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Luego de insistir un par de veces y demostrarle a su amigo que se encontraba bien para seguir el camino sola, Sorim caminó el resto sin la compañía de Mingi, quién se fue corriendo de inmediato.

La castaña caminaba lentamente en la calle, casi arrastrando sus pies. El alcohol le estaba haciendo efecto gradualmente, sentía mucho sueño, su vista a veces se nubla y cerraba los ojos.

—¡No! No... —se golpeó las mejillas con ambas palmas de sus manos para mantenerse estable— ¿Qué se hace en esos casos? Voy... voy a cantar una canción... no, no, mejor no.

Sorim caminaba despacio y cabizbaja.

El bolso se le descolgó del hombro y quedó atrapado en su mano, debido a eso, este iba arrastrándose por el suelo y como consecuencia, la chica se tropezó cayéndose de rodillas. Sus manos aterrizaron en el cemento, haciéndose pequeñas heridas y alguna que otra pequeña piedrecilla quedó pegada en su palma.

Sorim no tenía la disposición total para levantarse y seguir caminando. Se quedó en el suelo quejándose y balbuceando.

—Creo... creo que me voy a levantar.

La chica espontáneamente lo logra, pero a los segundos se tropieza y estaba a punto de caerse,  si no fuera por alguien que la ayudó a estabilizarse.

—¿Te encuentras bien?

Sorim mira a la persona y cuando la reconoce siente que el alcohol ya había dejado de hacer efecto en ella... un poco, talvez. Ella se sacude la ropa y se inclina, agradeciendo la ayuda que le brindó y siguió su camino.

No podía ser, no podía ser; eso era lo que repetía  en su mente la chica. Estaba algo ebria, en la calle, en plena noche y alguien conocido la vió. Claro que va a pensar las próximas semanas en eso y en lo ridícula que se debió ver.

Sorim, con un poco de mareo y dolor de cabeza siguió caminando. Escuchaba los pasos del chico detrás de ella, hasta que se detuvieron y el sonido de una reja se presentó. Ella voltea disimuladamente y lo ve entrando a lo que parecía ser su casa.

De repente, un fuerte dolor le vino y automáticamente cerró sus ojos con fuerza y tocó  el puente de su nariz. Cuando los abrió, miró al frente y vió su casa, afirmó el bolso a su cuerpo dirigiéndose a esta.

La castaña no sabía si era por los efectos del alcohol, si estaba alucinando por haber visto a ese chico o simplemente era real. Habían pasado unos meses, preguntándose por él y su gatito que ya no veía... Y ahora aparecen de la nada.

Al día siguiente, Kim amaneció con un fuerte dolor de cabeza y un poco atrasada para la primera clase de hoy.
Hizo todo rápido y se fue corriendo hacia la parada del transporte público. Estaba nerviosa por llegar tarde. Se sentó en la banca y movía su pierna, veía la hora en su móvil muy seguido y a veces se levantaba, se asomaba a la vereda para ver si este llegaba, pero pasaban muchos minutos.

Sorim ya estaba colapsando internamente. En momentos como esos, deseaba tener un auto, pero no podría conducirlo ya que se pondría muy nerviosa al volante y no podría lidiar con los bocinazos de los otros conductores frustrados.

Ella se levanta y ve una vez mas, para su alivio, ahí veía venir uno. Lo malo, es que venía con mucha gente, pero no podía esperar otro si este ya se había demorado una eternidad.
Solo había que subir y colocarse los auriculares para lidiar con esta penosa situación.

El viaje fue normal para su suerte y ya debía ir hacia la sala que le tocaba.
Fue corriendo hacia esta y veía la hora en intervalos, pero ya había llegado tarde.
Cuando llegó, asomó la mitad de su cabeza en la ventanilla de la puerta. Había gran parte de estudiantes en la sala pero no a un profesor. Ese era un alivio, pero no sabía si podía...

—¿No vas a entrar? No te ves segura.

Sorim se fija en el reflejo de la ventanilla, ahí estaba de nuevo, ese chico. Ella se hizo a un lado, evitando la mirada de él.

Él, él, él... ¿Cómo se llamaba él? Para Kim Sorim es el chico del gato, no sabe como se llama.

El chico, abrió la puerta y se hizo a un lado como lo había hecho la castaña hace un momento atrás e hizo un ademán con su mano, invitando a Sorim ingresar a la sala. La chica agarra su bolso con fuerza e ingresa, de inmediato visualiza unos asientos libres en la esquina y se dirige a estos.
Ella pensó que iba a ser observada por la mayoría  de la gente que estaba adentro, pero como ingresó por la puerta de atrás eso le jugó a favor.

Una vez sentada, siente menos tensión en su cuerpo luego de lo anteriormente sucedido. Pero se sorprende internamente al ver a... tal persona sentada a su lado.

Esos pensamientos tuvieron que ser quitados de inmediato  una vez que ingresó el profesor al aula.

La clase estaba siendo un desafío para la castaña. En la noche no pudo dormir bien, y su dolor de cabeza era horrible, debido a que estaba llegando tarde a clase no tenía tiempo de tomar medicinas para sentirse mejor.
Comenzó a bostezar a cada instante, eso la hizo sentir incómoda así que intentaba ser lo menos notoria para no llamar la atención.

Sus ojos se llenaban de lágrimas una vez dejaba de bostezar, como si estuviera llorando.
Lo único que deseaba era estar en su casa durmiendo, pero eso parecía lo mas imposible ahora.

Por simple curiosidad, mira de reojo hacia el muchacho, quien prestaba atención a la clase. Ella volvió a escuchar al señor que estaba al frente, pero nuevamente bosteza.

Siente que le pican el brazo derecho y mira a su costado, ahí estaba el, con su mirada apuntó  hacia la mesa que tenía un trozo de papel con algo escrito en él. Sorim le hace caso y mira.

"¿Estás bien?"

La castaña se muerde el labio inferior, incómoda. Lo mira y asiente.

La clase termina y la mayoría comienza a irse. Sorim estaba tan concentrada guardando sus cosas que cuando escucha un grito da un salto.

—¡Choi San!

Sorim eleva su vista y mira unos chicos caminando hacia el sitio donde ella estaba, al parecer ingresaron desde la puerta que estaba adelante. Luego baja la mirada, se concentra en su bolso y su interior.

—¿Vienes con nosotros?

—No lo sé, tengo algunas cosas que hacer.

Escuchó al chico, estaba a su lado aún. Ya se enteró de su nombre, San se llamaba.

Sorim rebuscaba algo en su bolso, que no era nada. Ella prestaba atención a la conversación ajena... pero pronto se dio cuenta de que eso estaba mal y decidió concentrarse en lo de ella.

—Pero no son importantes... vamos.

Sorim se levanta, tratando de no llamar la atención. Quería salir de la sala como un fantasma, pero eso era imposible ya que debía pedirle a Choi San que moviera su silla para poder pasar, ya que la mesa del otro extremo estaba pegada a la pared.

Pero eso no sucedió porque el chico salió antes que ella, así que pudo escapar de ahí casi con éxito. Casi, ya que al adelantarse, en la salida, Mingi había aparecido asustándola.

—¡Hola!

—¡Aaaah Mingi! —grita con el corazón revoloteando por el susto, provocando que retroceda un paso.

Su espalda choca con el cuerpo de uno de los amigos de San, ella automáticamente gira para disculparse y seguido toma a su amigo del brazo, saliendo rápidamente de ahí por la vergüenza y evitando a toda costa mirar detrás de ella.

Efecto mariposa(San)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora