22. Aún falta mucho por hacer

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Hugo acabó por hacerme las fotos, aunque yo no estaba nada concentrada. No paraba de mirarlo, de observar cada rincón de su rostro...

El corazón me latía con fuerza cada vez que me miraba más de dos segundos. Puede que no fuera buena idea lo de ser amigos de nuevo, aquello no lo podía soportar nadie, y menos yo, que era débil. No paraba de pensar en Rafa, y en lo que él me hacía sentir, que no era ni un cuarto de lo que Hugo podía conseguir en mí...

Pero en realidad... ¿Qué sabía de él ahora? No lo había visto en mucho tiempo, y las cosas cambian a un ritmo vertiginoso... Lo último que imaginaba en aquellos momentos era continuar enamorada de él. Me costó mucho darme cuenta que a lo mejor tenía al hombre mi vida en casa... Y ahora me iba a casar con alguien que no quería. Aquello me dio miedo, porque se suponía que el matrimonio es algo para toda la vida... Toda la vida... "Creo que me va a dar un ataque de pánico. Eva, tranquilízate... Necesitas hablar con él, necesitas saber si es el mismo de siempre". Vi como recogía su cámara; vi como la gente comenzaba a marcharse de la galería; vi como su jefe hablaba con el director de la galería; vi como acariciaba su cabello con aire cansado... Me acerqué a él con miedo.

  -¿Al final qué? -Recogió todos los utensilios de la cámara y me miró a la cara con los ojos entrecerrados.

  -¿Ahora qué, de qué? -Tragué saliva, porque no sabía cómo decirle lo que quería preguntarle.

-Yo... ¿Quieres cenar conmigo mañana? -Bueno, ahora que lo había soltado... No me sentía menos nerviosa; pero sí me sentía liberada con respecto a mis ansias de verle, y tocarle, aunque solo fuera un roce en la mano.

-Eva... No creo que sea una buena idea. -Él tenía razón, no era una buena idea... ¿Pero desde cuándo mis ideas eran buenas? -Entiende que tengo que asimilar todo esto. -Su tono nostálgico me hizo poner triste. -Sé que te he dicho que estabas perdonada, incluso he sido yo el de volver a ser amigos... Pero aún necesito un tiempo para mí solo... Puedo perdonar fácilmente, pero no olvidar. Déjame una semana, una semana y prometo llamarte... Te lo prometo. -Le miré con seriedad, intentando asimilar aquello. No era rencor, sino algo totalmente normal: tiempo. Sí, Hugo necesitaba tiempo, porque yo le había hecho daño, y yo también me lo había hecho a mí misma.

-Vamos a hacer una cosa. -Le dije con un tono un poco más alegre. Él me miró con el ceño fruncido. -El viernes que viene te espero en mi casa. Voy a hacer una cena para dos... Ven si te sientes preparado. -Puede que fuera una mala idea, pero necesitaba pasar tiempo con él, antes de casarme... Solo quedaban dos semanas.

***

-No pienso cenar con tu prometido, sea quien sea. -Le contesté con una pizca de bordería. Ahora mismo pensaba que se estaba burlando de mí. Ella bajó la cabeza, mirándose los pies con vergüenza.

-Él no está... Vuelve dos días antes de la boda... Está en Francia, manejando unos negocios importantes. -Cerré los ojos por un instante, intentando pensar con claridad.

-Lo pensaré. -Le dije en un susurro. -No te prometo nada. -Eva me miró de arriba a abajo, con el semblante serio.

-De acuerdo. Aunque yo te estaré esperando el  viernes por la noche. -Moví la cabeza de un lado a otro, nervioso; estaba deseando irme, quería estar solo.

-Ya te he dicho que no te prometo nada. -Odiaba su terquedad, y parecía que en aquello no había cambiado nada.

-De acuerdo, pero te estaré esperando el viernes por la noche. -Repitió divertida, pero continuaba seria. Finalmente me extendió un pequeño papel, mientras me miraba de reojo. Lo cogí, sabiendo lo que había apuntado. - Es donde vivo ahora... Apenas hace un mes que me mudé... -Sonaba rara, nerviosa, como si ella también quisiera marcharse ahora. Guardé el papelito en mi bolsillo, lo pensaría, de verdad que lo pensaría.

más que amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora