Estaban por pasar 10 minutos y Mingi aún no regresaba. A Sorim le comenzaban a doler las rodillas de estar un buen rato de cuclillas acariciando al gato asi que decidió sentarse en la vereda de la calle. De esa forma, el siames aprovechó de recostarse en las piernas de la castaña y empezó a quedarse dormido.
Mientras tanto, ella miraba en dirección a su casa, donde no salía nadie. Pero recibe una llamada de él.-¿Dónde está? No la puedo... ¡Ah olvidalo! Ya la encontré.
Y colgó, sin dejar que ella respondiera.
-¿Donde estará tu dueño? ¿O dueña? -le pregunta al gato que solo ronroneaba.
Cosas como esas y muchas mas le preguntaba al gato, esperando una respuesta que obviamente el felino no podría darle.
-¡Byeol! ¡Byeol donde estás!
Sorim eleva su vista y mira de donde provenía esos gritos, desde unos metros se veia un hombre caminando, por su lenguaje corporal podía notarse lo tenso que estaba y lo preocupado.
El chico miraba por todos lados, frustrado y comenzaba a hacerse la idea de que no encontraria a su mascota. Sin embargo, le llamó la atención la chica que estaba sentada en la vereda mirando hacia donde el estaba. Luego ve algo moverse en sus piernas y abre sus ojos sorprendido.
Sorim se da cuenta de que el chico que venia corriendo hacia ella era el posible dueño del famoso gato.
La castaña se levanta del suelo y toma en brazos al felino, cuando él llegó, "Byeol" comenzó a maullar luego de reconocer a su dueño.Era un chico, joven. Unos veinte tal vez, eso calculaba la castaña cuando lo vió. Alto, aunque no tanto como su amigo; cabello negro con una sección teñida verde, su piel parecía de porcelana, tersa y delicada. Ojos rasgados y oscuros.
El pelinegro le quitó de los brazos al gato y Sorim volvió al mundo terrenal luego de analizarlo de pies a cabeza.
Ella notó mucha preocupación por parte de él, se podía dar cuenta fácilmente por como le hablaba a su mascota y era regañada.Sorim esperaba alguna palabra por parte de él, al menos un gracias, pero al parecer se había encerrado en una burbuja cuando cargó al gato.
Ella inmediatamente sintió que sobraba ahí, por lo que decidió que irse a su casa sería lo mejor. Estaba tranquila y feliz porque ese gato tenía a alguien que se preocupara por este.Cuando abre la puerta, se encuentra con Mingi, el estaba a punto de salir con un plato que contenía leche. Ese plato se volcó sobre la chaqueta de Sorim.
-¡Lo siento! -exclama Mingi intentando limpiar con la manga de su abrigo, pero era imposible porque la tela de su chaqueta habia absorbido todo.
-No te preocupes -dijo ella mientras pasaba al lado de él, ingresando a su casa.
La castaña se quita lo que la estaba abrigando del frío y a su vez las zapatillas. Caminó hacia el pequeño sofá que había en la sala y se lanza a él, suspira cansada. Mingi se dirige a ella y le quita la bolsa con ramen, dejándola sobre el mostrador de la cocina.
-¿Y el gato?
-Se ha ido con su dueño.
-Eso es bueno. ¿Te ha dicho algo?
-No, parecía estar muy preocupado que se quedó ahi regañando y dándole mimos al mismo tiempo -explica-, creo que no notó mi presencia. De todas formas no parecia necesario conversar con él.
Al rato después, Mingi se fue porque tenía una cita con una chica, pero no fue culpa de él, sino de sus amigos de la universidad que le arreglaron una salida.
Sorim, por otro lado, fué a la cocina a preparar su sopa instantánea. Mientras cocinaba, reflexionaba sobre la situación del gato o gata -la verdad es que nunca se fijó si era macho u hembra-, sintió una oleada de melancólica.
La situación de la chica era deprimente. Sin mucho detalle, sus padres viven en otro país y tiene un hermano con el que no se contacta mucho.
Sorim es una persona que suele estar sola la mayoría del tiempo desde que dejó la universidad, pero está acostumbrada. De todas formas, tiene a Mingi y con eso está feliz.La castaña pasó toda la tarde viendo películas y series, algunas veces revisaba su móvil por si encontraba algo interesante. Cuando pasó la noche, se durmió de inmediato ya que deseaba que ese día terminara de inmediato.
Cuando amaneció, sintió un fuerte dolor en su hombro producto de haber dormido en varias posiciones incómodas; también, corría un hilo de baba que llegaba a su pijama.
La alarma que sonó unos segundos después de que ella despertara, la apagó y se levantó con pereza.Era fin de semana, probablemente no haría nada. Pero recibió una llamada que no tenia hace mucho tiempo.
-Hija, ¿has estado bien? Lo sentimos mucho, no queríamos dejar de contáctanos pero hemos tenido un montón de trabajo.
Al menos no era a propósito. Ella sonríe.
-No se preocupen, estoy llevando todo bien.
-¿Segura? Ven a vernos al hotel.
Sorim quedó sorprendida luego de escuchar a su madre que quedó muda.
-¿Sigues ahí? ¿Hola?
-Ah... Sí, si.
-Ven a comer con nosotros, tu padre te mandará la ubicación.
Su madre cortó y Sorim quedó en blanco, como cuando iba a la escuela y en la mañana se quedaba observando un zapato que estaba en el suelo.
Pero despertó cuando recibió el mensaje, asustándola.No tenía mucho tiempo y estaba algo atrasada, a sus padres no les gustaba la impuntualidad así que debía llegar lo mas rápido posible.
Se cambió de ropa y terminó de arreglarse para verse decente. Revisó la hora antes de salir y sus ojos se abrieron exageradamente ya que era tarde, salió de casa corriendo hacia la parada de autobús.Corría lo mas rápido que podía y a veces revisaba la hora de su móvil mientras seguía corriendo.
Sin embargo, cometió el error de hacerlo esta vez su frente chocó contra el pecho de alguien.
Su corazón se aceleró al pensar de inmediato que tendría problemas pero no había tiempo para discutir, sus padres la esperaban.Elevó la vista y vio esa cara conocida, del día anterior. El dueño del gato. Este mira a Sorim un poco preocupado y en la cara de la chica su cara solo describía "vergüenza". Pero no, no había tiempo para quedarse ahí sintiendo culpa porque la esperaban.
Ella hizo una inclinación exagerada y se fue corriendo hacia el autobús que acababa de llegar. Por suerte, lo alcanzó.
Cuando llegó al lugar citado, vió a sus padres al fondo en una mesa.
