#113: Lazos de sangre

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-Karen! se te hace tarde- gritó el rubio mayor mientras era ayudado en la cocina por el pequeño Stotch.

-solo un minuto!- se oyó a unas cuantas habitaciones de distancia.

Desde el incidente, hace tres meses, con la caída de Linda Stotch, el pequeño Leopold se había quedado a cargo de los McCormick. El mayor de estos insistió por tres dias consecutivos hasta que el rubio menor lograra aceptarlos como su nueva familia. Después de todo, Butters nunca había recibido ese calor, en su niñes, que sentía cada que estaba con ambos hermanos.

-nmm ¿no se nos hace tarde también a nosotros?- susurró mientras pelaba algunas manzanas para el desayuno.

-nah, podemos saltarnos las primeras clases, hoy- dijo mientras le guiñaba con malicia, a lo cual el menor reaccionó con un ligero sonrojo.

Butters no entendía del todo esas reacciones que tenia casi siempre a las palabras del otro rubio. Este ultimo no era del todo inocente pues, en más de una ocasión, se aseguraba de molestar siempre al menor con alguna frase en doble sentido.

-hermano- la joven castaña se acercó a ambos chicos ya vestida para la escuela -¿puede Tweek venir hoy?- dijo emocionada mirando con ojos de cachorro al mayor mientras se acomodaba elegantemente en su silla -no es por ofender..., pero..- se tapó la nariz notando el aroma a quemado que despedía una de las ollas -ninguno de los dos sabe cocinar bien..- sonrió amablemente al decir lo ultimo, con miedo de poder herir a su hermano.

Ambos rubios bajaron la cabeza, rendidos, dándole la razón a la castaña. En un descuido al bajar la mirada, el mayor de los McCormick pasó lentamente la hoja del cuchillo sobre la yema de su dedo, dejando salir de a pocos pequeñas gotas de sangre.

-mierda- el menor acudió rápidamente a su auxilio con un pedazo de tela para parar la ligera hemorragia

Butters miró la herida aún sangrante. Esta por más que pasara la tela limpiándola -no está...no está cerrando-

El mayor cayó en cuenta de la gran revelación mirando su mano como la cosa más asombrosa que pudiera haber visto.

-Hermano, Butters, ya me voy- exclamó alegremente la castaña ignorando por completo lo que pasaba con ambos chicos en la cocina.

-...nos vemos- se percató de la salida de la menor al abrir la puerta metalica y casi destrozada. Y nuevamente observó su dedo sangrante, el cual comenzó a cerrarse rápidamente ante los ojos de ambos rubios -¿qué rayos?- miró a los ojos de menor.

-..oh hamburguesas- susurró el menor de los rubios preocupado por el mayor.

Mientras tanto, fuera de la residencia de los McCormick, la risueña castaña caminaba tranquilamente sobre la acera, con dirección a la escuela.

Estaba realmente feliz, pues desde que Tweek empezó a visitarlos su hermano había logrado abrirse más con las personas, y como claro ejemplo esta Butters. Su hermano parecía feliz de tenerla cerca y ella estaba complacida de tener otra persona en casa.

Mientras se sumía más en sus pensamientos uno de sus cordones se había desatado. Y este es un claro ejemplo del porqué uno no debe andar caminando feliz por las calles. El camino para llegar a la estación era uno completamente accidentado, agujeros enormes reposaban entre la continuidad del camino.

En un mal movimiento uno de los zapatos de la menor piso su cordon suelto, su cuerpo se fue hacia adelante y con un movimiento rápido trató de recobrar su postura, pero por desgracia su pie dio a parar dentro de un desliz del pavimento quebrado.

Cayó con fuerza contra el pavimento y sintió como su carne se desgarraba por el impacto de sus rodillas desnudas contra los escombros. Se sentó como pudo, aguantándose las ganas de llorar, pero para su sorpresa, después de limpiar la sangre como pudo notó que no había ninguna herida abierta. Pasó las yemas de sus dedos sobre la zona, no le ardía, era como si nunca hubiera pasado, ¿pudo solo ser su imaginación?

Héroes || South Park AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora