The Alpha Wolf [Teen Wolf II]

I

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Si debía ser honesta, nunca creí que iba a terminar en esta situación. Escondida detrás de un árbol, acosando a una pobre adolescente solitaria.

Nunca más iba a hacerle caso a Derek. ¿Por qué habría de convertir adolescentes débiles y patéticos? Yo quería una manada de verdad. Los adolescentes eran condescendientes, y los tres adolescentes que Derek tenía en la mira para mí eran tres niños invisibles, sin vida social ni amigos en la escuela.

¿Por qué habría de quererlos? Los conocía de la escuela, eran niños sin amigos y con problemas de autoestima. Si de un día para el otro yo les daba poder, se les subiría a la cabeza y sería para problemas.

Me alejé de la casa y me subí al auto de Derek. Mi tío se subió al asiento del piloto segundos después y arrancó el motor.

—¿Qué opinas?

—No voy a convertir adolescentes.

—Madi...

—Escucha, Derek. Los adolescentes son impulsivos, condescendientes. Tú y yo podemos tener una manada de adultos —intenté convencerlo, pero él estaba reacio a que tengamos una manada juntos.

Cuando matamos a Peter juntos, el poder se dividió. Teníamos la mitad de fuerza y poder que tenía Peter, por lo que necesitábamos con urgencia una manada. Una manada fuerte, sana y grande.

Los adolescentes son quienes tienen más posibilidades de sobrevivir a la mordida, pero eso no me servía. Ya había intentado lidiar con un lobo adolescente y me fue muy, muy mal. No quería lidiar con tres.

—No puede haber dos Alfas en una manada.

—Conozco a alguien que no estaría de acuerdo en eso —espeté, pero al ver sus músculos tensarse cambié de tema—. Los adolescentes son idiotas. Sobre todo los de mi escuela.

—Tú eres una adolescente.

—Sí, por eso lo sé mejor que nadie.

Derek no dijo nada, simplemente comenzó a manejar hasta mi casa. Entorné mis párpados cuando me dio el sol directo en mis ojos, y volteé levemente para mirarlo.

—¿Ya tienes a alguien para convertir? —pregunté.

Él ladeó su cabeza.

—Ya lo convertí. Un niño de tu escuela.

Suspiré, rendida. Definitivamente no había manera de convencer a Derek.

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Empujé las puertas de las escuela y entré. Me llevé las miradas de todas las personas que estaban alrededor, pero simplemente las ignoré y seguí de largo, disfrutando del ruido de mis tacones chocando contra el piso.