Sorim.
Las clases habían concluido, entonces me apresuro por guardar mis cosas para ir a la biblioteca. Sin embargo, llegan un par de chicas al puesto... eran las que seguían a Mingi.
— Sorim... sabemos que tu cita anterior fue un fracaso, es una pena. Pero tenemos o-
— Lo siento, estoy ocupada y no tengo tiempo para eso —contesto inmediatamente, pero ellas parecían molestas por mi respuesta.
— Vamos, creo que seria bueno para ti... un novio.
Escucho el ruido de la silla que estaba a mi lado, miro a San quién había ocasionado eso.
— ¿Ya guardaste tus cosas?
San se roba las miradas de las chicas que estaban frente mío y por supuesto que la mía también, me sorprendió.
— Si, ¿po-
— Vamos a la biblioteca, necesito que me ayudes con algo que no entendí.
San camina de inmediato hacia la salida, yo tomo mi bolso y lo sigo, ignorando a las chicas. Cuando llegamos a la biblioteca —que milagrosamente estaba con menos gente que otras veces—, nos sentamos en una mesa.
El coloca sus brazos sobre la mesa y deja su cabeza descansar sobre estas, luego cierra sus ojos y duerme, creo. Lo miro frunciendo el ceño.
— ¿No necesitabas ayuda en algo? —le pregunto en un tono de voz moderado para evitar malas miradas.
— No, solo te ayudaba a escapar de esas chicas —contesta, con los ojos cerrados aún.
No sabía qué decirle así que me dispuse a leer un libro que traía en el bolso, después de todo, igual debía venir a este lugar.
Abro una pequeña libreta que usaba para dibujar y tomé apuntes del libro, también usaba algunas ilustraciones del mismo como referencias para ayudarme. Pero, también me desconcentraba pensando en muchas cosas.Olvidé ver la hora durante todo este tiempo, estaba tan concentrada en lo que hacía que no me percaté de San, quién ya se había ido. Por alguna extraña razón sentí un pequeño malestar.
Veo el reloj del móvil, se hacía un poco tarde. Me levanto y tomo mi bolso, cargo en mis brazos el libro junto con la libreta y el lápiz lo guardé en mi bolsillo del pantalón porque me daba pereza abrir mi bolso y guardar eso.
Salgo de la biblioteca y camino hacia la parada del transporte público.
Busco entre mis cosas los auriculares, pero al parecer los dejé en casa así que iba a estar lamentando todo el camino no haberlos traído conmigo.
Será un trayecto aburrido.
Cuando llego a casa, lanzo el bolso al sofá y camino al frigorífico por agua helada. Al cerrar la puerta de este, veo unos ojos desde abajo que me observan. Sentí un golpe en el pecho por el susto.
— Ay Byeol...
Me agacho para estar ms cerca de ella y se me acerca aún mas para que le acaricie. Así fue por unos minutos, hasta que decidí ir a dejarla a su casa.
La puerta de ahí estaba mal cerrada, por lo que inconscientemente ingreso sin haber llamado, me meteré en problemas. En el momento que estoy dentro, no puedo ver mucho ya que estaba oscuro, si no fuera por las ventanas que entraba algo de luz del atardecer no vería nada.
Dejo a Byeol en el suelo y ella va a no se dónde, yo por mi lado, me comienzo a retirar, pero el maullido de la gata me hace curiosear y me guío hacia una habitación.
La puerta estaba abierta y veo a San sentado en la orilla de lo que parecía ser su cama. Byeol se paseaba por las piernas del chico.San parecía sollozar, cabizbajo, eso me sorprende. Sin embargo, estaba pisando una casa ajena sin permiso del dueño así que me giro sobre mis talones para ir a la salida, pero tropecé y el miró de inmediato hacia donde estaba por el ruido que hice.
Choi se levanta y camina hacia mi sin decir nada. Me salía humo de mi cerebro por pensar en millones de cosas en tan pocos segundos, creyendo que estaría en una situación problemática.
— Lo siento mucho, no era mi-
Abro mis ojos sorprendida al sentir sus brazos rodear mi cintura y apoyar su cabeza en mi hombro. Mi corazón palpitaba a mil por sentir contacto físico al que no estaba acostumbrada a recibir hace mucho tiempo.
San seguía llorando, pero de una manera silenciosa y no sabía que hacer. Mis brazos estaban sin hacer nada, ¿debo abrazarlo? Tímidamente lo hago.
¿Por qué estará así? De todas formas era algo que no me incumbe así que prefiero no preguntar, aunque quede con esa duda.
Creía que me iba a regañar por entrar a su casa, pero no fue así.
San luego de un rato se separa de mí y seca sus párpados con el dorso de su mano. Yo solamente lo miraba, no sabía que decir, sin embargo solté lo único que se me vino a la mente.— Byeol estaba en mi casa de nuevo —murmuro, él mira hacia el suelo y ríe.
— Le debes gustar mucho.
Me siento demasiado incómoda por no saber que hacer en este preciso momento. ¿Debería consolarlo? ¿Decirle algo? No soy buena con las palabras.
¿Debería regalarle algo? Un chocolate tal vez. ¿Y si me voy? Creo que eso sería correcto.
— Se hace tarde, me iré...
— Espera —toma mi mano y me mira a los ojos. Los de él estaban rojos.
Por un momento pensé en la ayuda que recibí por parte de él. Hoy me salvó de tener otra cita que no quería. Podría hacer algo por él.
— ¿Puedo ayudarte en algo?
Yunho había llegado un par de horas después con botellas de soju y snacks.
Nos sentamos en el suelo de la sala, al centro. Bebimos y hablamos, mas bien, Yunho hablaba y de muchas cosas graciosas.
San desaparece luego, diciendo que iría al baño así que solo quedaba mi amigo y yo.Me puse a pensar en lo que había ocurrido hace un par de horas por lo que decido preguntarle algo a Yunho.
— Oye... ¿hace cuánto conoces a San?
— Desde el año anterior, es muy agradable así que nos volvimos amigos y conocí a mas gente gracias a él —contestó. Luego hubo un silencio que el mismo interrumpió con una pregunta— ¿Sabes algo de Mingi?
Por lo que dice Yunho, debió conocerlo antes que yo.
— No, estos últimos días está algo desanimado por esa chica, tu sabes. Creo que debe estar en su casa —le digo.
— ¿Está bien si lo voy a ver? —asiento.
Yunho salio y quedé sola por unos minutos hasta que llegó San.
— ¿Y Yunho?
— Fue a casa de Mingi.
— Aah...
Quedamos sumergidos en un silencio incómodo. Si Yunho —a.k.a algodón de azúcar, debido a que hace poco se tinturo el cabello de color celeste— estuviera aún seria distinto.
Veo al chico tocarse la cabeza y cerrar los ojos, no se veía muy bien. Claro, si había llorado y luego bebió alcohol.— ¿Te duele la cabeza? —el asiente— Deberías descansar, yo me iré, se me hace tarde.
Me levanto del suelo y el también.
Camino hacia la puerta y antes de salir lo escucho decir:
— Gracias, Sorim.
No digo nada, solamente le sonreí y salí.
Sin duda, habia sido un día extraño.
