The Alpha Wolf [Teen Wolf II]

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L CORAZÓN ME latía como si fuera a salirse de mi pecho por la carrera. Me frené antes de entrar, reconociendo un nuevo aroma en el lugar que no conocía.

Allison me había llamado, avisándome que la extraña criatura que había asesinado al padre de Isaac había vuelto a atacar. No sabía exactamente a quién, pero no era como si me importara. Tampoco me preocupaba porqué me lo había contado, suponía que para pagar el favor que me debía.

Me metí a la estación de trenes abandonada donde Derek se había instalado con su manada, encontrándome a mi tío con su beta rubia colgada de su cintura y Isaac en el suelo. Un chico moreno que reconocí de la escuela estaba sentado a unos metros de ellos, mirando con incomodidad a Derek y Erica, hasta que corrió su mirada.

Derek tomó a la rubia y la lanzó al suelo.

—No vuelvas a hacer eso.

—¿Por qué? ¿Porque soy una beta?

En ese momento salí del tren, llamando la atención de todos.

—Porque no eres suficiente, beta o no —respondí.

Derek se cruzó de brazos y me miró con su típico ceño fruncido. Erica me miró con desagrado y Isaac hizo una mueca.

—¿Qué haces?

—Ayudo a tu beta a no ser conformista, así no para hasta no ser perfecta —dije, inocentemente—. Tenemos que hablar. ¿Terminaste con tus cachorros?

Isaac intentó levantarse silenciosamente, pero Derek volteó rápidamente hacia él.

—¿Ya terminamos? Tengo como cien huesos rotos que necesitan curarse.

Derek suspiró y lo miró con una mueca que pretendía ser comprensiva, pero yo sabía que era falso. Se acercó a él y le pidió su brazo para revisarlo, pero cuando Isaac se lo tendió, lo tomó con las dos manos y se lo quebró, sacándole un quejido de dolor.

Fruncí el ceño con molestia e intenté acercarme a mi tío, pero Erica se acercó a mí y me gruñó. Yo le gruñí de vuelta, hasta que Derek vino y la alejó.

—Aléjate de ella —le gruñó—. Y de mí también. Tengo a alguien más en mente para ti.

El ojiverde me tomó del brazo y me llevó a la salida, lejos de los oídos de sus betas.

—¿Qué quieres?

—Esa cosa atacó otra vez y tú no me lo dijiste.

—No, no lo hice. No te debo explicaciones.