3. Mágica luna (I)

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-¿Aún sigues enfadado? -Íbamos a toda velocidad por la carretera iluminada solamente por las luces del coche. Miré a Hugo de reojo; estaba pensativo y con la mirada fija en la carretera.

-¿Por qué debería estarlo? ¿Porque tengo que tragarme Doraemon todas las santas mañanas? -Su voz suave me hizo sonreír con timidez. Miré de frente, con un deje de cariño hacia él en la mirada.

-Te prometo que no te pediré más que me lleves, y seré más cuidadosa a la hora de llevar mis ligues a casa. También te prometo que no se me quemarán las tostadas, y también te prometo que... -El coche dio un giro inesperado hacia una explanada al lado del bosque y paró el coche con fuerza. Mi corazón latía apresurado a causa del susto. Hugo no mediaba palabra, solamente bajó del coche ágilmente. Yo estaba quieta, esperando a haber que hacía, porque no estaba entendiendo nada. Finalmente, mi puerta se abrió y vi a Hugo extendiéndome la mano. Yo la miré con seriedad, pero la cogí después de unos segundos que se me hicieron eternos.

-¿Qué pasa, Hugo? -Pregunté con miedo. La luz de la luna hacía sombras raras en nuestros rostros. Estábamos en una montaña y a causa de la altura hacía muchísimo frío. Él me guió hacia dentro del bosque, todavía cogiéndome de la mano.

-Espera, espera... Está muy oscuro, yo no pienso entrar ahí. -No me hizo caso, siguió tirando de mi como si se le fuera la vida en ello. Entramos en medio de unos árboles, pero no caminamos demasiado entre ellos, porque de repente aparecimos en un precipicio. Y yo me quedé maravillada al ver la ciudad que se imponía ante mí. Todas las luces de las casas, pisos, locales... Lugares que aún no dormían en aquella ciudad y el mar en el horizonte, en todo su esplendor. La vista era maravillosa, y la luna imponente hacía que aquello fuera más mágico todavía.

-Esta vista es preciosa... Nunca pensé que desde aquí pudiera verse toda la ciudad. -Mi voz dulce sonó como un murmullo alentador. Noté la mano de Hugo acariciar mi rostro y mirarme con una media sonrisa. Yo me ruboricé a causa de su contacto, pero intenté no pensar en lo que me hacía sentir el roce de su piel, porque si no acabaría en la cárcel.

-No quiero que me prometas nada. -Su voz sonaba seductora o quizás era yo que estaba un poco mal de la cabeza y veía cosas donde no las había. -Quiero que seas tú misma, no quiero que cambies. Eres mi mejor amiga, y te quiero tal y como eres. Quiero que me sigas quemando las tostadas cada mañana, quiero escucharte cantar la canción de Doraemon en la ducha, quiero que saltes encima de mi cama cada vez que quieras hacerme enfadar... No estoy enfadado, simplemente me pones de los nervios. -Estaba detrás de mi, así que me giré hacia él y pude comprobar lo cerca que estábamos. Otra vez.

-¿Por qué me has traído aquí? -Hablábamos bajito, como si tuviéramos miedo de despertar a alguien. Hugo me acarició la mejilla con ternura.

-Porque es una vista muy bonita, y estaba seguro que nunca habías visto a tú ciudad desde aquí. Además, ¿No te sientes extraña al ver lo diminuta que eres en realidad?  -¿Por qué, por qué sentía un fuego dentro de mí cada vez que hablaba? ¿Por qué sentía que cada palabra que decía era maravillosa e inigualable? ¿Por qué sentía en mi interior cosas que jamás había sentido con alguien, y menos con él? Bajé la vista, totalmente aturdida. Él seguía acariciándome la mejilla, pero yo le di un pequeño golpe en la mano para que parara de tocarme.

-No vuelvas a tocarme... -Mi voz sonaba ruda y fría. -Llévame a la fiesta.

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¿Por qué Eva reacciona así? ¿Cuál va a ser la reacción de Hugo ante esta última frase de Eva?
¿Quién de los dos creéis que va a pasarlo peor con todo lo que sienten?
Os leo♥️

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