El día del alta

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CAPÍTULO 7, PARTE 1

Dos días. Dos días en los que Draco había estado confinado a una cama de la enfermería. 48 horas en las que tuvo que soportar la constante voz de Harry Potter.

Harry Potter y Madame Pomfrey en plácticas sobre la Medimagia, Harry Potter y el muggle Brown sobre las bondades que el comedor de Hogwarts tenía para ofrecer, Harry Potter y la señora Brown en preparación y contraindicaciones del Filtro de Paz (al menos ese tópico le permitía a Malfoy distraerse con su proyecto escolar). Todo un fin de semana de Potter, Potter y más Potter. De vez en cuando le parecía que el estúpido Gryffindor no podía parar al punto de hablar sólo. Era un parloteo interminable. Había pasado tanto tiempo a su alrededor esos dos días (probablemente también las últimas semanas) que incluso durante las noches, Draco Malfoy sentía su voz en la cabeza.

-Maldito Potter, sal ya de mi cabeza- había susurrado aquella madrugada sin poder soportar otro segundo con aquel relato constante en la mente. 

Sorprendentemente, como si hubiese conjurado un finite incantatem la voz cesó por completo. En su lugar, la mente del slytherin se llenó de imágenes agradables. A esa hora de la noche estaba bastante cansado así que no tenía la cordura suficiente para analizar de dónde recordaba aquellos lugares, pero tuvo la paz suficiente que necesitaba para conciliar el sueño entre un campo de azucenas y la vista aérea de Howgarts en una noche de primavera.

Despertó horas más tarde con la luz del sol colándose por la ventana. Madame Pomfrey le comentó (mientras se aseguraba de que comiera hasta el último bocado de su desayuno) que aquel día le darían de alta. Era Lunes, pero estaba excusado de sus clases de la mañana. Aún así, se apresuró a ir a su habitación para arreglarse. Era genial tener permiso para saltarse transformaciones, pero nadie le iba a quitar el consuelo de Aritmancia.

Era lamentable que su permiso no se extendiera también hacia las clases de la tarde. Historia de la magia y Astronomía le significaban aburrimiento, pero encantamientos era un incordio. De esa forma, finalizado el segundo periodo Draco se vio a si mismo fuera del salón del profesor Philipp sin ningún plan hasta después de almuerzo. Bufó y se encamino hacia la biblioteca, quizás podría encontrar algo bueno para leer...

Quizás también era tiempo de buscar un hobby o algo por el estilo, porque estaba seguro de que había completado todas las tareas que tenía por el mes... quizás podía mandar una carta a su madre y pedirle que le consiguiera una mascota.

Era en aquellos momentos en los que Draco no tenía nada por hacer, que el vacío que le producía no tener su magia se le hacía interminable y doloroso. Por eso siempre se aseguraba de tener un libro a mano.

-Eh ¡Malfoy!- "Merlín por favor no" suplicó el oji-gris a los cielos.

Por supuesto, su súplica no fue respondida. El cara-rajada Potter llegaba corriendo por el pasillo. A pesar de que se dirigía hacia él con ánimo, Draco era capaz de decir que el chico estaba cansado. Tenía las ojeras marcadas y las bolsas bajo sus parpados estaban levemente hinchadas.

-Potter te lo he repetido un centenar de veces los últimos dos días. Deja de revolotearme, te odio y jamás voy a corresponderte- rugió dándole la espalda con la intención de continuar su camino a la biblioteca

-Claro, si. lo que digas cariño-... y de nuevo salía Potter con aquel mote infernal que le había cogido luego de su primera broma sobre no corresponderle. Lamentaba haber hecho esa broma desde el fondo de su alma.

-Eres insufrible. Piérdete ¿No vas siempre a sudar como un puerco a esta hora?- reclamó empujando a Potter en dirección opuesta a la biblioteca.

Not Just Boys [Drarry || Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora