Había terminado mi videollamada con Mingi hace un par de minutos, aún era temprano y milagrosamente no tenía ningún deber de la universidad, aunque siempre debía estudiar un poco así que leí las páginas de un libro.
Veo la hora y aún era temprano.
Fuí a la tienda de conveniencia cerca de casa. Al entrar ahí, saqué un ramen para servir acá mismo, también aproveché de comprar otros snacks.
Cuando estaba pagando, la puerta de la entrada suena y veo una cara muy conocida ingresando a la tienda. Yo instantáneamente cambio de posición para no mirar de nuevo hacia allá, realmente no sé porqué lo hice.
Me despido del vendedor y voy directamente a las máquinas para comenzar a preparar mi ramen. Luego voy a uno de las mesas de afuera y me siento a comer.
El cielo hace un momento parecia estar claro, pero ahora estaba completamente oscuro. El aire se sentía más frío que hace un rato también, era momento perfecto para comer ramen picante.
Estaba tan sumida en mis pensamientos y en la comida que no me di cuenta cuando Choi San estaba sentado frente a mí, en el momento que lo ví, me atoré con un fideo.
— Veo que recién te fijas que estoy acá, hola —me saluda—. Pero te quería preguntar algo, hace un rato... dentro de la tienda ¿me estabas evitando?
— ¿N-no? —contesté fijando mis ojos en el plato de ramen.
— ¿Te incomodo cierto?
Dejo de masticar y trago, miro decidida a los ojos al chico pero luego dejo de hacerlo porque ese sentimiento de confianza conmigo misma se desvanece.
— N-no, no es eso —le contesto mientras observaba la calle, menos a él.
Escucho un suspiro por parte de él y miro de reojo, estaba tumbando su cabeza sobre la mesa.
— Entonces, ¿por qué las veces en la que estoy contigo te noto algo extraña?
Eso me tomó un poco de sorpresa, no pensé que eso sería visible para los demás. En realidad nunca se me pasó por la cabeza si en algunas actitudes soy obvia.
No imaginé que debería explicar esto.
— Bien, sí —contesto con toda la sinceridad.
Incluso suelto los palillos y adopto una postura de auto protección ante lo que estoy por decir.
— Me resulta incómodo estar cerca tuyo, pero es porque siempre que pasaba por una situación vergonzosa estabas tú y debes pensar que soy muy torpe por eso; perder las llaves, mi pendrive, caerme en plena calle, verme con cara de trasero porque me plantaron y así... es muy vergonzoso para mí.
Luego de soltar todo eso, seguí comiendo mi ramen. No esperaba una respuesta por parte de él, simplemente quería terminar de comer e irme a casa de inmediato.
— No es algo de que avergonzarse. A todos nos ha pasado, yo también pierdo las cosas a menudo, me he caido en plena calle pero sólo sucede. No pienso lo peor de ti porque te hayan ocurrido cosas así.
¿Es absurdo que piense eso? ¿Preocuparme de eso? Es más, ¿por qué me avergüenzo tanto frente a él por esas cosas? ¿Por qué me procupo de verme de tal manera frente a él?
— Tienes razón, olvidado —le digo con la boca llena de fideos—. No recuerdes lo que dije.
El suelta una pequeña risa y asiente.
Sería mas fácil si tuviera un neuralizador para borrar memorias, ese instrumento que usan los hombres de negro.
Me doy cuenta de que mi ramen se acaba. Me siento bien por eso y que ahora me puedo ir, pero primero fui botar el envase.
