La primera cena

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CAPÍTULO 3, PARTE 2

-Tengo diecinueve años Malfoy, claro que sé cocinar- Harry no paso inadvertido el leve tono rosa que se instaló en las mejillas del sangre pura. Tampoco dejaba de notar que, a pesar de ello, Draco estaba lucía pálido y enfermizo.

La primera vez que lo vio en la biblioteca ya le había parecido bastante más delgado y frágil que durante el juicio de su familia. Pero ahora el slytherin tenía un tono casi traslucido y los pómulos se le marcaban de tal manera que llegaba a dar algo de pena. Los razgos finos y agudos que le habían dado su característico tono altivo y orgulloso ahora le daban a su rostro un aire de melancólica debilidad. 

-Espera, me estás diciendo que... ¿No sabes cocinar?- esta vez el tono carmín en el slytherin fue más que evidente.

-¿Por qué habría de cocinar yo, cuando tengo elfos domésticos que lo hagan? Mi tiempo es valioso y no puedo gastarlo en actividades tan banales como la cocina- se justificó a si mismo.

-Claro, una actividad completamente trivial. No es como que tu vida dependa de ingerir alimentos. No es como que si no sabes cocinar podríamos decir que tú vida, de hecho, depende de elfos domésticos. No, en ningún caso- respondió Harry satisfecho por aquella nueva dinámica que se comenzaba a asentar. Draco por otro lado, deseo tener la fuerza necesaria para lanzarle un Rictumsempra ahí mismo.

-¡Mi vida no depende de elfos domésticos!- exclamó y Harry ya no pudo contener la risa. Una risa espontánea, sincera, profunda.

A Draco le causó la sensación de una manda de duendecillos pisoteando las paredes de su estómago de adentro hacia afuera y a los malditos duendecillos le siguió un dolor agudo en el pecho que, por suerte, pudo contener ejerciendo un fuerte agarre allí donde se encontraba la marca tenebrosa.

-Bien, bien- dijo Harry limpiando con el dorso de su polerón la pequeña lagrimilla que luchaba por salir de su ojo derecho y Draco agradeció que en verdad no hubiese notado su malestar -Voy a hablar con Julpy para que me deje usar la cocina, es inaceptable que un mago de tu estirpe no sepa preparar un simple huevo revuelto.

-¿En verdad sabes cocinar?- preguntó sin terminar de creérselo.

-Claro que sí, pase toda mi infancia frente al fogón de la cocina- Harry no quiso soltar la última parte de la oración. En verdad no le gustaba dar espacio para iniciar charlas sobre cómo había vivido con los Dursley, pero las palabras habían salido con sorpresiva naturalidad.

-Bueno, si en verdad tienes la capacidad para preparar algo comestible, tengo una cocina en mi dormitorio- su respiración se contuvo un momento ante tal afirmación.

No, no era posible. Aquello simplemente no estaba bien, no era correcto. Debió haber escuchado mal ¿verdad?

-¿Tienen cocina en los dormitorios de Slytherin?- susurró, Malfoy hizo un extraño movimiento de cabeza y se mordió el labio... mierda ¡Era cierto! -¿Por qué nosotros no tenemos cocina? Exijo cambios, exijo un trato justo ¡No es posible que tengan cocinas cuando algunos de ustedes aparentemente no saben cómo utilizarlas!- exclamó con indignación.

¡Es que él tenía que escabullirse a la cocina para poder comer en paz! y de vez en cuando saltarse el almuerzo... como hoy ¿y venía Malfoy a decirle que ellos tenían una puñetera cocina en Slytherin? Si el sombrero seleccionador le hubiese dicho eso el primero de septiembre de 1991, probablemente le habría dejado colocarlo en la casa de las serpientes.

-¡Cierra el pico Potter! No, no hay cocinas en Slytherin- se apresuro a responder Draco poniendo sus manos sobre el rostro de Harry para que este dejara de gritar en medio del pasillo que, por suerte, ya casi estaba completamente vacío -Silencio- ordenó mientras forcejeaba con el moreno para mantenerle callado. Cuando finalmente el azabache le dio a entender que permanecería callado Malfoy le dejo ir.

Not Just Boys [Drarry || Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora