Patas Arriba

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La gente normal pasea de un lado a otro cuando está nerviosa. Sasuke se desliza.

-¡Sasuke, solo quiero hacer el pino en la pared! No es para tanto.

Llevo una hora intentando convencerlo de que me en señe.

-Te falta fuerza en las muñecas y en la parte superior del cuerpo -refunfuña.

-Eso ya lo hemos hablado. Además, soy más fuerte de lo que parece -replico doblando un brazo para enseñarle el bíceps-. Puedo levantar mi peso en libros, para que te enteres.

A él se le escapa una sonrisa. Se detiene por fin y estira la liga que lleva en la muñeca mientras me examina de la cabeza a los pies, con las cejas levantadas como si le sorprendiera lo enclenque que soy.

Suelto un suspiro exasperado.

-Bueeeeeno -accede, tan teatral como yo-. Ponte en cuclillas -me dice, mientras se inclina para mostrarme cómo debo hacerlo.

-Sé ponerme en..

—Concéntrate.
Me agacho e imito su postura.

El se aparta para comprobar si estoy bien colocada luego me hace algunas indicaciones. Las manos deben estar a treinta centímetros la una de la otra; los brazos, rectos, con los codos apoyados en las rodillas; los dedos, estirados como un abanico. Al cabo de un rato, se da por bien servido.

-Ahora, desplaza tu peso ligeramente hacia delante hasta notar que las puntas de los pies se despegan del suelo.

Hago demasiada fuerza y doy una voltereta.

-Vaya -dice Sasuke, y luego aprieta los labios.

Sé que está aguantándose la risa: sus ojos lo delata. Sin decir nada, vuelvo a colocarme en posición.

- Levanta más los pies e inclinate menos.

-Pensé que los estaba levantando -aseguro.

-A ver. Un poco menos... Sí, ahí está bien. Fíjate -me indica mientras se agacha- Las manos a treinta centímetros, los codos apoyados en las rodillas, los dedos estirados. Ahora, muy lentamente, cambia el centro de gravedad a los hombros... Eso es, despega los pies del suelo... Y haz fuerza para elevarte.

No ha acabado de decirlo y ya está haciendo el pino con su gracia habitual. Una vez más, me asombro de lo calmado que parece cuando se mueve; para él, esto es como meditar. Su cuerpo le permite escapar del mundo. El mío me atrapa.

- Te lo muestro otra vez?-pregunta poniéndose de pie.

-No hace falta

Desplazo el centro de gravedad a los hombros y hago fuerza, como me dijo, pero no consigo nada. De hecho, paso aproximadamente una hora sin conseguir nada: la mitad inferior de mi cuerpo sigue pegada al suelo, mientras los hombros los brazos me arden por el esfuerzo. Doy unas cuantas volteretas involuntarias más. Al final, lo único que aprendido es no gritar cuando me caigo hacia delante.

—¿Descansemos un poco? —sugiere Sasuke, que sigue esforzándose por no sonreir.

Gruño modo de respuesta, bajo la cabeza y hago fuerza. Cuando aterrizo después de dar una voltereta más.
Sasuke ya no puede aguantarse la risa.

Me quedo tumbada boca arriba intentando recuperar el aliento y, sin darme cuenta, me estoy riendo yo también. Al cabo de unos segundos, me levanto y vuelvo a colocarme en posición de partida.

Sasuke sacude la cabeza.

-¿Quién hubiera pensado que eras tan terca?

Yo no, desde luego. No tenía ni idea de que lo era.

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