Halloween

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CAPÍTULO 9, PARTE 2

Le entregó la carta a la lechuza del correo con una sonrisa triste. El ave partió su trayecto hacia el sur en busca de Hermione. Acomodó su bufanda y frotó sus manos deteniéndose a observar aquella fina línea que había quedado como cicatriz después de que Draco le sanara. Después de que Draco realizara magia.

Habían pasado tres días de aquello y no había tenido noticias del sangre pura. McGonagall le aseguraba que estaba bien, solo estaba tomándose un descanso de las clases. El señor Brown se había negado a decirle cualquier cosa aludiendo a la confidencialidad doctor paciente (algo que Harry había admirado, pero que ahora solo le causaban ganas de golpearle). Tres días. Tres días de pasear por el pasillo de profesores de noche. Tres días esperando que apareciera al doblar las esquinas.

Lo peor había sido precisamente ese día, todo un día en Gryffindor, solo. El primer sábado de todo el mes sin ensayar el jodido encantamiento proteico hasta que Malfoy reclamara para tomarse un descanso alegando que Harry era un inepto.

Aquella torre nunca se había sentido tan fría y ni siquiera podía comprender por qué. No era que Malfoy fuese una compañía especialmente grata. Bueno si lo era, a ratos al menos ¿Quizás más frecuentemente de lo que pensaba? No, Harry no lo comprendía.

Era un otoño particularmente frio, pensó para sus adentros. Se encontró con un par de estudiantes Hufflepuff que le saludaron felizmente mientras bajaba la torre. Al parecer, solo los miembros de su casa parecían guardarle rencor por el episodio de encantamientos. Ahora incluso varios Slytherin le saludaban en los pasillos del castillo, irónico.

Pasó por los invernaderos en su camino a la torre este. No tenía mucho que hacer así que decidió ir a verificar la temperatura de sus cultivos. Sprout insistía en que ahí habían brotes, pero el cajón de Harry y Draco era el único sin ningún rastro de verde... y ya había pasado casi mes y medio. Comenzaba a pensar que no solo reprobaría criaturas mágicas.

Inhaló profundo -Bien, solo un último intento- se dijo a sí mismo.

Tal como le había enseñado la profesora semanas atrás poso su mano suavemente sobre la tierra e intento sentir el flujo de energía que se suponía se encontraba en todas partes. Pero no había nada, ahí no había nada más que tierra y semillas sin germinar. Era un cajón de tierra vacío. Abrió los ojos lleno de frustración, se le antojaba buena idea mandar a volar su proyecto de herbología. Sus ojos se fijaron nuevamente en el destello plateado en su mano y entonces sintió aquel chispazo eléctrico que le había recorrido el día que lo había intentado con Draco.

Se enfocó en eso, se concentró en recordar la voz profunda de Malfoy recitando lo que más tarde había reconocido como el contra-conjuro del sectusempra. Se enfocó en la imagen del rubio cortando verduras minuciosamente en perfectos dados. Se enfocó en la forma obsesiva y detallada con la que tomaba apuntes cuando leía. Se enfocó en los ojos mercurio, en el sonido de su risa, en el aroma a azahar, en la sensación de su mano bajo la propia.

La magia fluyó, desde el núcleo en su pecho, hacia su estómago siguiendo el camino de su sangre hasta la yema de sus dedos. No era como cuando su magia pujaba por salir, esta era su magia escurriendo, como un rio. Un fluir quieto y calmo como el agua, y a la vez lleno de vida y energía. Un río que penetraba en la tierra bajo sus manos y la envolvía.

La garganta se le hizo un nudo. Eran 36, habían 36 brotes de erébolo en aquel cajón de cultivo y Harry....

Harry estaba en problemas.

Tuvo que sostenerse del cajón y llevar la cabeza al espacio entre sus rodillas. Estaba en problemas. No, aquello era una subestimación de la gravedad del asunto... 

Not Just Boys [Drarry || Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora