The Alpha Wolf [Teen Wolf II]

XXVI

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Una sonrisa se abrió paso en el rostro del rubio cuando sus garras aparecieron. Me miró, triunfante, para luego cerrar los ojos concentrado y hacerlas desaparecer.

Había estado las últimas semanas enseñándoles a mis cuatro Betas cómo controlar el cambio. Con todo lo que había pasado, May y Steve habían sido forzados a aprender sobre la marcha, pero con Marianne y Jackson era diferente. Tenía mi tiempo para enseñarles todo lo que yo sabía.

—Jackson, si vas a irte, necesitarás un mantra —le expliqué—. Tal vez debas pasar tu primera luna llena aquí.

—No puedo —contestó—. Mis padres insistieron en irnos lo más pronto posible. Me quedé sin excusas para retrasarlos.

Yo asentí, algo preocupada, pero le mostré el triskel que todos en mi familia teníamos. Me lo habían regalado en mi primera luna llena, cuando los genes lobunos comenzaron a manifestarse. Había varios en la familia y tenían décadas de antigüedad, el de mi abuela pasó a mi madre quien me lo pasó a mí, y el de mi tío Peter pasó a Derek, quien luego se lo pasó a Cora.

Tatuárnoslo era decisión de cada uno. Mi madre y Peter no lo hicieron, contrario a Talia y Derek que sí lo hicieron. Cuando mi tío volvió de Nueva York decidí tatuarmelo también.

—El triskel tiene diferentes significados en diferentes culturas. Pasado, presente y futuro. Madre, padre e hijo —expliqué lo mismo que les dije a May y Steve—. Para nosotros representa nuestros tres estado, Alfa, Beta y Omega, y que todos podemos subir a uno y bajar al otro. Yo solía ser una Omega hasta que me convertí en Alfa, pero en cuestión de segundos puedo ser una Omega otra vez.

—¿Qué son los Omegas? —preguntó el ojiazul.

—Los lobos solitarios. Tienen menos posibilidades de sobrevivir que un Beta o un Alfa. Por eso debes encontrar una manada en Inglaterra —contesté—. La unión nos hace fuertes, todos nuestros sentidos se intensifican.
»Un Beta también puede convertirse en Alfa o Omega, y un Alfa puede convertirse en Beta o Omega.

Jackson asintió comprendiendo y tomó con fuerza el triskel entre sus manos, yo las cubrí con las mías.

—Lo sostienes y repites para ti mismo los tres estados: “Alfa, Beta y Omega” hasta que te calmes —le enseñé—. Para que funcione, debes creer en él, pero si sientes que no te funciona, pruebas con otro.

—¿Cuántos mantras existen?

—Muchos —respondí—. Mi familia me enseñó el del triskel. Este mantra lo usa otra gran Alfa. ¿Cuáles son las tres cosas que no se pueden ocultar?

Jackson miró a mis otros Betas, sin comprender, haciéndome rodar los ojos.

—El sol, la luna y la verdad —me respondí a mí misma sin espetar que él lo supiera—. Lo repites hasta que te calmes.