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El sol ya había salido cuando los policías dejaron que Thomas nos sacara a todos de allí. Había ocurrido una masacre y todos éramos víctimas y sospechosos.

Steve, May, Sebastian y yo nos pusimos de acuerdo para inventar una rápida historia de cómo habíamos llegado ahí, preocupados, cuando Thomas no había vuelto a casa. Antes de ser destruidas, las cámaras de seguridad grabaron que Thomas se había dejado atar cuando vio que Matt tenía a Stiles y Scott a punta de pistola, así que nos creyeron. Pero las cámaras de seguridad también mostraban a Thomas irse entrada la madrugada y volver un rato después.

O eran muy fáciles de engañar, o los cazadores tenían infiltrados en la comisaría. La segunda opción era la más viable, porque ningún Argent quedó envuelto en el asunto. Ni siquiera Gerard, que se encargó de ahogar a Matt en la laguna que estaba atrás de la comisaría.

Thomas se quedó en la comisaría con el sheriff y todo el equipo, que comenzaron a encargarse del cuerpo de Matt. Damon pasó en su Porsche a llevarse a Steve y May, y a Sebastian lo obligué a meterse a mi auto antes de que pudiera escabullirse.

—¿Tienes a dónde ir? —pregunté. Después de todo, su tía acababa de morir y él se había puesto en contra del resto de su familia.

—A mi casa, yo no vivo con los Argent. Pero debo buscar mi auto antes.

—¿Con quién vives?

—Solo, en un departamento que pertenece a mi familia —contestó, tranquilo—. Es muy fácil cuando estás emancipado. Puedes quedarte tranquila, no van a hacerme nada. No tienes que ponerte toda mamá Alfa conmigo.

Asentí, algo indecisa. Sin embargo, arranqué el auto y comencé a manejar hacia mi casa, donde Sebastian había dejado su coche. Hubiera sido más fácil si él manejaba a la comisaría solo, pero en ese momento quería mantenerlo vigilarlo.

Ahora confiaba un poco más en él. La reacción de los Argent cuando Sebastian demostró estar de mi lado fue genuina, pude sentirlo. A menos, obviamente, que todo sea un plan muy bien pensado de Sebastian y Gerard. O incluso solo de Sebastian.

En fin, iba a mantener un ojo en él solo para estar segura.

El viaje a mi casa fue silencioso, incluso algo incómodo. Repiqueteé mis uñas contra el volante al ritmo de Castle de Halsey que sonaba en el parlante. Sebastian solo miraba por la ventana, y la verdad prefería el silencio antes que hablar.

Al llegar a casa, frené el auto en la entrada del garaje, pero no lo entré. No solía entrarlo, pues nunca sabía cuándo ocurriría una emergencia en este pueblo.

Bajamos del auto y él se dirigió al suyo, pero en lugar de subirse abrió el baúl. Curiosa, me asomé. Tenía un maletín tan grande que prácticamente era como un fondo falso. Al abrirlo dejó ver diferentes tipos de armas, tanto de fuego como blancas. Navajas, cuchillos, un machete, dos armas Glock negras, una escopeta, flechas para su arco y varias cajas que, suponía yo, contenían balas.

The Alpha Wolf [Teen Wolf II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora