25. No te puedes resistir (II)

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-Creo que en Londres estuve unos dos meses, y después estuve un mes en Escocia. Allí hay unos paisajes impresionantes, ojala algún día pudieras ir... Edimburgo te encantaría. -La habitación estaba a oscuras, aunque la luz de la luna llena nos regalaba una iluminación mágica. Los dos estábamos estirados en la cama, Hugo boca arriba y yo boca abajo, apoyando mi cabeza en el torso desnudo de él mientras acariciaba mi espalda, también desnuda, con suavidad.

-Yo fui a Paris... Es la ciudad del amor... -Sonreí levemente.

-Yo no he estado en Paris, pero sí he estado en Carcassonne. -Acaricié su torso con prudencia, notando en la puntas de mis dedos su piel tensa y templada.

-No es justo, tú has estado en un montón de sitios... Tenías razón... Tendría que haber ahorrado dinero desde los tres años, como has estado haciendo tú. -Él rió por mi comentario y noté como acariciaba mi pelo; yo cerré mis ojos, dejándome hacer. -Aunque no me puedo quejar; con lo de la galería me van a pagar bastante bien, pero no tanto como me gustaría.

-Me alegro mucho que las cosas te vayan tan bien, siempre creí que tenías mucho talento, y lo tienes.

-Gracias. -Susurré. -A ti te pasa lo mismo, pero con la fotografía. Es curioso... Yo pinto, pero tú fotografías la realidad; hasta en eso somos opuestos. -Reí con sorna e ironía.

-Yo no creo que seamos tan diferentes... Desde que nos conocimos nos llevamos bien. -Dijo en un murmuro alentador. -Aunque nunca creí que acabaríamos así... -Le escuché reírse por lo bajini, y yo le seguí, mientras le golpeaba, con cariño, en el brazo.

-Mejor que no hablemos de lo que ha sucedido... -Dije sin ánimos. Era normal en mí, muchas veces no quería enfrentarme a la realidad.

-No empieces, por favor. -Su voz sonaba cansada, y aquello no me gustó. Dejé de apoyar mi cabeza en su torso y me senté en la cama, con las sábanas tapando todo mi cuerpo desnudo, provocando que pareciera que llevara un vestido de palabra de honor. Hugo suspiró, rechinó los dientes y también se sentó recto en la cama, apoyando su espalda en una almohada. -Ahora no me digas que no hable de esto... Porque tú has sido la primera que me ha dicho que lo hagamos, no tienes derecho a decirme que no hable del asunto, siendo tú quien lo ha empezado. -Vale, tenía razón; pero si pensaba ahora en lo que había sucedido, después no podría dormir, y eran las tres de la madrugada.

-Bueno, hablemos. -Le dije con frialdad.  -¿Quieres decirme algo? -Nuestros brazos se rozaban, y podía sentir las vibraciones que entraban por todo mi cuerpo cada vez que notaba su piel sobre la mía.

-Sí, quiero decirte algo... -Giré mi rostro hacia su lado y me encontré con sus labios a escasos centímetros de los míos. Vi como su mano se posaba en mi barbilla y después me besaba con delicadeza, dejándome completamente aturdida. Al acabar el beso, y después que mi corazón no pudiese parar de saltar, me cogió con sus dos manos la cara y me besó en la mejilla. -Estoy profundamente enamorado de ti. -Lo miré con los ojos completamente abiertos... Mi respiración se descompensó y mi pecho bajaba y subía a un ritmo frenético.  -¿No dices nada? -Me preguntó en un susurro y con la voz fina. ¿Qué quería que le dijera?... No sabía que decirle... Ni siquiera Rafa me había dicho aquello alguna vez... Solamente empezamos a salir y ya está.

-Hugo...Voy a casarme... Y aunque me digas eso... Nada va a cambiar. -Mis palabras parecieron no importarle, porque volvió a besarme, pero después me habló con seriedad.

-Vale, hagamos algo... Tú no hablas de la boda y yo no te digo que me ha encantado hacer el amor contigo. -Me sonrió con ironía y yo no pude más que contestarle, porque aquella sonrisa me había enamorado hasta tal punto que no quería dejar de verla jamás.

-¿En serio quieres olvidarte de todo lo que pasa en realidad? -Él acarició mi cabello, volviendo a sonreírme.

-Como decía Scarlett O'Hara en "Lo que el viento se llevó": Ya lo pensaré mañana. -Le regalé una media sonrisa. De acuerdo, yo también pensaría en todo aquello mañana, porque si no, no íbamos a llegar a ninguna parte.

***

-Pues lo que te voy a decir ahora mismo... Queda aquí entre nosotros, pero mañana será como si no hubiera existido. -Fruncí el ceño, mascándome la cabeza pensando en que quería decirme tan importante. -¿Estás preparado? -Le dije que sí con la cabeza, totalmente nervioso por lo que podía llegar a decirme, porque de ella me lo esperaba todo.

-Te quiero... Como una tonta. Aquella noche, la de hace más de dos años... Te mentí... No estaba enamorada de Rafa. -Al llegar a aquel punto pensaba que me iba a entrar un ataque al corazón... Se estaba confesando. -Estaba enamorada de ti... Aunque yo no quería admitirlo, y todavía me cuesta... Créeme... Me daba rabia admitir que me gustases, que solo quisiera besarte a ti y hacer el amor contigo... Me daba rabia admitir que no quería ir de cama en cama, sino que solo quería estar entre tus brazos. Es que... Yo no creo demasiado en el amor, bueno... Tú me estás haciendo creer en él. -Aquello era más de lo que podía pedir, sentir, amar... Sinceramente, una vez más pensaba que me había manipulado, que simplemente quería acostarse conmigo por puro placer; pero ahora veía que no, que lo hacía por amor, como yo. -Creo que hacía mucho tiempo que me gustabas; me refiero a que no hace dos años y medio. -Fruncí el ceño al escuchar aquello. -Creo que me comenzaste a gustar a los dieciocho, más o menos. -Pensé en aquel tiempo pasado.

-¿A los dieciocho? -Pregunté consternado.

-Sí, cuando murió mi padre... De todos los amigos que pensaba que tenía... Tú fuiste el único que estuviste conmigo y me diste tú hombro para llorar... -A mi no sé cuando me empezó a gustar, simplemente ocurrió un día, de la noche a la mañana.

-Bueno, gustarme... Gustar me gustaste siempre: eras lista, graciosa, simpática, preciosa... -Le acaricié el rostro, mientras contemplaba su belleza, una que crecía cada día más.

-¿Ya no lo soy?... Como dices "eras"... -Me sonrió con picardía, y yo hice lo propio.

-No, por Dios... Sigues siendo la mujer más guapa del universo. -Me dio un pequeño golpe en el hombro a causa de mi tono burlón, aunque lo decía completamente en serio. Los dos reímos con ganas, y entonces la besé con fuerza.

No tardó en corresponderme con total pasión. Nuestros labios parecían tener vida propia y yo me sentía el hombre más feliz del mundo. Sentía dentro de mí que aquel sentimiento por ella crecía un poco más por cada segundo que pasaba. Le quité las sábanas que se enrollaban en su cuerpo, y lo acaricié con ternura.

Volvimos a empezar desde el principio, porque debíamos aprovechar lo que nos quedaba de noche.

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Ahora ya están todas las cartas sobre la mesa. Los dos saben claramente que están enamorados del otro y no desde ahora sino desde siempre... 😍

¿Qué creéis que va a pasar ahora?

Me encanta leer vuestras teorías. ♥️

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