29. Explosiones (I)

842 56 7
                                    

-¿Qué pasa, se te ha comido la lengua el gato? Porque no me digas que no os habéis acostado juntos... Se os notaba demasiado. Eva no paraba de mirarte, y tú hacías lo mismo. -No sabía que decir, estaba ensimismado, y los labios me temblaban. -Espero que la hayas disfrutado, porque jamás vas a volver a estar con ella... -Me hablaba con burla y sorna, mientras a mi me escocían los ojos por la rabia que había dentro de mi ser. Aquel tío estaba mal de la cabeza, fatal. No le contesté. -Sé que hubo algo entre vosotros antes de dejaros de ver... Y en cuanto te vi, supe que la chispa había renacido... Pero te digo una cosa: para ella solo eres un juguete sexual. -Puede que me precipitara, puede que no; la cuestión es que acababa de darle un puñetazo en medio de la cara. Se lo tenía merecido por hablar así de mi, pero sobretodo de Eva.

Cayó hacia atrás como una pluma, sin hacer casi ruido y sin rozar ni siquiera su silla. Rodeé la mesa furiosamente, hasta que estuve a su lado, mirándole de pie, y no sentado en el suelo como lo hacía él. Le había cortado un labio, porque una fina línea de sangre se le derramaba por este. Nada grave... Pero él pareció tomárselo muy en serio, porque se levantó sin que yo casi me diera cuenta, y me pegó un puñetazo en medio del estómago, provocando que yo me retorciera del dolor.

  -¿Qué pasa? ¿Te duele mucho? -Me miraba con rabia, y me hablaba también con ella. -A Eva no me la vas a quitar porque estuviste a punto de hacerlo años atrás... -Y el tío parecía el hombre más estúpido sobre la faz de la tierra, estaba aturdido por todo lo que parecía haberse callado.  -¿La quieres? -Se acercó a mí, mientras me miraba maliciosamente y me cogió por el cuello de la camisa. Yo me quedé quieto, esperando otro puñetazo en cualquier otro sitio, pero nada. -¡Contesta! ¿La quieres? -No le contesté. -¡Contesta! ¿La quieres? ¡Contesta! -Un poco pesado me estaba resultando, pero seguí callado. -Huguito, Huguito... ¿No te atreves a contestarme? -Su voz resultaba patética.

-Sí... Sí... La quiero, la quiero. -Le solté con lentitud, y yo me arreglé el cuello de la camisa, disimuladamente. Rió con ironía.

  -¿Y qué puedes darle tú? -Fruncí el ceño, sin entender a qué se refería. -Quiero decir, seguro que tú no quieres que se case conmigo, sino que quieres que se case contigo. -Bueno, en realidad no había pensado mucho en una boda, o en formar una familia... Ahora lo único que quería era estar con ella, y disfrutar de la vida a su lado... Era lo que más deseaba en aquel momento.

-No te entiendo. -Dije sin contemplaciones.

-Me refiero a que... Bueno... Tú eres un simple fotógrafo de cuarta, y yo soy un gran hombre de negocios. Tengo mucho dinero, muchísimo... Y digamos que Eva lo ha pasado un poco mal con respecto a este tema.

-¿No has pensado en que la vida es mucho más que dinero? -Me acerqué a él.  -¿No has pensado en el amor? -Mi sinceridad estaba presente en el aire, pero Rafa no dejó atrás su media sonrisa de suficiencia.

-Puede que tú la quieras, pero ella no te quiere. -Me dio un pinchazo en el corazón, los mismos que me sucedían cuando pensaba en Eva y no la tenía a mi lado... O sea, como todos los que había sentido durante este tiempo pasado sin ella.

-Tú no lo sabes. -A mi voz le faltaba un poco de confianza. -Ella me ha dicho que me quiere. -Comenzó a reírse con burla, totalmente complacido por algo. Calló de golpe a los poco segundos.

-Y a mí me ha dicho eso mismo durante dos años y medio. Además, ella te dejó tirado, ¿te acuerdas? -Mi corazón pareció detenerse en aquel instante, como si yo supiera que lo que decía él, era cierto.

Me acerqué a él con la cara desencajada, y de nuevo aplasté mi puño en su cara, esta vez dejando el labio a un lado y dándole en medio de la mejilla. A continuación fue Rafa quien me devolvió el puñetazo, provocando que yo cayera hacia atrás, y me diera un pequeño golpe en la cabeza con una silla. De repente vi a Eva correr hacia mí.

***

Me asusté mucho al ver a Hugo en el suelo, así que fui hacia él y me arrodillé a su lado, mirando el gran chichón que le había salido en la cabeza.

-Bebé, ¿estás bien? -Me tapé la boca en cuanto salió aquel "bebé" de mi boca. Los dos me miraron con los ojos abiertos. "Tierra, trágame". Me puse de pie, ayudando a Hugo a hacer lo mismo.

-¿Qué ha pasado? -Pregunté sin comprender nada. Me acerqué a Rafa con lentitud, mirándole el labio partido.

-Ha sido tú amiguito. -Giré la cabeza hacia Hugo, que se acariciaba el chichón con la cara contraída y los ojos entrecerrados. Estaba seria, completamente seria; no sabía qué decir ante aquella situación... ¿Se habían pegado?

-Creo que ha llegado la hora de que me vaya. -Los dos se fulminaron con la mirada, y Hugo fue hacia la puerta de entrada, pero no sin antes mirarme con tristeza.

-Espera un momento. Rafa... Tengo que hablar con él. Después hablaremos tú y yo. -Era una amenaza, y él pareció captarla. Dejé a Rafa petrificado en medio del comedor, y seguí a Hugo con desesperación.

Cerraba la puerta tras de sí en el momento que aparecía en el recibidor; aligeré el paso y aguanté la puerta, saliendo fuera del piso y cerrando la puerta con fuerza. Hugo se giró en aquel momento, sin entender, supongo, por qué lo había seguido.

______________

Ésta vez no os pregunto nada, solo quiero leer vuestras reacciones... 👀
Empieza la recta final. ♥️

más que amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora