más que amigos

21. Puede que seamos los mismos

Ni siquiera sabía porqué le seguía, yo había decidido salir de su vida hacía tiempo, ahora no podía pretender que me perdonara. Había gente que me llamaba, pero yo los ignoraba, porque tenía algo más importante que hacer.

Estaba prometida, me iba a casar con Rafa, pero si el destino nos había hecho encontrarnos otra vez, puede que quisiera que fuéramos amigos.

Empujé la puerta de vidrio hacia fuera y salí a la calle. La luna se imponía en el cielo oscuro, y le acompañaban alguna que otra estrella, pocas a causa de la contaminación. No había nadie en la calle y el silencio era el acompañante de cualquiera que estuviera por allí fuera. Vi a Hugo apoyado en un árbol a unos cuantos metros de mí. Pestañeé repetidas veces al verlo; parecía no haberse percatado de mi presencia, de que lo había seguido porque algo me impulsaba a hacerlo. Me sequé las lágrimas con mi brazo, me abracé yo misma a mi cuerpo, a causa del frío, y me acerqué a él con paso lento y precavido.

Cuando llegué a su altura, Hugo levantó la vista del suelo y me miró a los ojos; aquello era algo que siempre me había gustado de él, que no tenía miedo de mirar a los ojos de nadie, aquello quería decir que no tenía nada que ocultar.

Un dolor agudo surcó mi pecho a la velocidad de la luz, y me hizo derramar una fina lágrima, que se evaporó enseguida.

-Hola. -No tenía expresión alguna en el rostro, ni siquiera me contestó.  -¿Cómo estás? -Mi voz sonó en un susurro miedoso. Cerré los ojos por un instante; recé para que me hablara. "Por favor, dime algo... Dime algo... Por favor".

-No tan bien como tú... -Le miré con una pizca de alegría en mis ojos, pero enseguida se desvaneció. -Yo no me caso, ni siquiera estoy con nadie.  -¿Y por qué me alegraba de aquello último? ¿Por qué...? Yo me iba a casar y él era un hombre libre, era la mayor egoísta del país. -Espero que seas muy feliz...

***

Era sincero, estaba siendo completamente sincero. Lo primero que quería era su felicidad, incluso antes que la mía. Me odié a mi mismo por no pensar con claridad, por no odiarla y amarla todavía más. ¿Cómo era posible que estuviera allí delante y no supiera qué decirle después de tanto tiempo? No entendía porque lo primero que hacíamos era hablar de su boda, y no de cómo nos había ido la vida después de tanto tiempo.

-Gracias... -La miré con tristeza. -Yo... Siempre había pensado que te casarías tú antes que yo... -Me enseñó una media sonrisa... Y yo quise besarla para que el dolor que sentía en mi interior, se marchará. Sí, la impotencia de no poder tocarla era desgarradora, hubiese dado mi vida por darle un beso en la mejilla, solo un beso en la mejilla. Sentir su piel sobre la mía, hubiese dado mi vida...

-Yo nunca pensé que llegarías ni a prometerte, te gustaba variar. -No se enfadó por mi comentario, al contrario; me enseñó una segunda sonrisa.

-Tienes razón... Los hombres eran lo que más me gustaba; pero las personas cambian. -Lo dijo con un deje de nostalgia, como si recordara tiempos pasados, remotos...

-No, las personas no cambian; simplemente disimulan un rato. -Me miró con los ojos abiertos, aquello sí le había molestado.

  -¿Me estás diciendo que aún me encanta ir con diferentes hombres? -Dejé de apoyarme en el árbol y di un paso al frente, haciendo que Eva diese un paso atrás.

-No, yo nunca creí que te gustase ir de cama en cama; simplemente estabas equivocada, y ahora has encontrado el camino correcto. No has cambiado Eva, solamente estás haciendo lo que verdaderamente deseas hacer.

***

Por eso. Por todas las verdades como puños que me decía. Por eso no quería estar con él. Mantener una relación con Hugo hubiera sido como mantener una relación con tú propia alma: conoce todos tus sentimientos, pensamientos, secretos... ¿errores? Me sentía frustrada con él, porque me hubiera tirado a sus brazos y no podía hacerlo.