a veces tratar de controlar cada aspecto de su habilidad le generaba aun más inseguridades y luego el descontrol era algo con lo que lidiar.

La cobriza luego de pensarlo un momento asintió cambiando el por completo el rasgado de las cuerdas por uno más frenético e improvisado. La energía liberada chocaba con fuerza a su alrededor y las luces ya no fluían con tranquilidad, sino que chocaban entre si rasgando las paredes dejando fisuras y arañazos por todo su paso.

Héroes || South Park AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora