XXIV

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Reconocí el olor a tierra y abandono antes de abrir los ojos, y supe enseguida dónde estaba gracias al sentimiento de familiaridad que me embargó.

Era la casa Hale. Al entornar levemente los ojos, reconocí unas figuras a unos metros de distancia, tres voces masculinas hablando siendo oídos por otra persona que los observaba en silencio.

Toqué mi estómago, notando que aún no había sanado pero tenía una venda cubriendo mis heridas.

—Madi.

La figuraba más pequeña se acercó a mí, y enseguida la reconocí como May. Ella me abrazó, pero enseguida se separó y me miró preocupada.

—¿Estás bien?

—Sí —respondí. Al mirarme, me di cuenta que aún llevaba el uniforme de Lacrosse, excepto por la camiseta—. ¿Tú?

—Sí. Isaac y Steve también. Fueron al hospital con Scott —respondió a mi pregunta no formulada—. El detective Collins está con el Sheriff buscando a Stiles porque desapareció. Marianne está en su casa.

Asentí un poco aturdida e intenté levantarme, pero May tuvo que sostenerme, puesto que mis piernas temblaban levemente. Las tres figuras que estaban discutiendo antes intentaron acercarse, pero solo uno de ellos llegó a mi lado. Sebastian me ayudó a sentarme en la camilla improvisada en la que estaba.

—Te sacamos del hospital para que puedas sanar —me explicó.

Cuando se alejó, pude reconocer a mi tío Derek mirándome de brazos cruzados, pero una pizca de preocupación en sus ojos verdes, y detrás de él...

No. Era imposible. Debía ser una broma.

Él estaba muerto, más que muerto estaba calcinado y enterrado. Yo le había desgarrado la garganta mientras Derek le clavaba las garras en su corazón. Era imposible que estuviese ahí.

Sin embargo, lo estaba. El Alfa que había mordido a mi ex mejor amigo, que había intentando matar a mi mejor amiga y a mi tío. El asesino de mi madre. La persona que me ayudaba a controlarme en mis primeras lunas llenas y el único capaz de calmarme cuando los terrores nocturnos me atacaban de pequeña, dejándome noches enteras sin dormir.

Mi tío Peter me miró con su típica sonrisa burlona, pero yo sabía todo lo que escondía, y probablemente era la única que lo hacía. Contrario a lo que la gente creía, Peter no era incapaz de sentir algo. Él podía sentir y eso era lo que lo hacía más peligroso. Mi tío no era frío y desapegado, él actuaba por odio y furia, pero también actuaba guiado por el amor. El amor que le tenía a la familia lo había hecho matar a los culpables del incendio. Pero se había dejado arrastrar tanto por la locura que ni siquiera dudaba al momento de lastimar a la poca familia que le quedaba.

The Alpha Wolf [Teen Wolf II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora